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*Este artículo contiene spoilers del capítulo final de Succession
Desde Esquire ya te hemos explicado al detalle el final de Succession y la decisión de Shiv e, incluso, recomendado una serie española que se adelantó a Succession y que viene divinamente para quitar el mono. Pero no nos engañemos, seguimos todavía y seguiremos bastante tiempo más en ese final, en esa noche de los hermanos en Barbados, en ese abrazo violento entre Kendall y Roman, en esa Shiv cuyo estómago no le permite votar por su hermano, en ese Roman solo en la barra, en esos diez segundos sin diálogo que son lo mejor de Succession y, por supuesto, en esa escena final, Kendall y el ocaso.
Jeremy Strong, el intérprete encargado de dar vida a Kendall Roy ha tenido sus más y sus menos con el resto del reparto y del equipo. Brian Cox (Logan Roy) le ha llamado "insoportable" varias veces y parece que el resto del reparto tampoco le tiene mucho cariño. La razón no es que sea un mal profesional ni mucho menos. Tampoco una persona desagradable. Su método de trabajo es conocido como extremo, por meterse en el personaje y en la escena de maneras tan radicales que pueden llegar a molestar al resto. Una muestra la tenemos, por lo visto, en lo sucedido en este episodio donde Strong tuvo que cargar con el peso de ponerle punto y final a Succession en una escena sin diálogos.
En la escena final de Succession vemos a Kendall paseándose solo por Battery Park tras haber perdido la votación y haber salido andando de Waystar. Le sigue Colin, el que era guardaespaldas de su padre y que él rescató del retiro en uno de sus muchos intentos por imitar la figura paterna. Kendall se ha quedado sin propósito en la vida, como él mismo dice. Se queda mirando al río y ahí acaba la serie. Succession no quiso tirar de dramatismo y mostrarnos cómo se corta las venas o se lanza desde el balcón. No hace falta que su muerte sea física, es una persona que se ha quedado sin nada que hacer en la vida, que acabe con esta o no es indiferente. Por eso nos dejan con la ambivalencia de él mirando al río, a un río al que quizás se tire en breve, pero no nos hace falta saberlo.
Sin embargo, Strong estaba tan metido en los sentimientos de su personaje que no pudo evitar continuar con la escena, y desde un punto de vista peligroso. En una entrevista para Vanity Fair, el actor ha revelado que intentó saltar al río tras la toma que vemos como punto final de la serie.
Para mí, lo que sucede en la votación de la junta es un evento nivel extinción para este personaje. No hay vuelta atrás… Escuché el poema de John Berryman con el que Jesse Armstrong (creador de la serie) ha nombrado a este capítulo final. El mismo John Berryman murió por suicidio, saltando a un río congelado... Traté de meterme en el agua después de que cortásemos: me levanté de ese banco y pasé lo más rápido que pude sobre la barrera y sobre los pilotes, y el actor que interpretaba a Colin corrió detrás de mí.
Repetimos que Jeremy Strong estaba tan metido en el personaje que, tras cortar la escena, intentó un suicidio. Fue su guardaespaldas en la ficción el que le tuvo que salvar en la realidad. Algo que quizás solo prolongó el estado de Strong.
No sabía que iba a hacer eso, y él no lo sabía, pero corrió y me detuvo. No sé si en ese momento sentí que Kendall solo quería morir, creo que sí, o si quería ser salvado esencialmente por un representante de su padre.
Es muy interesante lo segundo que dice Strong, que apunta a la necesidad de Kendall de que lo salve su padre (por medio de su ayudante) más que al suicidio. Para Strong, esto era "un final mucho más fuerte filosóficamente". Nosotros, sin embargo, opinamos que hubiera sido una nota discordante, demasiado alta y gritona, lejos del tono sutilmente trágico de todo el conjunto.
Hay una especie de bucle fatal en el que todos estamos atrapados, y Kendall está atrapada en esta especie de grito silencioso con Colin allí como guardaespaldas y carcelero. Dios mío, hubiera sido difícil de hacer (meterse en el agua fría). Pero creo que incluso sientes a nivel celular la intención o el anhelo de cruzar ese umbral. La forma en que Armstrong nos deja con una especie de ambivalencia se mantiene fiel a su visión.
Mark Mylod, el director de la mayoría de capítulos importantes de Succession (35 de 39) y encargado del final ya conocía de sobra a Strong y tomó precauciones para que el actor no acabase en el Hudson.
Lo primero que había que hacer era asegurarse de que estuviera a salvo. Una vez que lo subimos de nuevo a la barandilla, pudimos continuar con seguridad con el momento porque ambos actores todavía estaban en él.

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática. Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes. Tras 8 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.