Dirección: Ridley Scott
Reparto: Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, John Turturro, María Valverde
Título en V.O: Exodus: Gods and Kings
Nacionalidad: USA Año: 2014 Fecha de estreno: 05-12-2014 Duración: 155 Género: Aventuras, Drama Color o en B/N: Color Guión: Steven Zaillian, Adam Cooper, Bill Collage Fotografía: Dariusz Wolski Música: Alberto Iglesias
Sinopsis: Criado como un igual en la corte del faraón Seti (John Turturro), después de ser adoptado cuando era un niño, Moisés (Christian Bale) descubre su verdadero origen y se enfrenta a su hermanastro, Ramsés (Joel Edgerton), cuando es llamado por el dios de su verdadero pueblo, el judío. Convertido en su profeta y líder, Moisés lanzará sobre Egipto una serie de plagas y liberará a los suyos de la esclavitud para guiarlos a la Tierra Prometida.
Crítica
Que Ridley Scott, el responsable de la resurrección del péplum con “Gladiator” (2000), sea ahora el director de una apuesta tan ambiciosa como el remake (de eso se trata en definitiva) de “Los Diez Mandamientos” (Cecil B. De Mille, 1956), no deja de tener su lógica. Lo que nos ofrece es un macroespectáculo digno de su cuerda megalómana, visualmente deslumbrante. Lo que entra ya en el terreno de lo discutible es su fervor por el realismo a ultranza en una historia no precisamente presidida por, como se decía antes, el aparato verosímil. El acento “kitsch” que embellecía el “kolossal” de antaño queda erradicado en su film, que parece pedir perdón cuando la fantasía ha de tomar plaza en la narración. La llegada del bebé a la orilla del río en un cesto queda relegado a un relato oral. El episodio de las tablas de la ley es brevísimo. La separación de las aguas aparece como un fenómeno natural, que concluye con algo parecido a un tsunami. Las plagas bíblicas son puro cine de catástrofes, muy brillante, sobre todo el ataque de los cocodrilos. Queda así la duda de si Scott era, de hecho, el realizador idóneo. ¿No habrían abordado mejor este mamut Steven Spielberg o Peter Jackson? Seguro que le habrían añadido lo que a la ensalada le falta: unos toques de magia.