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En octubre de 2017, una investigación publicada por los medios ‘The New York Times’ y ‘The New Yorker’ sacó a la luz décadas de abusos sexuales perpetrados por el productor Harvey Weinstein, uno de los hombres más poderosos de Hollywood, con un impacto que fue inmediato y brutal. Weinstein, conocido por títulos como ‘Pulp Fiction’ (1994), de Quentin Tarantino, había construido un imperio cinematográfico mientras se valía de su posición privilegiada para acosar, intimidar y agredir sexualmente a decenas de mujeres. Las actrices Ashley Judd y Rose McGowan fueron algunas de las primeras en alzar la voz, relatando públicamente sus experiencias con el productor. Poco después, otras figuras reconocidas confirmaron haber sido víctimas de comportamientos similares. Aquellas denuncias derribaron la imagen de Weinstein y detonaron una oleada de testimonios bajo el lema ‘Me Too’.
La denuncia colectiva tuvo un efecto dominó en la industria del cine, y a medida que más actrices rompían el silencio, muchas otras encontraron el valor para compartir públicamente historias que habían guardado durante años, en muchos casos por miedo, vergüenza o presión institucional. Estos relatos, respaldados por documentos, correos electrónicos y testimonios de terceros, fueron fundamentales para legitimar las voces de cientos de mujeres que durante años habían sido ignoradas o silenciadas.
El despertar de conciencias también trajo consigo tensiones internas entre las propias actrices. Rose McGowan, una de las voces más combativas del movimiento, fue especialmente crítica con colegas a quienes acusó de guardar silencio por conveniencia. En diciembre de 2017, la intérprete de ‘Planet Terror’ (2007), de Robert Rodríguez, o la serie ‘Embrujadas’ , criticó duramente en la red social X, entonces Twitter, a Meryl Streep, a quien consideraba demasiado tibia en su postura pública y llamó "hipócrita" argumentando que "tu silencio es el problema. Aceptarás un premio falso y no habrá ningún cambio real", sentenciaba. “Actrices como Meryl Streep, que trabajaron felizmente para el monstruoso cerdo, se vestirán de negro en los Globos de Oro en una protesta silenciosa. Yo desprecio tu hipocresía. Quizá todos vosotros deberíais vestir Marchesa”. La alusión final fue especialmente mordaz, ya que Marchesa es la firma de moda que Weinstein fundó junto a su entonces esposa, la diseñadora Georgina Chapman, quien lo abandonó en octubre de 2017 tras conocerse las denuncias. El mensaje, que se hizo viral, generó una oleada de comentarios y más tarde McGowan lo borró de su perfil.
Dolida por las acusaciones, Meryl Streep respondió con una carta abierta publicada en Huffington Post, en la que explicó su posición y negó haber tenido conocimiento de los abusos cometidos por Weinstein: “Rose asumió y divulgó algo falso sobre mí y yo quería que ella supiera la verdad. Me senté junto al teléfono todo el día. Esperaba que ella me escuchara. No lo hizo, pero espero que lea esto. Realmente lamento mucho que ella me vea como una adversaria, porque ambas estamos en pie, junto con las demás mujeres de esta industria, en desafío ante el mismo enemigo implacable”, escribió la actriz, ganadora de tres premios Oscar. En esa misma carta, Streep aseguró que jamás había sido acosada por el productor y que no mantenía con él una relación cercana: “Nunca en mi vida he sido invitada a su habitación de hotel. Él me necesitaba a mí mucho más de lo que yo lo necesitaba a él y se aseguró de que yo no supiera nada”.