“El lunes, cuando vuelva a casa, a Escocia, me embarcaré en algo que llevo quince años deseando hacer, un periodo de mi vida en el que haga algo diferente”. La actriz ha contado así que no va a rodar ninguna película, por lo menos, durante el resto de este año: “Quiero más tiempo. Quiero tiempo para desarrollar proyectos, algunos de los cuales son para el cine, otros no, pero necesito tiempo. Y como sabemos, hacer cine es un amante despiadado, y yo he estado bajo el látigo durante demasiados años”.

Swinton ha atribuido la pausa —con suerte, temporal— al burnout después de la pandemia: “Desde esa pausa, las cosas se han vuelto un poco locas”. Antes, la producción de cine era más flexible a los tiempos de los proyectos: “Cuando se conseguían fondos, pero necesitabas tiempos pedías: ‘¿Podemos esperar otros nueve meses? Nos gustaría desarrollar esto, y aquello y lo otro’. Y la gente solía hacer una especie de trato y te decía: ‘Vale, puedes hacer que tu proyecto sea lo que querías o lo que necesitas que sea’, y desde la pandemia, ha habido un ‘no, el dinero ya está aquí. Tenemos que hacerlo’”.

“Esa sensación de acaparamiento, de acaparamiento y de inseguridad en cuanto a las finanzas ha sido realmente agotadora para todos nosotros”, ha explicado. “Voy a tomarme un descanso, pero voy a tener algo de paz y tranquilidad para pensar y descubrir cómo serán los próximos 40 años”.

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"La familia escogida del cine es lo que me hace seguir adelante, mi droga preferida"

Hay intérpretes que tienen uno, dos años buenos: Tilda Swinton no ha parado de trabajar. Su carrera se ha expandido, sin pausas, entre performances para galerías, modelaje, dirección (acaba de estrenar un documental sobre inteligencia artificial) y la escritura, su primera vocación. Sin embargo, desde el cambio de siglo la escocesa no sólo ha refinado sus elecciones, sino que también las ha popularizado.

Que algo –lo que sea, porque la actriz no hace ascos a nada– tenga a Tilda Swinton en el reparto, por muy alimenticio que pueda parecer, ese “algo” ya gana. Lo comprobamos en el ‘Orlando’ de Sally Rooney, que ha envejecido bien sólo porque la protagoniza ella. Incluso en ‘Constantine’, derrape frenético con Keanu Reeves en el que tenía un pequeño papel.

Eso sí, si no hubiera tenido carrera delante de las cámaras, la escocesa sabe a qué se habría dedicado: “Tal vez hubiera trabajado como entrenadora de caballos, o como periodista de cine. Tengo mucho respeto por la escritura cinematográfica. La necesitamos como cineastas, como público. Necesitamos una escritura cinematográfica inteligente, receptiva y educada”.

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A quienes empiezan, y refiriéndose explícitamente a la comunidad queer, Swinton ha aconsejado: “Realmente les recomiendo que encuentren su comunidad y se queden con ella, porque es dentro de esa comunidad donde pueden sentirse más relajados, más confiados, más fieles, más aventureros y divertirse más. En ese tipo de entorno es posible ser auténtico, decir cosas difíciles y abordarlas, porque estás en la seguridad de una familia”. Ha recordado que ella empezó escribiendo, “un oficio solitario”, pero que escogió “la familia” del cine: “Es una palabra que se usa mucho, pero creo que todos sabemos que es posible elegir una familia, una tribu, y trabajar mejor dentro de ella. Así que creo que eso es lo que me hace seguir adelante. Yo diría que esa es mi droga preferida”.

Y ha añadido: “todos somos cineastas. La personas que sostiene un micrófono boom, es un cineasta. Un supervisor de guion es un cineasta. Un actor es un cineasta. De hecho, incluso alguien en los servicios de producción está haciendo una película, y dependemos de ellos para que nos mantengan vivos”. Eso es lo más “importante que recordar, porque nos mantiene unidos”.

"El cine industrial es muy exótico para mí, es como si fuera mi trabajo experimental"

“Me divierte cuando la gente habla de mi trabajo en la industria, porque no soy un animal industrial por naturaleza. Soy muy preindustrial en cierto modo. Pero cuando he tenido estas extrañas incursiones en el cine industrial, las he disfrutado mucho, porque es [un mundo] muy exótico para mí. Es como si ese fuera mi trabajo experimental”. Quizás por eso, los galardones estadounidenses aún son territorio reacio para ella. Es al lado de George Clooney, en ‘Michael Clayton’, cuando en 2007 gana su primer Oscar y por el momento, su única nominación. Tiene dos Globos de Oro, por ‘Tenemos que hablar de Kevin’ y, hará unas semanas, ‘La habitación de al lado’, pero es poco en comparación con lo vasto de su filmografía.

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©EL DESEO DA S.L.U. – Foto: Nico Bustos

En Europa la hemos reconocido más: por ‘Eduardo II’ de Derek Jarman (1991) merecía Copa Volpi en el Festival de Venecia, donde también se la premió con el León de Oro honorífico en 2020. En Berlín, ha presentado hasta 26 películas, empezando por ‘Caravaggio’, que ganó el Oso de Plata en 1986, ‘El jardín’ (1991), ‘La playa’ (2000) o ‘El último y el primer hombre’ (2020), entre tantas otras. También fue presidenta del Jurado Oficial en 2009.

Un biopic sobre Tilda Swinton: "¿No sería una idea maravillosa?"

De ahora en adelante, Swinton seguirá soñando, aunque no será ella la artífice sino la protagonista de sus evocaciones. Ha explicado que le encantaría que Jim Jarmusch, Wes Anderson, Luca Guadagino, Béla Tarr, y todos los autores que han trabajado con ella, dirigieran un biopic sobre su vida: “[Dirigirían] todos ellos, una escena cada uno. ¿No sería una idea maravillosa?”.

“No sé de qué iría ni qué les uniría. Para mí es un gran misterio”. Aunque ha augurado, “quieren tener conversaciones contigo”. Cuando Derek Jarman murió, en 1994 de SIDA, “yo era una ‘tipa del interior del país’, como decimos en inglés (upper country). Me sentía en la estacada, porque llevaba nueve años trabajando. Había hecho siete películas con él”. En efecto, Swinton sólo había trabajado en ‘Orlando’, con Sally Potter, y en ‘Friendship's Death’, con Peter Warren en 1986. “Así que cuando murió yo estaba hecha un desastre. Sabía que no era industrial. No era una actriz. No me interesaba ser actriz. No sabía cómo salir en las películas de otras personas. Así que ese fue un milagro que se terminó”. Pero luego, al segundo, como si un rayo cayera dos veces, otras personas aparecieron, se me acercaron y me dijeron: ‘Oh, me gustaría tener una conversación contigo’. Y los rayos siguieron cayendo. Los grandes directores tienen eso, comunican, “conectan”.

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La relación de Tilda Swinton con la Academia tiene muchos números de mejorar: al reconocimiento unánime por su papel como protagonista en la última película de Almodóvar, León de Oro en Venecia (el festival más cercano al corazón de Hollywood), se le suma otro proyecto de altos vuelos. Este año, la veremos dirigida por Edward Berger, responsable de ‘Cónclave’ y ‘Sin novedad en el frente’, dos de las grandes protagonistas de los últimos Oscars (y por méritos propios, polémicas excluidas), por lo que una colaboración es un acercamiento certero al podio de Hollywood. La película se llama ‘The ballad of a small player’, firma Netflix y tiene a Swinton y a Colin Farrel por tándem protagonista.

Incluso Todd Haynes, que se encuentra en Berlín ejerciendo de presidente del Jurado Oficial, ha expresado su deseo de trabajar pronto con la Reina de ‘Narnia’ y del alma de cualquier cinéfilo. En su discurso de apertura de la Berlinale, la ha interpelado: “Eres una heroína, eres una visionaria, divirtámonos un poco algún día”. ¿Os imagináis un futuro en el que el director de ‘Carol’ superara el duelo por la traición de Joaquin Phoenix, que abandonó el proyecto del romance gay que él mismo había propuesto sólo cinco días antes de empezar el rodaje, cambiándolo por Tilda? Haynes ya declaró en diciembre que “el guion y la película en sí misma podrían resucitar de cualquier otra forma”... Soñar, amigas, es gratis.

"Lo peor que podemos hacer es buscar en el cine entender exactamente cómo llegamos hasta aquí"

“La Berlinale es el primer festival de cine al que asistí, en 1986 con Derek Jarman y la primera película que hice, ‘Caravaggio’. Fue mi portal al mundo”, así recuerda la actriz su llegada al certamen. “Nunca he olvidado la deuda que tengo con él. Ser honrada así por este festival en particular es profundamente conmovedor para mí”. Tanta emoción (y el termómetro político) han sido los principales sospechosos tras los quince minutos de discurso que Tilda Swinton tomó para agradecer y dedicar el premio, entregado anoche por Edward Berger. En el parlamento de la escocesa, también aprovechó para reivindicar la defensa sin concesiones del “Estado cinematográfico”, que ha descrito como “un reino ilimitado, intrínsecamente inclusivo, inmune a los esfuerzos de ocupación, colonización, propiedad o desarrollo de la propiedad de la Riviera”.

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“Podemos hacerlo mejor como seres humanos”, continuaba. “Nada tengo más claro. Y en nuestro camino, lo peor que podemos hacer es buscar en el cine, en el arte, las migajas de pan a través del bosque, para entender exactamente cómo [llegamos hasta aquí]”. La reina ha hablado.

La película que cambió la vida a Tilda Swinton: "Pensaba que era un sueño"

En la rueda de hoy, ha referido a una película en concreto para explicar lo “ilimitado” de su concepto del cine “sin fronteras”. Fue la película que le cambió la vida. “Lo más extraordinario es que durante años no supe que era una película. Pensaba que era un sueño”. La vio en televisión y ahora se puede encontrar en YouTube, dura diez minutos. “Es una película de Charles y Ray Eames. Se llama ‘Powers of Ten’. Es una película científica”.

En ella, “la cámara se aleja de dos personas sobre una manta de picnic. Luego salta diez metros. Luego, cien metros. Y ves que están junto a un lago, el lago Michigan, pongamos. Y luego salta, ves Estados Unidos. Después ves el planeta. Luego sales, y ahí está la galaxia. Afuera, afuera, afuera, diez, diez, diez. Y luego te acercas, te acercas, te acercas. Ves el mundo, ves Estados Unidos, ves el lago Michigan, ves la manta. Entras en el dorso de la mano de la mujer, entras en su torrente sanguíneo, llegas directamente al corazón de los átomos de su sistema. Es alucinante”.

powers of ten pelicula
'Powers of ten'

“Y cuando tienes ocho años, es fenomenal. Se la ponemos a niños de ocho años en la fundación que tengo con Mark Cousins”, la Eight and a Half Foundation, una fundación benéfica infantil con ánimo cinéfilo. “Puedes ver cómo se les va la cabeza, y te hace enamorarte del cine”. Deseamos que Tilda se enamore, descanse y vuelva pronto.

Headshot of Mariona Borrull

Especialista en películas de estreno y series de actualidad, festivales internacionales y todas las novedades de cine de autor. Se graduó en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra, en el área de Análisis y crítica.


Lleva seis años escribiendo reseñas y cubriendo noticias en Fotogramas, es la firma semanal de cine en Tot és Comèdia de SER Catalunya y Va de Cine de Radio 4, y colabora regularmente en Gara, El Cultural y SensaCine desde el festival de Cannes, Venecia y Berlín. Se ha colgado la medallita por ser la segunda persona de España en recibir el distintivo Berlinale Talents como periodista.


Le apasionan las series (habla de ellas en Plaça Tísner de Betevé) y el anime, del que escribe en Serielizados y al que da vueltas en el podcast Sopa de Miso, de la misma revista. Podréis leer sus artículos sobre videojuegos indie en la revista LOOP, de GameReport, y ha publicado un capítulo en el libro “Pier Paolo Pasolini. El grito que no cesa” (Semana Internacional de Cine de Valladolid y Caimán, cuadernos de cine, 2022).

Es parte del comité de programación del Festival l’Alternativa de cine independiente de Barcelona, para quienes también lleva la prensa. Desde el año pasado, programa películas sobre vino en el Festival Most. Le veréis como participante y coordinando actividades educativas alrededor del cine, en colaboración con ciclos, festivales y escuelas como La Casa del Cine o ESCAC. Hoy se gana el sueldo, también, como docente de Narrativa Audiovisual en el Grado de Videojuegos de la Universitat Politècnica