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La intersección entre maternidad y literalmente cualquier otra cosa siempre es compleja. Este año, el Nuevo Cine Español habrá parido retratos de madres primerizas tan dispares como ‘Mamífera’ o ‘Salve María’, pero el caso es que no ha parado de mirar al lodazal de emociones, dudas y estigmas que conlleva dar a luz. Ahora bien: el cruce entre maternidad y sordera, como descubriremos en el primer largometraje de Eva Libertad, cruje aún como la nieve fresca. ‘Sorda’, única película íntegramente española en la 75ª edición del Festival de Berlín, pone el foco en la sordera, un suelo que es virgen no por malas intenciones sino por puro desconocimiento. Probablemente falléis si tratáis de enumerar cinco películas con protagonistas sordos.
Ángela (Miriam Garlo), nuestra protagonista, suma un peso extra a la mochila de celos, inseguridades y rabietas incorporadas a cualquier maternidad: no tiene claro si le gustaría que su criatura fuera oyente o sorda. Que Héctor (Álvaro Cervantes), su pareja, sí tenga una respuesta certera le duele, quizás más porque el deseo de él es que la niña oiga. Ángela no sabe cuándo ha empezado a sentir que su condición era un problema, también para ella... Y no sabe cómo explicarlo a su pareja sin herirlo también.
Comentabas que tu hermana Miriam y tú lleváis, sin saberlo, toda tu vida preparándote para esta película. ¿Cuándo te das cuenta de que esto necesita ser una película?
Miriam hace unos años empezó a plantearse ser madre. Entonces, me planteó todas las dudas que tenía sobre esa maternidad sorda. Yo le dije: “Oye, ¿por qué no pones esta lista de miedos por escrito?” Cuando me mandó esa lista, aquello me impactó. Tenía diez páginas con “miedo a, miedo a, miedo a”. De ahí salió el corto [en el que se basa la película, nominado al Goya]. El corto siempre lo he visto como una semillita, o un haiku. Al terminarlo, Miriam y yo nos quedamos con muchas ganas de trabajar juntas. Había tomado conciencia del pedazo de actriz que era. Y aunque yo ya la había dirigido en teatro profesional, al ponerle la cámara fue como: “Pero, ¿esto qué es? O sea, si tengo aquí la mejor actriz posible”. Como guionista, además, tenía la sensación de que quedaba mucho por contar en ese mundo, una inquietud que también recibíamos de los encuentros con el público. De ahí nace el largo, que también nos ha permitido explorar el vínculo entre el mundo oyente y el mundo sordo: las luces, las sombras, las complicaciones y la belleza.
Te has amparado en la autoficción para reevaluar tu vida con Miriam. ¿En qué lugar habéis decidido poner la realidad y la ficción?
Es una pregunta muy bonita, porque aunque Miriam es sorda y todo esto nace de nuestro vínculo, la película es cien por cien ficción. Para construir el personaje de Ángela y su maternidad, monté entrevistas con madres sordas, para que me contasen sus experiencias durante el embarazo, el parto, la crianza, o cómo cambian las relaciones de pareja o con la familia. Es decir, cosas que yo puedo haber vivido con Miriam. De hecho, yo siempre digo que Héctor es trasunto mío, hecho de todas las torpezas que yo he cometido… Pero la trama está completamente ficcionada. Miriam al final decidió no tener hijos y yo tampoco los tengo.
Quizás para hablar de la maternidad no haga falta tener hijos.
No, porque además maternamos de muchas formas, somos seres empáticos y tenemos mucha imaginación. Aunque no haya vivido lo mismo que tú, si me lo compartes puedo empatizar, imaginar y sentirlo también. No será un calco, pero entonces te acercas a un tema con respeto, curiosidad y sensibilidad. Eso sí, al inicio del proceso pasé por una fase en la que tuve que legitimarme a mí misma como oyente a contar una historia con una protagonista sorda. Esta película la he hecho gracias a que Miriam ha estado acompañándome durante el proceso, leyéndose las sucesivas versiones de guión y asesorándome. Yo estoy deseando que venga una directora sorda y haga una película sobre la sordedad desde su experiencia. La que yo podía hacer era esta, una que habla del vínculo entre el mundo oyente y el mundo sordo.
¿Qué te enseñaron esas entrevistas con personas sordas?
De la maternidad, las experiencias de parto que me contaron eran, tantas, mucho más dramáticas de las que he terminado poniendo en la película. [En ‘Sorda’ asistimos a un parto muy confuso y doloroso, complicado por la incomunicación entre las enfermeras oyentes y la paciente sorda]. Hay muchos detalles reales que no puse porque pensé que en pantalla quedaban apretados y escabrosos. Y tampoco quería que esta fuese una película oscura y dramática, porque no quería hablar de la sordedad desde ahí. Lo que veo en Miriam es un esfuerzo por vivir su condición desde un lugar luminoso, a pesar de todas las barreras comunicacionales con las que se encuentra. Eso es bonito.
Héctor es importantísimo en la película. ¿Cómo cambia cuando lo interpreta Álvaro Cervantes?
El personaje del corto, entonces “Darío”, lo interpretó un amigo director de teatro (Pepe Galera). Para el salto al largo, a Héctor tenía que hacerlo un actor. Álvaro llegó al proyecto un año antes de empezar a rodar porque necesitábamos que aprendiese lengua de signos con capacidad de improvisar y interpretación de nivel bilingüe. Un personaje, en dos idiomas, en dos lenguas: lo que ha hecho Álvaro Cervantes es dificilísimo. Pero tenía que ser él, lo vimos clarísimo desde el primer día que improvisaron un par de escenas con Miriam, y para cuando empezamos los ensayos él ya venía con mucho trabajo hecho.
¿A qué referentes volvías cuando tenías dudas durante el rodaje?
De entrada, volví a ver todas las películas que tratan sobre la sordera, como ‘El milagro de Anne Sullivan’, ‘Hijos de un dios menor’, ‘Coda’ o ‘La familia Bélier’. Pero no son mis referentes. Durante todo el proceso quienes me acompañaron fueron ‘El acontecimiento’ de Audrey Diwan, que me marcó mucho, y ‘Tengo sueños eléctricos’ de Valentina Maurel, que nada tiene que ver con ‘Sorda’ pero me hizo preguntarme muchas cosas. Para la pareja en crisis pensaba en Joachim Lafosse en ‘Un amor intranquilo’ o ‘Después de nosotros’. Que son historias sobre parejas que, bueno, viven el amor. Y para el parto, me sirvió mucho la primera parte de ‘Fragmentos de una mujer’ (Kornél Mundruczó), con ese larguísimo parto en casa. Pero lo que más me ha inspirado es el cine que están haciendo directoras españolas últimamente. Son mis mayores referentes.
¿Te sientes arropada en el Nuevo Cine Español?
Siento que me ha legitimado mucho ver a compañeras directoras que están haciendo las películas que quieren hacer, y que son películas muy parecidas también a las que yo quiero hacer. Eso me ha dado mucha seguridad y compañía. A algunas las conozco, a otras no, pero aun así las siento como compañeras.
¿Cómo decides mantenerte siempre focalizada desde el punto de vista de Ángela, hasta el punto de afectar cómo percibimos el mundo a través de ella?
Ha sido por necesidad. Al principio, cuando ya sabía que quería habar del vínculo entre el mundo oyente y el mundo sordo a través de este personaje, en algún laboratorio de guion me aconsejaron que fuera cambiando del punto de vista de Ángela, al de Héctor, y de vuelta. Pero no me salió nunca… Yo necesitaba estar en el punto de vista de ella para contarla y contar a Héctor a través de ella. Necesitaba estar con ella, intentar sentir lo que sentía y, atravesada por su mirada, ver el mundo que la rodea. Por eso nunca pude romper ese punto de vista.
Eso también es precioso, la verdad. ¿Hubo algún momento en qué rodar te redescubriera el carácter de la lengua de signos?
Lo primero, es un idioma muy diferente a los demás. De hecho, sólo grabar la lengua de signos fue un reto. Cuando Gina Ferrer, la directora de fotografía, entró en el proyecto tuve que decirle: “Gina, vamos a grabar esto” (se encuadra con las manos desde la coronilla hasta el pecho). Las manos y los brazos tienen que quedar dentro de plano. Y era como, “ostras, esto es nuevo”. Pero no podíamos perder la lengua de signos, para que la comunidad sorda no se pierda nunca. Esto nos ha condicionado todo el rodaje, pero no lo sabe nadie. Como la película tiene un tema tan atractivo, nadie me pregunta por la parte técnica. Creo que la lengua de signos le da una impronta singular a la película, y ojalá parezca así.
¿Cuáles son los retos a la hora de encuadrar lenguaje de signos?
De entrada, la idea obsesiva que yo transmitía a Gina y a todo el equipo era que las personas sordas captan toda la información a través de los ojos y que, por lo tanto, teníamos que potenciar eso en la película. Eso significó tomar decisiones como, por ejemplo, no perder nunca profundidad de campo. Y luego asegurarnos de que la lengua de signos quedaba dentro de la imagen. Hay muy pocos primeros planos en la película, aun empezando con ellos en una pequeña burbujita de cariño.
Son decisiones que tienen en cuenta que el lenguaje del cine es entendido desde un patio con perspectivas diversas.
Es que es interesante. Otra cosa que buscábamos es que los colores fueran muy puros. No usamos filtros, queríamos que fuesen muy naturales. Que la percepción visual se acercara a la vivencia de las personas sordas. Antes de empezar, hice una investigación sobre artistas sordas y vi un montón de pinturas de colores muy puros. A Gine le hablé de esto, incluso le hice un dosier. Cero filtros, naturalidad en el campo y que no se nos pierda la lengua de signos. Y un trabajo intenso sobre el diseño de sonido… Que no puedo desvelar, porque es spoiler.
Especialista en películas de estreno y series de actualidad, festivales internacionales y todas las novedades de cine de autor. Se graduó en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra, en el área de Análisis y crítica.
Lleva seis años escribiendo reseñas y cubriendo noticias en Fotogramas, es la firma semanal de cine en Tot és Comèdia de SER Catalunya y Va de Cine de Radio 4, y colabora regularmente en Gara, El Cultural y SensaCine desde el festival de Cannes, Venecia y Berlín. Se ha colgado la medallita por ser la segunda persona de España en recibir el distintivo Berlinale Talents como periodista.
Le apasionan las series (habla de ellas en Plaça Tísner de Betevé) y el anime, del que escribe en Serielizados y al que da vueltas en el podcast Sopa de Miso, de la misma revista. Podréis leer sus artículos sobre videojuegos indie en la revista LOOP, de GameReport, y ha publicado un capítulo en el libro “Pier Paolo Pasolini. El grito que no cesa” (Semana Internacional de Cine de Valladolid y Caimán, cuadernos de cine, 2022).
Es parte del comité de programación del Festival l’Alternativa de cine independiente de Barcelona, para quienes también lleva la prensa. Desde el año pasado, programa películas sobre vino en el Festival Most. Le veréis como participante y coordinando actividades educativas alrededor del cine, en colaboración con ciclos, festivales y escuelas como La Casa del Cine o ESCAC. Hoy se gana el sueldo, también, como docente de Narrativa Audiovisual en el Grado de Videojuegos de la Universitat Politècnica