Quién: Jacques Doillon, cineasta más conocido en Francia que en el mundo exterior, ha dirigido films como 'Ponette', 'Raja' o 'Le petit criminel', y compite por tercera vez por la Palma de Oro.
Qué: Rodin (Vincent Lindon) dedica su vida a la escultura y al amor, primero con Camille Claudel (a la que esta vez da vida Izïa Higelin, la hija del cantante Jacques Higelin, revelación de 'Un amor de verano'), y luego con las modelos que pululan por su estudio. También nos explica sus obras.
Cómo: Nunca salimos de la paradoja de que, para retratar a genios tan avanzados a su tiempo como Auguste Rodin, del que se dice en el film que “no debería mostrar sus esculturas hasta pasados diez años”, se recurra a géneros tan acartonados como el biopic. Al igual que 'Le redoutable' imita las formas de Godard, Doillon también se inspira de las obras de Rodin para reproducir la vida del escultor. Izïa nos recuerda igualmente que “todas nuestra vida está aquí”, refiriéndose a las estatuas en el estudio de Rodin, donde Camille, en un principio, es aprendiz. Pero tomar prestadas las formas del artista retratado es sólo una variante en las estrictas normas del género, que aquí, pese a una cierta elegancia y la difusa voluntad de escarbar en busca de algo más profundo, no impide que la película acabe clasificada de otro modo que como un clásico biopic wikipédico.
La pasión con la que Vincent Lindon encarna al personaje tampoco acaba de arreglar las cosas (otra paradoja), la intensidad de su mirada y sus extrañas poses bordean el ridículo en demasiados momentos, casi como si estuviésemos en un Celebrities de Joaquín Reyes, y digo bien 'casi', porque Lindon parece nacido para lucir las barbas de Rodin. Y además habla demasiado. No calla, ni cuando está solo, momentos en los que nos explica todo lo que ha querido expresar en sus obras. Reconozcamos que lo de pensar en voz alta no es un buen recurso, ni siquiera cuando hablamos de genios locos. La bella Izïa, rebosante de sensualidad, tampoco acaba de dar la talla, las escenas dramáticas le vienen grandes, mientras que las inevitables estrellas invitadas, personalidades de la época como Victor Hugo, Balzac, Paul Claudel, Cézanne o Monet, entre otros, desfilan como en una pesadilla en el museo de cera. Una vez más, el clásico biopic que contrasta con la genialidad del artista retratado.
El foco del film está en la relación pasional, que es no es tan hot como la de Izïa en 'Un amor de verano'. Es más, volvemos a la paradoja: Si Rodin fue “el primero que expuso el placer femenino”, o algo así se dice en el film, ¿por qué no somos capaces de olerlo en su película? ¿Por qué las escenas de cama se resuelven a puerta cerrada? 'Rodin', como todas las que se ven en Cannes, no es una mala película. Pero le falta audacia, romper normas, aportar algo. El problema no es el film, que cumple su función y encontrará a su público sin problemas, sino su ubicación en lo que se vende como el mayor laboratorio cinéfilo del mundo. Hubiera estado mejor como 'sesión especial'. Salimos de la proyección pensando naturalmente en Bruno Dumont, cuya 'Camille Claudel', con una inmensa Juliette Binoche, es justo lo contrario. Pero, después de hora y media de cola (cena incluida), nos quedamos fuera de su musical sobre Juana de Arco, que es uno de los hits del festival. Una pena de las gordas.