A grandes rasgos, la carrera de François Ozon puede verse como una reescritura de la modernidad cinematográfica europea. El cineasta francés a adaptado a Fassbinder (en ‘Gotas de agua sobre piedras calientes’), ha homenajeado a Jacques Demy (en ‘8 mujeres’) y en ‘Joven y bonita’ supo condensar los universos de ‘Vivir su vida’ de Jean-Luc Godard y ‘Bella de día (Belle de jour)’ de Luis Buñuel. La figura del cineasta de Calanda aparece mencionada en varias ocasiones en ‘Tout s'est bien passé’, la nueva película de Ozon, que concursa en la Sección Oficial de Festival de Cannes. El marido de una de las protagonistas (Éric Caravaca) trabaja en La Cinémathèque française y allí esta presentando un ciclo dedicado a Buñuel. La cita podría quedarse en anécdota si no fuese por el gesto subversivo que se esconde en el corazón de ‘Tout s’est bien passé’, una película que aborda el tema de la eutanasia esquivando puntualmente la gravedad para otear el horizonte de la más sibilina y punzante comedia negra.

"tout s'est bien passé"
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El planteamiento de ‘Tout s’est bien passé’ les resultará familiar a los espectadores que hayan visto títulos como ‘Mar adentro’ de Alejandro Amenábar o ‘La decisión’ de Roger Michell. Aquí tenemos a un pequeño núcleo familiar en el que dos hermanas, Emmanuèle y Pascale (Sophie Marceau y Géraldine Pailhas), deben acudir en ayuda de un padre (extraordinario, como siempre, André Dussollier) que queda totalmente paralizado después de sufrir un infarto cerebral. El trágico acontecimiento despierta en Emmanuèle recuerdos de su infancia, en los que se percibe la difícil personalidad del padre, un hombre cuyo encanto y éxito profesional contrastan con unos episodios depresivos que podrían tener relación con su salida del armario, años atrás. Postrado en una cama, con su cuerpo inerte, el padre le solicita a Emmanuèle que le ayude a acabar con su vida, lo cual disparará una colección de fuertes dilemas éticos y morales en el seno familiar. Unas disyuntivas que la película resuelve mirando de cara a la compasión y el amor que palpitan en la valiente decisión de cumplir los deseos de un ser querido que sufre.

françois ozon
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Decidido a situar en primer plano la dimensión humana de la historia, Ozon renuncia al manierismo imperante en gran parte de su obra. Sobria y quizá un poco esquemática, ‘Tout s’est bien passé’ resigue las peripecias de sus protagonistas desde una distancia media, dejando lugar para que las emociones afloren y fluyan con naturalidad, pero también manejando con precisión los mecanismos tragicómicos de la función. De hecho, en su nuevo trabajo, Ozon parece más preocupado por hacer encajar todas las piezas de su guion que por darle brío fílmico a través de la puesta en escena. Pese a las citas a Buñuel y la extraordinaria aparición de Hanna Schygulla, musa de Fassbinder, estamos ante uno de los trabajos más ortodoxos del director de ‘En la casa’. Basada en la novela homónima y autobiográfica de Emmanuèle Bernheim, colaboradora de Ozon en los guiones de ‘Bajo la arena’, ‘Swimming Pool’ y ‘5×2’, ‘Tout s’est bien passé’ acaba rindiendo tributo al coraje de unos personajes que afrontan con enorme dignidad una situación imposible.