Lejos de los malabarismos autoficcionales de antaño, Nanni Moretti, uno de los grandes maestros del cine italiano de las últimas décadas, ha ido labrando, en sus últimos trabajos, un estilo que cabría definir como neoclásico. Así, su nueva película, ‘Tre piani’ (‘Tres pisos’), se presenta como una obra sobria y alérgica a todo artificio, que nos devuelve a los territorios de ‘Mia madre’, ‘Habemus papam’ o la ya más lejana ‘La habitación del hijo’. Hablamos de películas abocadas a la discreta observación de las aflicciones cotidianas de sus protagonistas. Un conjunto de pesares que, en ‘Tre piani’, se multiplican debido a la condición coral de una película que tiene como protagonistas a los vecinos de un edificio de tres pisos situado en Roma. Estamos en el corazón de la Italia de clase media alta, donde conviven jueces, arquitectos y técnicos de la construcción, aunque más que la especificidad de las profesiones y situaciones financieras de los personajes, a Moretti parece interesarle sobre todo la universalidad de los dramas que se desatan en su nuevo y melancólico film.

Basada en la novela homónima del escritor israelí Eshkol Nevo, ‘Tres pisos’ reúne en sus imágenes a una pareja de mediana edad (Elena Lietti y Riccardo Scamarcio) preocupada por el bienestar de una hija pequeña que, una noche, se pierde en un bosque con un vecino mayor, que muestra síntomas de demencia. También aparece una mujer joven (Alba Rohrwacher) que, al afrontar la difícil experiencia de su primera maternidad, empieza a sospechar que podría estarse volviendo loca, como le ocurrió a su madre. En otro piso, una adolescente intenta conquistar al personaje interpretado por Scamarcio. Y, por ultimo, el propio Moretti y Margherita Buy, protagonista de ‘Mia Madre’, encarnan a un matrimonio de edad avanzada que debe afrontar la odisea legal de su hijo, que ha matado a una mujer en el accidente de coche que abre la película. A partir de este tapiz de premisas dramáticas, el director de ‘Caro dario’ construye un relato en el que la tensión de los conflictos contrasta con una puesta en escena tremendamente asordinada, contenida, ajena a todo alarde estético.

france film festival cannes
JOHN MACDOUGALL//Getty Images

Desplegando una admirable economía formal y dramática, Moretti elabora una película que, preocupada por el transcurso del tiempo –lo dejan bien claro las dos elipsis de cinco años que agujerean violentamente el relato–, aborda con una humanidad desarmante temáticas tan variadas y universales como los miedos que genera la paternidad, el dolor provocado por la ausencia, la confusión del acceso a la edad adulta o el despertar al horizonte de la mortalidad. Afianzada en el modelo literario del relato coral, ‘Tre piani’ puede sorprender a los espectadores acostumbrados al devaneo narrativo de la ficción serial televisiva. Moretti, a riesgo de poder parecer superficial, prefiere la síntesis de contornos bien definidos a la prolongación desdibujadas de dramas inertes. Viendo ‘Tre piani’, a este crítico le vinieron a la cabeza títulos como ‘La calle’ (‘Street Scene’), ‘Vidas cruzadas’, o ‘Yi Yi’. Y, aunque a primera vista podría parecer que la empresa de Moretti es más humilde que las de King Vidor, Robert Altman y Edward Yang, el italiano comparte con todos ellos la voluntad de otear, manifestando un enorme respeto hacia sus personajes, los sinsabores y alegrías de la condición humana.