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Dos años después del triunfo de Julia Ducournau con 'Titane', el Festival de Cannes suma un nuevo nombre femenino a su nómina de ganadoras de la Palma de Oro. En esta ocasión, es la también francesa Justine Triet la que, con justicia, se encarama al panteón del certamen francés gracias a la magnífica 'Anatomie d’une chute' ('Anatomía de una caída'), film que entrecruza drama familiar y cine judicial para ofrecer una inquietante mirada a la sala de máquinas de la vida en sociedad. Sostenida por un torrencial despliegue narrativo y formal, 'Anatomie d’une chute' centra su mirada en la figura de una escritora (fascinante y hermética Sandra Huller) que, tras la muerte de su marido, víctima de la misteriosa caída del título, se ve convertida en sospechosa de asesinato. En esta tesitura, Triet nunca pierde de vista a su protagonista, con la que empatiza sin tapujos, pero también se resiste a clarificar los detalles de la muerte del marido. La figura hitchcockiana del falso culpable se da la mano con la impotencia que experimentará la escritora al descubrirse atrapada en las codificadas garras del proceso judicial.
En una escena clave de la película, el abogado de la escritora le clarifica a su cliente que, ante un tribunal, “la verdad no importa”, lo que importa es la lógica de la defensa. Por su parte, Triet se encarga de mostrar el proceso judicial como un territorio hostil, casi deshumanizado, en el que las hipótesis son defendidas como verdades absolutas. De algún modo, en su subtexto más punzante, 'Anatomie d’une chute' ilustra la incapacidad de la maquinaria social para integrar la incertidumbre en sus mecanismos más esenciales. Una tesis inquietante que Triet utiliza como telón de fondo para una película de múltiples capas. Y es que la directora de la frenética 'La batalla de Solferino' y la densa 'El reflejo de Sibyl' sabe expandir el núcleo de su película, formado por el juicio, hacia muchos otros territorios: la relación de la escritora con su hijo ciego, las tensiones que provocan las diferencias culturales (la escritora es una alemana que vive en Francia), las asperezas que genera en el matrimonio el éxito de la esposa y las frustraciones del marido… Un fértil compendio de conflictos interpersonales con el que Triet, de 44 años, ingresa en la primera fila de cineastas francesas.
Pero la Palma de Oro no fue el único acierto del jurado presidido por el sueco Ruben Östlund. El Gran Premio fue para la magistral 'The Zone of Interest', en la que el británico Jonathan Glazer disecciona, con mano quirúrgica, la banalidad del mal en la que se sumió el pueblo alemán durante el Holocausto. Concebida como una adaptación libre de la novela homónima de Martin Amis, la película sabe capturar todo el horror de la obra del escritor británico, recientemente fallecido. Asumiendo con enorme rigor la apuesta por el trabajo con el fuera de campo, Glazer sitúa la acción de 'The Zone of Interest' en los aledaños de Auschwitz, donde la familia del comandante general del campo de concentración nazi “disfruta” de una espeluznante utopía pequeñoburguesa. Para destapar el horror detrás de esta siniestra normalidad, Glazer construye una audaz estrategia de filmación que parece replicar las formas de la telerrealidad para revelar la monstruosidad de una vida de fantasía, sostenida por la más atroz inmoralidad.
También fue muy acertada la entrega del Premio del Jurado al finlandés Aki Kaurismäki, que en 'Fallen Leaves' regala a la cinefilia un nuevo manifiesto en favor de la bondad de las almas nobles y en contra de la corrupción de la sociedad de consumo. Invocando la memoria de Robert Bresson y Charlie Chaplin, Kaurismäki vuelve a reivindicarse como uno de los pocos cineastas capaces de verter luz sobre la oscuridad de nuestros tiempos sin caer en la solemnidad y el sentimentalismo. Una lección de cine y humanidad. Y mucha es la humanidad que subyace en los dos trabajos destacados con los premios interpretativos. El japonés Koji Yakusho era el gran favorito al premio masculino y cumplió los pronósticos gracias a su contenida y muy emocionante encarnación de un hombre que encuentra un cierto sosiego espiritual en su labor como limpiador de baños públicos en Tokio. Por su parte, la turca Merve Dizdar fue galardonada por su notable trabajo en 'Kuru otlar ustune (About Dry Grasses)' de Nuri Bilge Ceylan, donde da vida a la empoderada superviviente de un atentado terrorista. En todo caso, cabe apuntar que Dizdar se benefició de los premios mayores que recibieron 'Anatomie d’une chute' y 'The Zone of Interest', ambas protagonizadas con Sandra Hüller. Si las normas del Festival de Cannes permitiesen entregar dos premios a una misma película, Hüller se hubiese llevado el gato al agua con toda probabilidad.
El jurado estuvo tan acertado que incluso sus decisiones más discutibles tuvieron una cara redimible. Así, por ejemplo, aunque el trabajo del vietnamita Tran Anh Hùng no está al nivel del de cineasta olvidados en el palmarés como Marco Bellocchio o Alice Rohrwacher, su preciosista labor en 'La passion de Dodin Bouffant' (‘'The Pot-au-feu') tiene el mérito de elevar a la categoría de arte el trabajo artesanal de la cocinera a la que da vida Juliette Boniche en el film. Por su parte, el guion de Yuji Sakamoto para 'Monster', la nueva película de Hirozazu Koreeda adolece de un cierto maniqueísmo, pero tiene la virtud de abarcar un amplísimo abanico de las lacras que afectan, hoy en día, a la realidad nipona, de la desconfianza de las familias en las instituciones educativas a la pervivencia del machismo en una sociedad marcadamente patriarcal.
Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.
Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros.
En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.