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María (Laia Marull) regresa al pueblo que abandonó para trabajar en un molino industrial. Mientras los vecinos contemplan con satisfacción su fracaso vital, conoce a Miquel (Sergi López), un expresidiario con el que forja una inesperado y místico vínculo.
Así de magnético es la sinopsis de 'La tierra negra', nueva película de Alberto Morais tras 'Las olas' (2011), 'Los chicos del puerto' (2013) y 'La madre' (2016) en la que ha vuelto a unir a Laia Marull y Sergi López intérpretes que trabajan junto por quinta vez después de 'Lisboa' (Antonio Hernández, 1999), 'Pa negre (Pan negro)' (Agustí Villaronga, 2010), 'Quatretondeta' (Pol Rodríguez, 2016) y 'La inocencia' (Lucía Alemany, 2019).
En pleno Festival de Cine de Málaga, hablamos con Laia Marull y Sergi López sobre 'La tierra negra', el machismo y los avances de la sociedad.
¿Cómo ha sido construir estos personajes tan sobrios?
Laia Marull: Yo encuentro que, a veces, las limitaciones nos liberan. Cuando estás restringido en un espacio o en un tono, a veces te hace volar, porque no necesitas lo que muchas veces hacemos para que parezca más real, más del día a día, sino que te vas a un sitio más interior. La película tiene un poco de mística, pero te vas a un sitio más de esencia.
Sergi López: Es fascinante. Nuestro oficio, que lo hacemos por vocación, es fascinante intentar acercarnos a este misterio que es actuar, cómo se actúa, qué quiere decir, dónde estás. Nuestra manera de actuar tan sobria, tan despojada de superficialidad, te obliga a mirar al interior, te obliga a ir en el fondo a la esencia. Para actuar tienes que intentar tocar algo del alma, que es esta cosa tan etérea.
¿Sigue persiguiéndonos la culpa?
LM: Está en todas las sociedades, lo que pasa es que en los pueblos, al ser más pequeños, está más a la vista, más en la superficie. Pero sí que es verdad que está más en el día a día. Esta es una mujer herida y con un pasado. Vuelve al pueblo y tiene, quizá, una parte de culpa por haber dejado al hermano solo, pero también hay un pasado con el padre que no se cuenta, pero que está ahí. Y yo creo que ella, más que heroína, creo que es un personaje que se ha creado unos un una protección, una coraza, unos muros de protección para aislarse y también para decir: 'Yo no tengo nada que ver con esto. Vale, estoy aquí, necesito estar aquí para sobrevivir, pero no voy a entrar en este juego y no voy a ser cómplice de esto'. Y bueno, claro, el personaje de de Sergi, el forastero, el que llega de fuera y que por lo que sea conectan y la va a transformar en ese sentido, pero tendrá que pasar un Via Crucis para acabarse de liberar.
¿Es un ángel el protagonista?
SL: El personaje se redime ofreciendo su vida a cambio de salvar la de ella, pero sí, es un poco un ángel este personaje. Es verdad que son dos personajes que transportan un dolor, una culpabilidad. Esto yo creo que les une, seguramente es lo que hace que uno sea curativo para el otro. Me encanta esta esta cosa tan distinta a todas las películas que hace Alberto. Me encanta esta idea de rascar ahí dentro, llegando a cosas que son casi cine fantástico. Hay un momento que el personaje tiene como unos poderes, pero que son poderes del alma. Cinematográficamente lo cuento una idea brutal y muy reveladora.
¿Cuáles han sido las referencias fundamentales de Alberto Morais a la hora de crear 'La tierra negra'?
SL: Alberto tienen muchas referencias. Del neorrealismo italiano, de Pasolini... Él habla mucho de cine, es realmente un cineasta, el cine es su vida, su vida. Antes hablábamos de la masculinidad rural, pero la película tiene algo de fábula también, tiene es algo tiene una historia un poco simbólica. No habla solamente de la ruralidad, sino de una masculinidad tóxica que todos reconocemos y que tiñe a la tierra de un color negro, de ahí el título de 'La tierra negra'.
LM: Habla de una sociedad enquistada. Es curiosa la película, porque encuentro que es verdad que está como diciendo que qué sociedad tan fea en la que vivimos, pero está llenando de luz y de esperanza con unos personajes perdidos que no tendrían una salida y que, de alguna manera, su humanidad los llevará a tener esa salida.
La película no tiene miedo a la hora de mostrar el machismo de la sociedad...
SL: La película habla de unas raíces no solamente machistas, sino fascistas. Unas raíces ancladas en la culpa, en el juicio del otro, en no perdonar... A mi personaje, en cuanto la gente corre la voz de que ha estado en prisión, y sin saber por qué causa, sin saber por qué ha sido, ya se genera una inercia violenta. Y la sociedad en la que estamos está un poco perdida, como los hombres en esta película. Se parece mucho.
¿No hemos mejorado como sociedad?
LM: Es una faceta de la sociedad que no mejora, no hay manera. Cuando eres pequeña e hija de una feminista y tal, ves cosas que crees que ya se han superado. Y no, te vas dando cuenta que no, que no hay manera. Parece que sí, que vamos avanzando en eso del feminismo, en la igualdad, pero sigue allí. Alberto lo ha reflejado, no únicamente machismo, como dice Sergi, creo que hay fascismo y, en la película, parte de ese fascismo sería también el machismo y el poder abusar de alguien solo porque es mujer.
SL: Hay que ir a ver cine, hay que ver cosas distintas, hay que dar la palabra a los autores, las autoras, las actrices, las productoras, la gente que tiene la valentía, el coraje de inventarse historias que nos conmuevan, que nos sitúen en un lugar un poco incómodo. Libertad a saco, es lo que nos haría falta.
LM: Y que las películas hablen por ellas mismas.
Director digital de Fotogramas.es y el español vivo que ha visto y ve más cine español. Se mete 1,7 películas al día y escribe sobre ellas 40 horas a la semana desde hace 20 años. Y no solo cine patrio. Desde los títulos más indies hasta los blockbuster imprescindibles o lo más selecto de los festivales internacionales. Todo vale para alimentar su inagotable ansia cinéfila. Y, por supuesto, sin dejar de lado las series de televisión.
Por su grabadora ha pasado todo el 'star system' español… y gran parte del internacional. Desde que se licenció en Periodismo allá por… Bueno, desde que se licenció en Periodismo, ha trabajado en varias cabeceras de Hearst, como TP, Supertele o Teleindiscreta, antes de aterrizar en Fotogramas, curiosamente, la revista que le empezó a despertar su pasión por el séptimo arte desde bien pequeñito.
También es actor pero, a la espera del Goya Revelación, está felizmente encasillado en su papel.