El tiempo va añadiendo capas de pinturas en nuestra existencia. Algunas son espesas y oscuras, luego pueden venir otras más ligeras o luminosas y, en muchos momentos de la vida, solo se añaden barnices transparentes. El último color, que verdaderamente nos ha marcado, siempre se adivina a la perfección, y la única diferencia es su brillo, más mate, brillante o satinado.

Avanzamos con el tiempo y las capas se superponen, pero hay que tener mucho cuidado, los golpes, incluso los roces, hacen que las viejas capas, que ya pensábamos haber cubierto, salgan de nuevo a la luz. Y nada se percibe mejor que una raya negra sobre un fondo blanco.

Hilda, la protagonista de estas singulares vacaciones, conoce esta inevitable mecánica de la memoria del cuerpo. Arquitecta, instalada en Concepción, avanza en su vida pensando que ya ha superado épocas pasadas y malos tragos de su existencia. El presente le devuelve al pasado continuamente, pero ella se aferra a su vida actual. Se relaciona lo mínimo posible con los demás para no volver a sufrir, pero una visita inesperada lo cambia todo. El reencuentro, deseado desde hace tiempo, le traslada a un verano que creía cubierto por la capa de pintura menos sólida, el olvido.

Artista visual, dramaturgo y director, Agustín Banchero deslumbra con su ópera prima por su capacidad de ensoñación. Desde el inicio de su film estéticamente impecable, el cineasta lanza a la gran pantalla la proyección de la memoria de la protagonista: las imágenes del pasado y del presente, yuxtapuestas. El baile de la memoria ha comenzado su gran noche.

'las vacaciones de hilda'
'Las vacaciones de Hilda'

Dividido en dos tiempos, invierno y verano, en una primera parte acompañamos a Hilda en su vida actual. En un guion labrado con la maestría de un orfebre del tiempo, por el momento los diálogos y las situaciones pasan desapercibidos para el espectador. Según avanza la película, los choques con la realidad (personas que nos recuerdan tanto a otras que hasta podrían ser las misma, situaciones actuales que se asemejan a momentos del pasado, detalles insignificantes anclados ya en la memoria…) van surcando la memoria de Hilda y agrietando la piel de su pasado.

En la segunda parte, todo cobra un sentido diferente. Volvemos a leer el presente de la protagonista, desde su pasado, y los detalles de la primera mitad del film encuentran su verdadero significado. Ya no se trata de simples gotas que se deslizan por una pared, sino las lágrimas que Hilda derramó en ese verano. Las semillas de un silo pueden volar por el aire, como los hijos (esas otras semillas tan personales) también pueden no regresar al hogar… Y ella ya ha vuelto al pasado (ese ‘ahora’ -que comentan sus hijos-, tan indefinido para todos nosotros).

La actriz Carla Moscatelli aporta todos los matices que necesitaba un rol tan complicado. Incluso, más. La interprete se desdobla en la parte final de la película, trazando su magnífica actuación por un tránsito de la inmensa tristeza del inicio hasta una energía desbordada, que el tiempo, por desgracia, también se ocupará de cambiar.

Quizá la mejor valoración que una película puede obtener es que, según acaben los títulos créditos, el espectador desee volver a verla.Las vacaciones de Hilda’ produce ese mágico efecto: querer prolongar el placer de disfrutar otra vez de una historia tan sólidamente construida y con tal nivel de interpretación.

New Direct@rs 69º Festival de San Sebastián

Título original: Las vacaciones de Hilda Dirección y Guion: Agustín Banchero Fotografía: Lucas Cilintano Montaje: Juan Álvarez Neme Reparto: Carla Moscatelli, Edgardo Castro, Gabriel Villanueva Duración: 88 min. País: Uruguay, Brasil (2021)

Sinopsis: Hilda es una mujer solitaria que vive en el pueblo de Concepción. Intencionalmente quiebra cualquier tipo de relación afectiva con las personas de su entorno cercano. Su vida se ve interrumpida por el aviso de que su hijo viene a visitarla después de varios años. Así ella comienza los preparativos para mejorar su casa y su imagen que ha decaído en los últimos tiempos. Sobre la fecha, su hijo cancela la visita y la pospone por tiempo indeterminado. Ahora Hilda deberá vivir un verano en el pasado.