¿De qué va?. Un grupo de 80 americanos emigrados que trabajan en un edificio de Bogotá, Colombia, se ven atrapados en su lugar de trabajo mientras una voz les hace plantearse dudas morales sobre qué hacer en situaciones límites. Su vida está en juego si no hacen lo que se espera de ellos.

¿Y qué tal?. James Gunn ha aprovechado el descanso entre los rodajes de las dos entregas de 'Guardianes de la Galaxia' para volver a sus raíces y escribir el guion de una película que recuerda en tono e intenciones a 'Super' - la vuelta de tuerca aún más macabra y violenta a 'Kick-Ass' -, la película que dirigió antes de domesticarse y pasar a formar parte de la nómina de los estudios Marvel. Con un reparto de lleno de caras televisivas cuyos nombre el espectador seguramente no recuerde pero sí haya visto decenas de veces, 'The Belko Experiment' es la enésima vuelta de tuerca al subgénero que empezó la mítica 'El señor de las moscas'.

McLean y Gunn encierran a 80 personas en el bloque de oficinas de una empresa en mitad de ninguna parte y obligan a sus personajes a preguntarse qué harían en las circunstancias más extrañas. El dilema moral está ahí, pero cuando la película explota de verdad - nunca mejor dicho - es cuando el pánico se desata y la sangre empiezan a llenar los pasillos, ascensor y sótanos de ese bunker infranqueable en el que se convierte el lugar de trabajo. Consciente de lo que tiene entre manos, los cineastas van al grano y la película apenas pierde tiempo en la presentación de personajes antes de lanzar el detonante de la historia: ya son las acciones y decisiones posteriores las que definen claramente de qué pasta esta hecho cada trabajador de la empresa.

Esta es una de esas películas en las que todo el mundo se lo está pasando bien. El director disfruta porque se entrega de llena a la violencia que ya desplegó en sus anteriores trabajos, el guionista porque puede soltar toda la mala baba que Disney le hace guardarse en sus películas para todos los públicos y los actores porque se dejan llevar a sabiendas que están en un divertimento sin pretensiones. Pero, lo que es más importante, el que mejor se lo pasa es el espectador. Todo el mundo ha fantaseado en alguna ocasión con deshacerse de algún compañero de trabajo y 'The Belko Experiment' lleva al extremo la idea con una serie de muertes aparatosas y gráficas que van ganando impacto según avanza el metraje. Cuanto más se acerca la película a su delirante clímax, más libre y satisfactoria resulta. Exista sensación de 'deja vu' en la propuesta, pero los resultados son tan disfrutables que sorprende que la cinta no forme parte de la programación del próximo Festival de Sitges.