¿Quién? Joe Wright vuelve a su especialidad, los dramas de época, después de fracasar estrepitosamente con 'Pan: regreso a Nunca Jamás'. Si en 'Orgullo y prejuicio', 'Expiación. Más allá de la pasión' y 'Anna Karenina' se había mostrado como un maestro contador de historias femeninas, en 'El instante más oscuro' hace un perfil del líder político más famoso en la historia del Reino Unido. El cineasta se apoya en el libreto de Anthony McCarten, nominado al Oscar como productor y guionista por 'La teoría del todo'.

¿Qué? Winston Churchill (Gary Oldman) se convierte en el primer ministro británico en un momento realmente crucial para su país en plena Segunda Guerra Mundial. Los nazis avanzan imparables conquistando prácticamente la totalidad del continente europeo y amenazan con una invasión a Inglaterra. Churchill, una figura política impredecible, poco carismática y al que nadie quería en el poder, tiene que tomar una decisión imposible: explorar la posibilidad de un tratado de paz con Alemania o ser fiel a sus ideales y luchar por la liberación de Europa.

¿Y qué tal? Sobre el papel, 'El instante más oscuro' parecía otra más de las muchas películas biográficas que se estrenan cada año. Las expectativas tampoco eran particularmente halagüeñas. El director Joe Wright no estaba en el mejor momento de su carrera, la caracterización de Gary Oldman parecía grotesca y ya había demasiados proyectos sobre Winston Churchill sobre la mesa (en los últimos doce meses se ha estrenado otra película británica con Brian Cox y una serie de Netflix, 'The Crown', que está a punto de dar el Emmy a John Lithgow). Sin embargo, la película ha superado cualquier expectativa en su puesta de largo en Telluride y Toronto, confirmándose como una seria aspirante en la próxima temporada de premios.

'El instante más oscuro' es un vibrante thriller de despachos que nunca se deja ahogar gracias a una audaz puesta en escena que nos recuerda por qué Wright nos enamoró con el baile de que Elizabeth y el señor Darcy comparten en 'Orgullo y prejuicio' o con el plano secuencia de la playa de Dunkerque en 'Expiación'. Aquí los hallazgos visuales no llegan tan lejos, pero sí resultan fundamentales para que la propuesta no quede ahogada por el verborreico guion de McCarten y la inmensa presencia de Oldman. El director se rodea de los mejores para elevar la apuesta audiovisual del atípico biopic: la fotografía es de Bruno Delbonnel (habitual de Jean-Pierre Jeunet y los hermanos Coen) y la épica banda sonora pertenece a su colaborador habitual Dario Marianelli. Todo ayuda a crear una sensación atmosférica de angustia en este sensacional retrato de Winston Churchill, el héroe político que nadie esperaba y que aquí protagoniza momentos memorables tanto en la intimidad (sus enfrentamientos con sus asesores o sus conversaciones con su esposa), el parlamento británico (el inolvidable discurso en el que anunciaba que no negociaría con Hitler) o, incluso, en la via pública (hay un momento memorable en el metro en el que el primer ministro protagoniza un momento digno de 'Spider-Man 2').

Gary Oldman no era, a priori, la opción más razonable para ser Churchill. No se parecen físicamente y el estilo interpretativo está en las antípodas de lo que pide un personaje más grande que la propia vida (nadie diría que 'El topo' y 'El instante más oscuro' comparten protagonista). En las primeras fotos el maquillaje prostético parecía excesivo, pero en la película resulta un milagro que permite convertirse al actor en otra persona sin perder ni un ápice de expresividad. No vemos a Oldman, pero sí le sentimos y, sobre todo, le escuchamos. La interpretación de Oldman puede ser excesiva y desconcertante por anómala en su carrera, pero su trabajo es tan arrollador que resulta imposible imaginarse a otro actor con la estatuilla en la mano. Para bien y para mal, es una interpretación "de Oscar".