¿De qué va? Bernadine Williams (Alfre Woodard) es una funcionaria de prisiones que, a lo largo de varios años, se ha alejado cada vez más de su marido para centrarse en realizar ejecuciones en una prisión de máxima seguridad. Cuando empieza a generar una relación especial con uno de los presos que ingresan en su sector, Anthony Woods (Aldis Hodge), Williams comienza a darse cuenta de que algo ha cambiado dentro de su ser. Nuevas preguntas comienzan a asomar en su mente, algunas relacionadas con la ética de la pena de muerte, otras con los deseos reprimidos que durante décadas ha intentado suprimir.

¿Y qué tal? Su victoria no fue igual de mediática que las de 'El nacimiento de una nación', 'Whiplash' o 'Precious' pero el Gran Premio del Jurado de 'Clemency' en el último Festival de Sundance es una llamada de atención a una delicada película que corría el riesgo de pasar desapercibida. Nada tienen que ver las formas del regreso a la dirección de Chinonye Chukwu con otras aproximaciones del cine estadounidense al corredor de la muerte. A pesar de su ánimo de denuncia, 'La milla verde', 'La vida de David Gale' o 'Pena de muerte' nunca se olvidaban de su condición de producto de Hollywood en su visión de la pena capital. Chukwu se olvida del melodrama para centrarse en construir una empática mirada a las consecuencias que el corredor del a muerte tiene en todos aquellos que entran en relación con ella, ya sean los trabajadores de la prisión, el cura, el abogado defensor o, por supuesto, el propio condenado. Es una apuesta conceptual con la que el espectador debe conectar o se quedará fuera de un drama que huye de la complacencia o las respuestas fáciles.

Una contenida pero demoledora interpretación de Alfre Woodard es el ancla del filme. La veterana actriz afroamericana, que podría volver a los premios de la Academia 36 años de su primera y única nominación al Oscar, da vida a la jefa de una prisión que empieza a cuestionarse todo en lo que cree cuando una ejecución acaba provocando un innecesario y desagradable sufrimiento para la víctima. Es un trabajo que se cuece a fuego lento: al principio parece un personaje desconectado de su realidad, pero 90 minutos después resulta imposible no ponerse en la piel de Bernadine. Es un personaje complejo que la película utiliza hábilmente para representar las secuelas que supone en la humanidad de una persona participar en un proceso que va a acabar con la vida de otra. Woodard aprovecha esta oportunidad para ponerse al frente de un drama notable: el clímax de la película le regala la secuencia más impactante en la carrera de una secundaria de lujo con 40 años de experiencia a sus espaldas.

En su reivindicable mirada humanista a la pena capital 'Clemency' toma una decisión difícil de comprender cuando el guion presenta sospechas alrededor del caso del preso condenado a muerte alrededor del que gira toda la película (un estupendo Aldis Hodge). En una película que busca retratar la pérdida de la humanidad al ser testigo y parte de un proceso tan atroz, la culpabilidad del que lo sufre debería ser dejada al margen si no quieres arriesgarte a que tu poderosa tesis estalle en mil pedazos.