Según la cultura cinéfila actual, para la que la “carrera por el Oscar” se ha convertido en la vara de medir definitiva para la grandeza fílmica, Alfonso Cuarón ya había tocado el cielo del séptimo arte con su Oscar al Mejor Director por Gravity. Sin embargo, para los más nostálgicos, y quizá también para Cuarón, en el currículum del director de Y tu mamá también faltaba una última cima, un logró que consiguió ayer al llevarse el León de Oro de la Mostra de Venecia (el festival de cine más antiguo del mundo) con la película más personal de su trayectoria, ROMA. Fue su compatriota y amigo Guillermo del Toro, presidente del jurado oficial, quién le entregó el premio mayor del certamen italiano, un galardón que venía a confirmar todos los pronósticos que situaban como favorito al director de Hijos de los hombres.
El premio recompensa el exigente ejercicio de memoria que ha puesto en imágenes Cuarón. Rebuscando en sus recuerdos familiares de infancia, y dispuesto a escudriñar en recovecos sombríos, Roma tiene como protagonista a Cloe (la actriz no profesional Yalitza Aparicio), una sirvienta que fue como una segunda madre para Cuarón. En el film, que se sitúa a principios de la década de los 70 del siglo XX, el personaje de Cloe se ve atrapada por una serie de tensiones de clase, raciales y socio-políticas. Un cruce de reflexiones de orden social y personal que Cuarón explora a través del retrato detallista del día a día de la familia protagonista, una interesante estrategia fílmica que conecta la historia cotidiana con la Historia en mayúsculas. Por último, si hablamos del éxito de ROMA es inevitable referirse al triunfo de Netflix, coproductora y distribuidora del film, que con este León de Oro se consagra entre las compañías líderes no sólo de la industria, sino también del cine como empeño artístico.
Más allá de ROMA, la otra gran ganadora del Festival de Venecia fue The Favourite, con la que Yorgos Lanthimos demuestra una bienvenida capacidad de evolución. Y es que aquí, por primera vez, el director de Langosta invita al espectador a sentir la desesperación de sus personajes, un viaje emotivo en el que juega un papel importante Olivia Coleman, ganadora de la Copa Volpi a la Mejor Actriz por su papel de reina Anne de Inglaterra (pronto la veremos como la reina de The Crown en la tercera temporada de la serie de Netflix). Lanthimos se fue de Venecia con el Gran Premio del Jurado.
Otro premio que celebrar es la Copa Volpi al Mejor Actor para Willem Dafoe, que en At Eternity’s Gaze de Julian Schnabel acerca al espectador al éxtasis creativo de Vincent Van Gogh. Lejos de la figura perennemente acongojada de otras encarnaciones fílmicas del pintor neerlandés, Dafoe inyecta pasión y espiritualidad a un personaje cargado de misterio. En el escenario de la Sala Grande de Venecia, Dafoe recordó que, hace justo 30 años, visitó el Festival de Venecia por primera vez para presentar La última tentación de Cristo de Martin Scorsese. Dafoe, historia viva del cine.
Para rematar el palmarés, el jurado presidido por del Todo entregó sendos premios a tres películas tocadas por el aura del western. Jacques Audiard se alzó con León de Plata al Mejor Director por su poética The Sister Brothers, mientras que los hermanos Coen se llevaron una justa distinción para el guion de The Ballad of Buster Scruggs. Por último, la australiana Jennifer Kent, la única mujer que participó en la Competición Oficial de la Mostra, vio recompensado su trabajo en The Nightingale con el Premio Especial del Jurado y el premio Marcello Mastroianni al Mejor Joven Intérprete para el actor aborigen Baykali Ganambarr.
Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.
Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros.
En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.