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Podría parecer que conceder el Premio Homenaje a nuestro actor más internacional, sobre todo porque él abrió –o reabrió con mayor repercusión mediática– la puerta a que hoy día podamos presumir de una larga lista de actrices y actores con gran proyección internacional, es apostar sobre seguro. Pero ¿acaso no deja de tener sentido que unos galardones, a 25 años de ser centenarios, reconozcan y celebren la existencia y la labor de alguien como Antonio Banderas? ¿Alguien que sigue con la misma ilusión que el primer día y que aborda cada proyecto, cada obra de teatro y cada película con esa fuerza juvenil, con esa pasión que habita en su interior? Alguien que no se olvidó nunca de sus orígenes, que nació en Málaga en 1960 y que a Málaga ha vuelto siempre. Ahora para compartir con todos nosotros esa pasión y amor por el musical, el teatro musical, la liturgia y la comunión de ser actor y brindar una historia a los espectadores.
“No llevo nada preparado, sinceramente solo llevo un papelito en el que apoyarme”, decía Antonio Banderas al subir al escenario del Teatro Barceló a recoger el Premio Homenaje y agradecer el cariño de todos los asistentes a la gala. “Lo que es maravilloso”, seguí el malagueño, “es que después de tantos años como profesional, siga poniéndome tan nervioso como lo estoy ahora mismo. Pero eso es bueno. No logro superar esa proteína”, decía antes de dirigirse directamente a Imanol Arias, sentado en las primeras filas de la platea, y recordando cuando coincidieron recientemente en una de las actuaciones de Banderas en Madrid. “Llevaba no sé, más de 190 representaciones, y todos los días, justo antes de salir, la mano me temblaba”, decía enseñando como en ese mismo momento le pasaba lo mismo.
Desde su teatro (asimismo una escuela de interpretación, un taller para jóvenes profesionales con tanta ilusión como la que tenía y tiene el propio Banderas) en Málaga y para todos los teatros y escenarios de España. Así que por supuesto que Antonio Banderas se merece ser el Premio Homenaje en esta 75a edición de los FOTOGRAMAS DE PLATA, y nosotros compartir con él una velada entre amigos, admiradores y compañeros. Habitar una noche junto a quien nos ha dado, y nos da, tanto. Aquí y lejos de aquí. Aunque tratándose del cine no existen las distancias, y las películas nos reúnen a todos en un mismo lugar, tal vez más emocional y sentimental. Un lugar de pasiones. Un lugar donde Antonio Banderas es y será nuestro vecino más ilustre. El mismo de esta su casa que es Fotogramas con innumerables reportajes, entrevistas y 11 portadas; desde los inicios de su carrera hasta hoy mismo, como recordaba Julieta Martialay, directora de la revista, cuando ha subido al escenario del Teatro Barceló para dar paso a Maribel Verdú para que le entregara el premio: "le hemos acompañado y hemos sido testigos de un ir y venir pionero y vocacional de más 40 años, en los que ha ayudado a derribar muros".
“Yo creo que yo soy actor por los actores, porque cuando yo era un niño, mi padre y mi madre eran muy aficionados al teatro, y me llevaban al Teatro Cervantes. A mí me encantaba ver ese juego que se producía en el escenario. Ese juego tácito, ese acuerdo tácito entre actores y público. Me encantaba ver a los actores mayores porque me gustaba pensar que seguían jugando. Qué bonita esta palabra: Jugar. Abandonarse, hacer el personaje. Me acuerdo de ver a Bódalo, de José María Romero, de todos aquellos actores maravillosos, y pensar que había un mundo ahí detrás, en ese espacio mágico que se llamaba Escenario, un espacio a conquistar, para crear un lugar especial y distinto. Hoy, escuchando a Ginés García Millán o a Tristán Ulloa o a Carmen Machi”, decía mirando a los flamantes Mejor Actor de Teatro, y a los Mejor Actor y Mejor Actriz de TV. “Yo certifico que yo soy actor por los actores. Porque me encanta y ahora que estoy dirigiéndolos, y que veo desde fuera los problemas que tienen o los problemas que se enfrentan, problemas a los que en algún momento me he enfrentado yo y quizá no he sabido resolver… Pero cuando estás desde fuera, lo ves con objetividad y dices ‘Si pulsas esta tecla, todo va a pasar’. Es una maravilla”
Maravilla como la que hemos vivido este 2025, con Antonio Banderas recibiendo de manos de Maribel Verdú el Premio Homenaje, el cúlmen a su trayectoria en unos Fotogramas de Plata de los que ha sido siete veces finalista: en 1988, 1990, 1991, 1993, 1994, 1996 y 2012. Y cuatro veces ganador, en el año 1986 por 'Réquiem por un campesino español', 'Caso cerrado' y 'La Corte de Faraón'; en 1989 por 'El placer de matar', 'Baton Rouge', 'Así como habían sido' y 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'; en 1991 por 'La blanca paloma', 'Contra el viento' y 'Átame'; y ya en el año 2020 por 'Dolor y gloria', ese Almodóvar (Antonio Banderas seguramente fue el primer chico Almodóvar) que tantos reconocimientos, en forma de premios (Cannes) y nominaciones (al Oscar) le dio. Maribel Verdú recordó que solo "he trabajado una vez contigo, en '27 horas', una película de Montxo Armendariz. Nun–, y ya después nunca más. Pero siempre has sido una inspiración constante."
“Este premio tiene mucho que ver con una etapa de mi vida que ahora estoy recordando”, continuaba un emocionado Antonio Banderas. “Hemos pasado por aquí mucha gente… “Y veo estos 25 años como una especie de paréntesis en mi vida donde me perdí muchas cosas. Hay una generación de actores aquí que reconozco, que veo, con los que compartimos muchas cosas… Y hay otros genios jóvenes, mujeres guapísimas, chicos extraordinarios que vamos a seguir recogiendo premios. Y cuando veo esa gente joven, me acuerdo de mí dando vueltas por aquí”, apuntó sugiriendo, pero no contando, “batallitas antiguas” que son lo que cuentan “los viejos. Pero me voy a callar… porque he dicho cuando he entrado en la puerta que no creo mucho en los premios”, decía entre sonrisas y provocando la risa de una emocionada platea. “Hasta que te los dan a ti, ¿eh? Pero no es cierto. Porque ver una película es algo subjetivo. No es una carrera de 100 metros donde el que gana, gana… Y es maravilloso que sea así de subjetivo, que tengamos opinión, que sigamos creciendo. Me ha gustado mucho una cosa que he dicho Ginés cuando hablaba de la importancia de seguir haciendo cultura, de seguir haciendo arte, porque nos permite reflexionar, nos permite ser mejores, nos permite no ser en este momento más que nunca, no ser manipulados. Sigamos haciéndolo, trabajando. Nunca jamás me olvidé de mi país. He vuelto a él como el que vuelve a Ítaca. Y lo mejor está por venir", prometía antes de rematar con un sentido "Muchas gracias.”
En el camino
Tomando ese amor, esa pasión de Antonio Banderas por el musical, el cual le dio alegrías en el mismísimo Broadway (protagonizando la obra 'Nine', por ejemplo) y en casa, de Stephen Sondheim al canónico 'A Chorus line' o ese 'Gipsy' en el que anda metido como impulsor y productor, tal vez sería una buena, y cinéfila, comparación el Gene Kelly que saltaba de su pueblo, maleta de cartón cargada de ilusiones, a la vorágine del mundo del espectáculo con la frase recurrente “tengo que bailar” en el número musical central de la magistral 'Cantando bajo la lluvia'. Poco cuesta no ver en ese apasionado Gene Kelly de la obra maestra (un canto de amor al cine y al oficio de actor) que co-dirigió con Stanley Donen a aquel muchacho malagueño que se plantó en Madrid, el efervescente Madrid de principios de los años 80, con otra maleta, un poco de dinero e infinitos sueños.
Fueron los sueños y la pasión que habitaba en Antonio Banderas los que pusieron buena cara a noches durmiendo en la calle, dieta a base de bocadillo (en singular, no en plural) y pequeñas intervenciones en obras de teatro independiente, casi amateurs, y ya películas. De esos años igual nadie recuerda a un jovencísimo Banderas en una comedia con destape y desmadrada de Antonio del Real ('Y del Seguro líbranos Señor'), porque al pronto comenzaría a destacar, y lo haría en modo chulazo fantasía oriental en el Madrid de la Movida en uno de los primeros (su segundo largometraje) de ese Pedro Almodóvar con quien formaría un equipo creativo esencial en nuestro cine: 'Laberinto de pasiones'. Sí, pasiones. Cómo no.
Es en estos años (con nuestra revista al tanto del emergente nuevo actor) en los que van sumándose títulos y trabajos interpretativos de categoría: 'El Caso Almería'; 'Réquiem por un campesino español'; el divertido y atolondrado casto Fray José de 'La Corte de Faraón'; la espléndida '27 horas'; la teatral 'Bajarse al moro'; un Carlos Saura ('Los zancos'), director al cual volvería años más tarde en '¡Dispara!'; un Vicente Aranda espléndido como 'Si te dicen que caí'… Y entre ellas, claro, de nuevo Pedro Almodóvar. El próximo punto de este texto se refiere a ello, a ellos. Cerremos este de inicios y comienzos con una película, quizás el proyecto más personal de Antonio Banderas como director, que habla de Málaga, de un grupo de adolescentes llenos de ilusiones, inquietudes artísticas y pasión por vivir: 'El Camino de los Ingleses' (2006).
Con Pedro
Nada más lúcido que quien encarnara al Salvador Mallo de 'Dolor y gloria' (2019), trasunto del mismo Pedro Almodóvar, fuera Antonio Banderas. Lo que el actor malagueño realiza en la (maravillosa) película es antológico, y lo es porque va más allá de corporeizar desde una ficción autobiográfica al cineasta manchego, convirtiendo a ese director de culto en un momento de crisis profesional y vital en una figura de dimensiones épicas y trágicas: el retrato del artista en estado puro. Dolor y gloria. Y pasión, como la de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, y mucho de Capilla Sixtina tiene 'Dolor y gloria' dentro del opus de Pedro Almodóvar y Antonio Banderas.
Antes de ello, y justo después de ese paseo por las noches de neón madrileñas ochenteras convertidas en un apasionante 'Laberinto de pasiones', Almodóvar reclamó a Banderas para su personal y taurino 'El fotógrafo del pánico que es Matador' (1986), justo antes del primer gran personaje (torbellino de pasión) del actor en el universo almodovariano, el del amante nada (o mucho) pasajero de Eusebio Poncela en la magistral 'La ley del deseo' (1987). El fuego del deseo y la pasión se vieron compensados en 1988 por otro objeto (inconsciente y adorablemente tonto) de deseo, esta vez en una comedia (estilosamente 80s, como si a Douglas Sirk le invadieran los colores de Jonathan Demme) que rompió las taquillas, se eternizó en los cines y se llevó el Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa (y fue el primer escalón hacia su proyección internacional): 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. Igual de memorable sería ese fan fatal capaz de convertir al 'Resistiré' del Dúo Dinámico en un himno generacional para despedir la década de los 80 en 'Átame'. Pasaría tiempo hasta que Antonio Banderas regresara a la órbita de Pedro Almodóvar: en la paródica 'Los amantes pasajeros,' y sobre todo en la subyugante, y muy poco entendida en su estreno, 'La piel que habito', un fantastique visceral, y una historia de amor loco como pocas veces, capaz de manejar referentes como el Georges Franju de 'Ojos sin rostro', la Hammer de los Frankenstein y la abstracción formal del cine de Dario Argento. El mejor y más radical aperitivo para 'Dolor y gloria'.
Más allá
'Mujeres…' dio la vuelta al mundo, y el mundo se rindió ante Antonio Banderas, te fotografiara al lado de la ambición rubia Madonna (el Ché de su 'Evita', la de Andrew Lloyd Webber y la de Alan Parker) o te abriera la puerta junto a Armand Assante cantando canciones de amor en 'Los reyes del mambo'. Paso a paso (ese trabajador nato que es el actor nunca le ha abandonado), película a película, fue convirtiéndose en alguien a quien aplaudir y con quien contar. Amante y compañero de Tom Hanks en 'Philadelphia'; carnal en 'La casa de los espíritus', adaptación de la novela de Isabel Allende, desmadrándose tratando de acabar con Sylvester Stallone en 'Asesinos', de Richard Donner, y (otro hit) de lánguido chupasangre robándoles escenas a los mismísimos Tom Cruise y Brad Pitt.
Entonces comenzaron a llegar los protagonistas. Primero de la mano de un amigo como Robert Rodriguez, quien le dio el rol del mariachi multiusos en 'Desperado', contó con él en su sketch de 'Four Rooms', y quien le hizo popular entre el publico infantil interpretando al Gregorio Cortez de la saga 'Spy Kids'. Los astros se alineaban en el plano internacional de Antonio Banderas, no solo profesionalmente (en el rodaje americano de 'Two Much', de Fernando Trueba, conoció, se enamoró y se casó con Melanie Griffith).
Así, era el protagonista de una epopeya vikinga dirigida por John McTiernan ('El guerrero nº 13') y el fotógrafo de la fabulosa 'Femme fatale', de Brian De Palma. Compartir escenas eróticas subidas de tono con la gélida Angelina Jolie en 'Pecado original' (placer culpable de nuestro veteranísimo Mr. Belvedere) fue la antesala de dos de sus mayores éxitos: heredar el antifaz y la espada de todo un mito popular en 'La máscara del Zorro' (y de su secuela, 'La leyenda del Zorro'), y poner voz (con más acento andaluz que el gato Jinx de los cartoons Hannah-Barbera) a otro espadachín descarado, el Gato con Botas, primero en la franquicia 'Shrek', luego ya en solitario en dos largometrajes.
Por siempre
El pasado viernes, 21 de febrero, llegaba a las carteleras 'Paddington 3: Aventura en la selva', y en esa selva está nuestro Antonio Banderas, muchos Antonio Banderas para ser exactos. Su carrera internacional no se ha tomado un descanso, y tal como lleva en un barco al osito Paddington llevó a Harrison Ford en 'Indiana Jones y el dial del destino'. No es Antonio de presumir, pero lo haremos nosotros por él: chico Woody Allen ('Conocerás al hombre de tus sueños'), cantando “Soy el Novio de la Muerte” en 'Los Mercenarios 3' (¡chúpate esa, Hollywood!), mutando en Pablo Picasso para la teleserie 'Genius', aguantando las infidelidades de Nicole Kidman en 'Babygirl', y riéndose de sí mismo en 'Competencia oficial'.
Nos queda Antonio Banderas para rato, en el teatro, su teatro, nuestro teatro, y en la gran pantalla, puede que en la labor de productor, caso de 'Autómata', o de vuelta a la silla de director: 'Akil', un proyecto que le reuniría de nuevo tras 'Locos en Alabama', hace ya más de 25 años, con Melanie Griffith. De momento ya saben lo que toca: todos en pie y aplaudamos al actor cuando le entreguemos el Premio Homenaje en estos FOTOGRAMAS DE PLATA. Con pasión.
La lista de distinguidos con este premio especial Homenaje, incluye, entre otros, a nombres como Rafaela Aparicio, Amparo Rivelles, Paco Rabal, Conrado San Martín, Fernando Fernán-Gómez, Luis García Berlanga, Aurora Bautista, Manuel Alexandre, María Isbert, Amparo Soler Leal, Julieta Serrano, Chus Lampreave, José Luis López Vázquez, Julia Gutiérrez Caba, José Sazatornil, José Luis Borau, Carlos Saura, Elías Querejeta, Gonzalo Suárez, Charo López, Juan Diego, Marisa Paredes, Carmen Maura, Ángela Molina, Emilio Gutiérrez Caba, Rosa María Sardà, Concha Velasco, Fernando Colomo y Antonio Resines.
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