El mundo que nos rodea se ha vuelto una superproducción que hay que alimentar constantemente. Durante las últimas décadas hemos caminado hacia un escenario que nos exige cada vez esfuerzos mayores para encontrar recompensas que, realmente, han menguado. Nada es suficiente, siempre es necesaria más aceptación, más dinero, más éxito… para llegar rendido a casa y no poder disfrutarlo.
No hay muchas películas registradas de 1900, el año en que se fundó Cervezas Ambar. Sí un Cyrano de dos minutos que, posiblemente, fuera la primera película en color y con sonido.
El cine ha avanzado una barbaridad en estos 120 años, pero en ese y otros campos el progreso, tal vez, se nos esté descontrolando. Por eso, Ambar abandera un movimiento para que nos volvamos a dar cuenta de que lo pequeño, lo cercano y lo accesible es extraordinario. El valor de una sonrisa, de disfrutar de un clásico apacible en tu sofá, de un paseo por el monte o, por supuesto, de tomarte una cerveza con tus amigos. Son cosas sencillas que han pasado de largo durante un tiempo. No dan likes, ni seguidores; no nos llevan al paraíso de los cryptobros. Ni falta que hace.
Acompáñanos y te damos algunas pistas para que inicies tu propia, y asequible, revolución.