El que probablemente sea el orgasmo más icónico de la historia del cine ni siquiera estaba en el primer borrador de guión de Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989). Por no estar, ni siquiera estuvo en la versión que algunas aerolíneas ofrecían a bordo de sus aviones. Ya saben, una escena de altos vuelos que, como el alcohol, subiría vertiginosamente la libido a 10.000 metros de altura. La idea de fingir el orgasmo, por obra y gracia de su protagonista, llevó a Meg Ryan y Billy Crystal a una de las mesas del restaurante Katz's Delicatessen, en el número 205 de la calle East Houston de Manhattan, en Nueva York, donde sus famosos sándwich de pastrami, elaborados desde 1888, vieron emerger el negocio a partir de la instalación de una placaque animaba a vivir la misma experiencia sensorial que erotizó aquel símbolo femenino de la comedia romántica de los años 90.

El orgasmo que fingía Meg Ryan ni siquiera estaba en el primer borrador de guión de la película

Nominada al Oscar al Mejor Guión Original en la edición de 1990 gracias al libreto de Nora Ephron, la película de Rob Reiner, que encadenó cuatro años brillantes con los estrenos de Cuenta conmigo, La princesa prometida, Cuando Harry encontró a Sally y Misery, respiraba la frescura de unos diálogos que encontraron en la química de sus personajes el pretexto perfecto para hablar de amistades con derecho a roce, de guerra de sexos y, por qué no, de orgasmos fingidos... con cameos familiares incluidos.

preview for 'Cuando Harry encontró a Sally' | La historia del orgasmo más famoso del cine
Headshot of Javier Díaz-Salado

Se perdió una mañana de instituto para ver el final de ‘Perdidos’ y, aunque la leyenda cuenta que está en FOTOGRAMAS por sus tortillas de patata, la realidad es que lleva en la revista desde 2016 como “el chico de los vídeos”. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, un día se cansó de vivir entre muggles y, antes de que ‘Cinema Paradiso’ y ‘El espíritu de la colmena’ despertaran su fascinación por el séptimo arte, decidió (no) crecer imaginando su infancia entre hobbits y jedis. Vive enamorado de Emma Watson y Michael Scott, y está convencido de que su cima en la vida ha sido, es y será decirle a Viggo Mortensen en un ascensor que todavía guarda una figura de acción de Aragorn.