De actriz prometedora (y arrepentida) a directora precoz bendecida por la modernidad. La francesa Mia Hansen-Løve nos habla de sobre 'Maya'.

Hace casi una década que Mia Hansen-Løve (París, 1981) se hizo con el Premio del Jurado de Una Cierta Mirada del Festival de Cannes gracias a ‘El padre de mis hijos’ (2009), un film basado en la vida de Humbert Balsan, el primer productor cinematográfico que creyó en ella y que se quitó la vida a los 50 años. Ella apenas tenía 27, pero nadie se sorprendió. Porque esta tímida francesa de ascendencia danesa e hija de dos profesores de filosofía, siempre apuntó maneras. Actriz a los 17 años y crítica de cine de Cahiers du Cinéma con solo 20, ya había logrado numerosas alabanzas con su debut como guionista y directora a los 25 (‘Todo está perdonado’, 2007). “Me estrené como actriz en ‘Finales de agosto, principios de septiembre’ (1998) y después tuve un pequeño papel en ‘Los destinos sentimentales ‘(2000), ambas de Olivier Assayas, pero no tengo una carrera como actriz y nunca me gustó ponerme frente a la cámara. Aunque fui extremadamente afortunada al formar parte de unas películas determinantes para mi futura carrera como realizadora porque, entre otras cosas, me enamoré del director. Es muy importante tener a una persona en tu vida que te apoye y te diga: ¡Tú puedes hacerlo!”, reconoce a FOTOGRAMAS con naturalidad Hansen-Løve sobre Assayas (su pareja desde entonces y con el que tuvo una hija, Vicky, en 2009), durante las jornadas de UniFrance en París. “Ver lo feliz que era Olivier trabajando, cómo se mezclaban realidad y ficción y comprobar que el cine era un arte me sedujeron para convertirme en directora. Adoro la idea de expresarme a través de los personajes”, continúa.

“Recuerdo, en 2012, ver en televisión a cuatro periodistas franceses descender de un avión tras pasar 10 meses secuestrados en Siria. El menor de todos parecía muy tocado, ausente. Esa historia me inspiró ‘Maya’”, cuenta Mia Hansen-Løve. Para dar vida al joven, la directora recurrió a su actor fetiche, Roman Kolinka (hijo de la malograda Marie Trintignant), que huye a Goa, donde vivió de niño, pero allí tendrá que elegir entre el amor de la incondicional Maya y la añoranza de su profesión. “Varias de mis películas están conectadas por la idea de la vocación, de cómo la manejas para que no se convierta en una debilidad. Quizá se deba a que mi vocación es muy fuerte”.

Porque en los seis films que ha rodado desde entonces, la realizadora hace suya la máxima de Éric Rohmer, el director con el que suelen compararla: “Yo me inspiro en lo que conozco. Me gustaría rodar sobre otras cosas pero solo puedo hacerlo acerca de lo que sé o me resulta cercano”, afirma. Por ejemplo, en ‘Un amour de jeunesse’ (2011), reflejaba su dolor por una ruptura sentimental que le dejó huella (“Fue un amor muy fuerte que ha quedado en mi memoria”, explica), y en ‘Eden: Lost in music’ (2014), se inspiró en la fulgurante pero efímera carrera como DJ de su hermano Sven para firmar una película calificada de generacional. Y ‘Maya’ no es una excepción. Rodada entre París y Goa, narra la historia de un joven corresponsal de guerra francés que viaja a la India para buscarle un sentido a su vida; un peregrinaje que también emprendió la directora en su juventud.
“He estado varias veces en Goa, un lugar que me atrae especialmente porque allí te topas con mucha gente que huye de Europa tratando de encontrarse a sí misma. De hecho, yo también pasé por lo mismo”, reconoce.

Y es que la libertad, el destino, la juventud, el amor o la muerte son constantes en la filmografía de Hansen-Løve, pero siempre desde una perspectiva nada complaciente. “En todas mis películas se produce, de repente, un colapso, algo que obliga a los personajes a reconstruirse, a encontrar una nueva forma de vivir. Esta postura tiene que ver con mi propia existencia pero, al mismo tiempo, me ayuda a entender mejor de qué va la vida”.

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