Dirección. Carlos Marques-Marcet

Intérpretes. María Rodríguez Soto, David Verdaguer

De qué va. Vir y Luis hace un año que salen juntos. Están en la treintena y todavía no tienen una estabilidad laboral, así que la noticia de que van a tener un bebé les pillará por sorpresa. Decidirán seguir adelante, pero por el camino surgirán tensiones entre ambos por su diferente forma de ver y afrontar las cosas.

Y qué tal. A medio camino entre la ficción y la experiencia, el trinomio formado por Carlos Marques-Marcet y los actores María Rodríguez Soto y David Verdaguer logran crear una película que capta en tiempo real las vicisitudes de una pareja que se enfrenta al proceso biológico y emocional que supone un embarazo desde una perspectiva tanto femenina como masculina.

Al igual que el nacimiento de una nueva vida, la película es a su vez una indagación en torno al proceso de la creación. El director se sumerge en ese microcosmos cerrado habitado por dos personas que se enfrentan a un cúmulo de incertidumbres, preguntas y cuestionamientos sobre sí mismos y su papel en un nuevo escenario que son incapaces de prever. La película reflexiona sobre el pasado, la herencia, el tiempo y compone un juego de espejos con una realidad que se construye en el mismo momento que lo estamos viendo. Y este choque con el pasado lo vemos a través de imágenes de archivo que registran el nacimiento de la protagonista y provocan un choque generacional que nos enfrenta al abismo de la contemporaneidad.

Al director siempre le había interesado indagar en las dinámicas de pareja en nuestro tiempo. Por eso en el subtexto de sus películas siempre se han colado cuestiones fundamentales como la precariedad económica, las ansiedades laborales, la inmadurez masculina o la manera en la que han cambiado las relaciones sentimentales. Aquí va un paso más allá, quizás porque al registrar un proceso tan íntimo se rompe todo tipo de barreras adentrándonos en un proceso vivencial de una enorme pureza que alcanza una dimensión simbólica en torno a los errores y los aciertos con los que construimos el presente. La escena final, de una enorme resonancia simbólica, con la música de María Arnal y Marcel Bagés y su tema “Tú vienes a rondarme” condensa en una sola imagen las contradicciones sobre las que seguimos construyendo nuestro futuro.