Sin haberse siquiera estrenado, ‘Joker’ ya era una de las películas más polémicas del año. Empezó ganando contra todo pronóstico el León de Oro del Festival de Venecia, colocando a las películas de superhéroes (o, en este caso, de supervillanos) en el panteón del cine de autor más selecto, y ha acabado convirtiéndose para algunos en un auténtico peligro público. Sin duda, el propio Joker estaría encantado. El hombre que, en palabras del Alfred de ‘El caballero oscuro’, solo “quiere ver arder el mundo” se frotaría las manos ante el caos que ha provocado la historia de sus orígenes, en los que se le retrata como un enfermo mental azotado tan violentamente por el sistema capitalista de Gotham que no le queda otra opción que liderar una revolución ciudadana contra los poderosos. Así, Arthur Fleck (ese es su verdadero nombre) se convierte en icono de una lucha de clases sin ideario político, pero sí mucho maquillaje. Más o menos como el propio filme de Todd Phillips.
¿Son infundados los temores de las víctimas del tiroteo masivo de Aurora (donde el atacante llevaba una máscara de payaso), que escribieron a Warner Bros. Pictures preocupados por el impacto que podría tener esta nueva película de la franquicia? ¿Hay razón para que el ejército estadounidense se decida poner un ojo extra en las salas donde se proyecta? Posiblemente, todo esto se deba a una burbuja (tuitera, principalmente) que caerá por su propio peso ante la evidencia de que no hay nada más revolucionario o nocivo en ‘Joker’ de lo que lo hay en las cruzadas mexicanas de Sylvester Stallone en 'Rambo: Last blood', estrenada tan solo un par de semanas antes. “De cualquier manera, la película no va a inspirar a nadie a hacer algo que no quisiese hacer ya antes”, sentencia Scott Mendelson en un artículo de Forbes, donde rechaza la hipótesis de que la película es un peligro para nuestra ya agitada sociedad.
Pero si nos alejamos lo suficiente de toda la polémica, quizás encontremos un mensaje sobre el que sí vale la pena reflexionar. Y las palabras de Bob Pop en ‘Late Motiv’ hace unos meses pueden ayudarnos. A raíz de la polémica sobre el verso homófobo de la canción ‘Quédate en Madrid’ que denunciaron algunos concursantes de ‘Operación Triunfo’, el escritor y crítico dijo: “Elegimos bien las causas, pero elegimos mal a quienes las representan”. Se refería a poner como ejemplos de progreso, como modelos a seguir en tiempos de zonas grises e incertidumbre, a 'influencers' que solo pasaban por allí mientras otros llevan años luchando desde las trincheras. Hablaba de poner a una cantante postadolescente de icono feminista porque no quiere depilarse las piernas o a Mecano, decía, como “defensores de la libertad artística”. En una época donde la imagen (el meme, el gif) y el mensaje corto (el titular, el tuit) son lo más importante, esa frontera en la que muchos se quedan antes de llegar a la verdadera sustancia de cualquier asunto, convertimos en dioses a aquellos que consiguen captar nuestra atención. Unas veces se irán por donde han venido, y otras incluso llegarán a alzarse como presidentes para hacer del mundo un lugar más aterrador.
Esas reflexiones sobre el mundo de hoy resuenan con fuerza al ver ‘Joker’, donde la lucha proletaria se convierte en una batalla campal liderada por un hombre vestido de payaso que ha tenido un momento viral en televisión y que, de la noche a la mañana, se ha convertido en la bandera que ondean los sectores más vulnerables de la ciudad. El personaje canaliza la rabia de quienes sufren las injusticias de igual modo que los ladrones de ‘La casa de papel’, que también han convertido la máscara de Dalí y los monos rojos en símbolos de la revolución. Además de poner el ‘Bella Ciao’, himno antifascista italiano, de nuevo de moda. La delincuencia convertida en objeto de deseo, utopía de la liberación social, se reproduce en series como ‘Breaking Bad’, ‘Peaky Blinders’ o ‘Narcos’, donde nos podemos identificar con los villanos casi más y mejor que con los héroes. De Arthur, un tipo que mata a unos indeseables que molestaban a una mujer en el metro y se venga de aquellos que le castigaron día tras día en el trabajo mediante abusos psicológicos, entendemos su ira, y por eso aplaudimos de forma silenciosa y culpable sus actos. Al menos, eso harán quienes entiendan que solo es una ficción. Otros, y eso es lo que preocupa a muchos, quizás se lo tomen más en serio.
No es algo de ahora: el Nuevo Hollywood de los años 70 (precisamente, la mayor influencia de ‘Joker’, desde ‘El rey de la comedia’ a ‘Taxi Driver’) ponía a los mafiosos y criminales en la primera línea. También a los hombres violentos, pero carismáticos, que representaban una aguerrida visión de la masculinidad tradicional hecha de sudor, gomina y escupitajos. Sin embargo, en las entrañas de los filmes de Martin Scorsese y Francis Ford Coppola había una complejidad inabarcable, retratos macabros de épocas de guerra y caos y suciedad, mientras lo que esconde el filme de Phillips es el vacío de un meme ingenioso que se ha hecho viral. Que no se entienda mal: ‘Joker’ es una película deslumbrante, con un Joaquin Phoenix entregado a la causa y una narración alterada por la locura de un personaje legendario que baila aquí mejor que nunca (y encima al ritmo de Frank Sinatra).
Y, aun así, es difícil no ver las lagunas que esconde su visión política, que, aunque quiere ser un mero escenario para una historia altamente subjetiva y centrada en el estudio de un individuo, se acerca demasiado a nuestra realidad de 2019 como para ignorarla. Como escribía Stephanie Zacharek en la revista Time: "Las películas también son producto de su tiempo: no podemos ver películas en una burbuja, y no importa cómo de entretenidas sean, no pueden borrar el mundo más amplio en el que vivimos". La periodista ha sido una de las que más han criticado la película de Todd Phillips, y el aluvión de comentarios y amenazas que ha recibido hasta ahora le sirve de ejemplo del tipo de sociedad en la que 'Joker' va a aterrizar. "Arthur inspira el caos y la anarquía, además de ser un asesino, simple y llanamente, pero la película hace que parezca que está comenzando una revolución, donde los ricos son derrotados, los pobres obtienen todo lo que necesitan y merecen, y los tipos tristes que no conseguían ni una cita ahora se convierten en héroes", reflexionaba.
En esa gran ciudad (un Gotham que se parece más que nunca a las miserias de Nueva York), donde hay un creciente movimiento contra los ricos que recuerda a movimientos reales como Occupy Wall Street, se ponen en cuestión los límites de los poderosos y la situación es tan insostenible para tanta gente que es necesaria una movilización violenta. En un momento en el que la brecha entre pobres y ricos es cada vez más grande y la existencia de la clase media es una ilusión que aún algunos insisten en creerse, lo que propone Arthur Fleck es tan catártico como las explosiones de ‘V de Vendetta’ en el parlamento británico. Tanto como los robos de El Profesor para hacer daño al sistema (y, de paso, embolsarse unos cuantos millones) o los planes infalibles de la familia Shelby para burlar al poder londinense. Su anárquica llamada a las armas es poderosa, pero a menudo individual y egoísta. Y, en el peor de los casos, tan falta de ideas y soluciones como las trifulcas tuiteras.
En el caso de ‘Joker’, se entiende un poco mejor cuando escuchamos a su director asegurar en una entrevista que hoy día “la indignación es una comodidad”, que “la extrema izquierda puede sonar como la extrema derecha cuando se ajusta a su agenda” y que “la cultura ‘woke’ [la del #MeToo, la de la concienciación, la de la revisión de nuestra cultura] ha arruinado la comedia”. Phillips se siente un poco como Arthur, perdido en un mundo que ya no entiende (y en el que, dice, ya no se pueden hacer chistes sobre nada sin ofender), y la única solución es remover conceptos de manera superficial para que vuelvan a hacerle caso. Así es cómo, al final del día, como apuntaba Zacharek, el protagonista de la película deja de ser invisible para convertirse ídolo de masas. El cineasta, por su parte, firma una película artísticamente admirable y brillante en su mundo interior, pero preocupantemente hueca en lo que va más allá de la mirada enajenada de su sujeto principal. ¿Debería ser más rica en su visión del mundo o su escenario de cartón piedra es suficiente para una película que parece tener otros objetivos? Esa es ya una cuestión subjetiva. Lo que está claro, sin embargo, es que las películas no son responsables de la violencia en el mundo real, pero como lo dijo una vez el dramaturgo Bertolt Brecht: "El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma".

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.
En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.
Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.