Su película describe en detalle el proceso de enamoramiento entre dos mujeres. ¿Cómo imaginó esta historia?
Antes de ponerme a escribir el guion de ‘Retrato de una mujer en llamas’, pasé dos o tres años tomando notas e imaginando el tono y las imágenes de la película. Fue como soñar el film antes de hacerlo. En un momento determinado, me di cuenta de que la historia debía funcionar en dos dimensiones. En primer lugar, quería filmar el proceso de descubrimiento mutuo entre dos mujeres como si fuese una coreografía, como un tratado filosófico sobre el amor, con sus tanteos, interrupciones y explosiones de deseo. Y luego, por otra parte, me interesaba observar el affaire amoroso como si fuese un recuerdo, quería transformar la historia en un preciado objeto memorístico. Con la conjunción de estas dos lecturas, la película podía ser íntima y épica a la vez.
El poderoso intimismo del film genera una gran intensidad emocional.
Quería contar todo el arco vivencial de una historia de amor. Es obvio que una historia de amor entre dos mujeres en la Francia del siglo XVIII parece algo irrealizable, pero quería hablar de la posibilidad de ese amor. Si hubiese decidido ampliar el marco del relato incluyendo, por ejemplo, personajes masculinos, el peso de la historia habría recaído en los impedimentos para ese amor. Por otra parte, el intimismo de la película surge de mi conexión personal con el personaje de Marianne, la pintora, una mujer artista. A través de ella, quería mostrar la emoción y felicidad que emana del proceso creativo.
¿Cómo ha sido realizar su primera película de época?
¡Ha sido liberador, me ha hecho una directora más valiente! Con mis anteriores films, al tratarse de historias contemporáneas con un componente de cine social, sentía una especie de deuda con la realidad. En Retrato de una mujer en llamas, al tratarse de una historia de otro tiempo, he podido liberarme de todo lastre realista y plasmar mi visión con absoluta libertad.
La pintura tiene un gran peso en la historia y la estética del film.
Junto a mi directora de fotografía, Claire Mathon, decidimos que queríamos evocar lo pictórico sin caer en un preciosismo excesivo. Nuestras mayores influencias fueron más cinematográficas que pictóricas. El trabajo de Stanley Kubrick en Barry Lyndon nos inspiró de cara a ser inventivas en nuestro trabajo con la luz. El único pintor del que tomamos ideas concretas fue del francés Corot, que en el siglo XVIII pintó retratos de mujeres en escenarios naturales. Lo increíble de Corot es que parece que la luz surja del interior de sus personajes. Hemos intentado reproducir ese efecto en la película.
Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.
Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros.
En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.