Entre las múltiples propuestas que los diferentes agentes culturales internacionales han concebido para acercase al público durante esta situación tan excepcional, la creada por CinemaChile sobresale por su variedad, elegancia en la selección y calidad de sus largometrajes y películas. Una exquisita manera de vincular a los espectadores, de cualquier ríncón del planeta, con una de las cinematografías más arriesgadas y premiadas en los festivales internacionales.

Desde hace un mes inauguraron los “Jueves de Cine Chileno” y ya llevan diez impresionantes obras (largos y cortometrajes), en un nuevo espacio de visionado mundial, durante una semana. Además, el 28 de abril han añadido los ‘Martes de Series Chilenas’, con nuevas y antiguas producciones a través de la liberación por una semana del primer capítulo.

‘la pasión michelangelo’
‘La pasión Michelangelo’

Esta semana se puede (y deberías) disfrutar de ‘La pasión Michelangelo’, de Esteban Larraín. Hace 7 años asistíamos a su pre-estreno mundial en el festival francés Rencontres du Cinema Latino-americain de Pessac, ¿quién nos iba a decir que casi una década después estaríamos en casa volviendo a verla desde la página web de CinemaChile?

En 1983 la dictadura de Pinochet comenzaba a resquebrajarse y el pueblo, hasta entonces contenido o, mejor dicho, dadas las circunstancias, muerto de miedo, decidió que ya era hora de empezar a rebelarse contra un sistema corrupto y criminal. Las primeras manifestaciones, revueltas y protestas aparecen por aquel año, al mismo tiempo que unas apariciones milagrosas ante un pobre huérfano, Miguel Ángel. Sí, lo que estás pensando es lo que realmente ocurrió…

Las dictaduras modernas no dudan en utilizar todos los medios a su alcance para desviar la mirada de sus maniobras de manipulación. Algunos políticos prefieren callarse hasta que pase la tempestad, otros eligen la combinación de pan y circo, con distracciones que nadie en sus cabales osaría imaginar.

‘la pasión michelangelo’
‘La pasión Michelangelo’

Esteban Larraín sabe situar la cámara a la altura de las circunstancias y de la historia. Si bien los primeros planos, casi en picado, nos sitúan en una posición etérea, la cámara va perdiendo el vuelo, y según avanza la epopeya mística, se acerca más y más al suelo hasta acabar rozándolo. El milagro parece que no era tal y bajamos del cielo azul al suelo polvoriento.

El cineasta no sólo se limita a contar la primera parte de la intriga de esta particular pasión, sino que acompaña al protagonista hasta mucho más allá de lo que imaginamos. Sin ninguna intención maniquea anticlerical, Esteban Larraín se centra en analizar las debilidades humanas, las flaquezas del alma, las dudas existenciales y los mecanismos, sutilmente sugeridos y, aun así, evidentes, de un poder dispuesto a todo con tal de conservar lo que, por la fuerza y sin ningún escrúpulo, arrebataron al pueblo: su ingenuidad y credulidad.