Antes de recoger el Oscar en 1994 por ‘Belle Époque’, Jorge Sanz ya había estado en Los Ángeles pero, digamos, de otra forma. “La primera vez que fui allí fue porque se estrenaba Amantes en un circuito hispano. No tenía dinero porque me lo había pulido todo. Después de rodar aquella película acabé mamándome de playa en playa por todo Latinoamérica. Hasta que se me pasó la tontería a los 19”, empieza a contarnos. “Mi hermano Fernando me pagó un billete de ida y vuelta a Los Ángeles para ver a un amigo que vivía allí, Ángel Plana… Pero, cuando llegué, me dijeron que se había ido a Boston. Así que, hasta los Oscar, mi experiencia allí se había limitado a trabajar limpiando la roña que había entre los baldosines de las duchas de un Youth Hostal”, recuerda. “Tenía como compañero de habitación a un chapero francés con el que hice piña”.

Durante aquella época, el actor vivió aventuras que bien podrían corroborar que la realidad supera siempre a la ficción. Persecuciones, disturbios, ex veteranos de la guerra de Vietnam y… ¡hasta un intento de asesinato por parte de Harvey Keitel! Bienvenidos a la gran odisea americana de Jorge Sanz.

Headshot of Juan Silvestre

Director digital de Fotogramas.es y el español vivo que ha visto y ve más cine español. Se mete 1,7 películas al día y escribe sobre ellas 40 horas a la semana desde hace 20 años. Y no solo cine patrio. Desde los títulos más indies hasta los blockbuster imprescindibles o lo más selecto de los festivales internacionales. Todo vale para alimentar su inagotable ansia cinéfila. Y, por supuesto, sin dejar de lado las series de televisión.

Por su grabadora ha pasado todo el 'star system' español… y gran parte del internacional. Desde que se licenció en Periodismo allá por… Bueno, desde que se licenció en Periodismo, ha trabajado en varias cabeceras de Hearst, como TP, Supertele o Teleindiscreta, antes de aterrizar en Fotogramas, curiosamente, la revista que le empezó a despertar su pasión por el séptimo arte desde bien pequeñito.

También es actor pero, a la espera del Goya Revelación, está felizmente encasillado en su papel.