- Cómo 'Titanic' se convirtió en un icono de Hollywood
- 'Titanic': el diario de rodaje de James Cameron en 1997
- 'Titanic': ¿qué ha sido de sus actores 25 años después?
Con motivo del 25 aniversario del estreno en cines de 'Titanic', FOTOGRAMAS recupera de su histórica hemeroteca la entrevista con Kate Winslet publicada en el número 1.853 de enero de 1998.
Con solo media docena de films, la británica Kate Winslet se ha instalado a la cabeza de la generación de actrices jóvenes con más proyección. Y ahora también es la más joven de las cinco aspirantes al Oscar a la Mejor Actriz por su papel de romántica pasajera del ‘Titanic’. Bastante alejada del físico estándar de Hollywood, lucha porque este último año inolvidable sea el principio de una hermosa amistad con la gloria.
Que por tu tercera película te nominen a un Oscar no es algo muy habitual. Kate Winslet, sin embargo, puede presumir de ello gracias a su trabajo en ‘Sentido y sensibilidad’ [que se cuenta en nuestra lista de las mejores películas de Kate Winslet]. Ya con su primer film, ‘Criaturas celestiales’, su nombre se convirtió en sinónimo de profesionalidad, talento y una pasión desmedida capaz de sacar de sus casillas a James Cameron o Ang Lee. Pero lo más importante es que Kate tiene una confianza sincera en sus cualidades. Cualidades que convierten en superfluos esos kilos de más que, en otra actriz, hubiesen sido su ruina en el glamouroso Hollywood. Sin embargo, Kate no quiere ser ni glamourosa ni el centro de la fiesta.
Fotogramas: ¿Estamos en el año Winslet?
Kate Winslet: ¡¡¡Nooo, por Dios!!!
F: Pero no nos negará que en poco tiempo todo ha cambiado a su alrededor.
KW: Reconozco que el 97 ha sido un gran año a nivel profesional y personal, aunque también he aprendido un montón de cosas que me producen pánico. Como encontrarme pensando: “Dios mío, he de demostrar que mi vida es lo más normal posible, que no soy glamourosa para nada.” He descubierto que no quiero entrar en ese juego de la industria.
F: ¿Es algo de lo que se ha dado cuenta ahora, a raíz del éxito de ‘Titanic’?
KW: No. He tenido prejuicios sobre Hollywood desde que pasé unos días en Los Ángeles para promocionar ‘Criaturas celestiales’. Tenía 19 años y fue todo como muy freak. Vi a tipos gordos fumando puros y todos esos tópicos sobre la parte más asquerosa del negocio. Y, sí, algo de eso hay, pero también hay tipos genuinos. Aunque, en esencia, Hollywood es un sitio irreal. Y es el motivo básico de que el estilo de vida de California no vaya conmigo.
F: ¿Durante el rodaje de Titanic también sintió la presión de todas esas cosas que tanto le desagradan de Hollywood?
KW: Sí, pero adopté una actitud defensiva. El inicio del rodaje de ‘Titanic’ fue muy duro para mí, y una chica estuvo acompañándome unas cuantas noches. Una tarde me puse a hacer un té para las dos y ella dijo: “Buah, la estrella me está preparando una taza de té.”A lo cual yo repliqué: “Puedes joderte, porque no pienso darte este té si sigues llamándome estrella. Aunque sea actriz soy perfectamente capaz de hacer una taza de té, así que cállate y bebe.”
F: Como reza el tópico, es el precio de la fama...
KW: Sí, pero nunca pensé que eso me ocurriría a mí. O, para ser más exacta, sabía que estas cosas pasaban, pero no que podían llegar a ciertos extremos. Como cuando se le dio tanto bombo y platillo al día que fui al Covent Garden con Rufus Sewell. Me asombró y fue una lección que tuve que aprender: “Debes tener mucho cuidado.”
F: ¿Ahora no se fía de nadie?
KW: Bueno, tampoco hay que exagerar. También hay mucho bueno en esta industria como Emma (Thompson) y Ken (Branagh), Leo (DiCaprio) y Jim (Cameron)...
F: Con Thompson le une una gran amistad...
KW: Sí, compartimos mucho durante el rodaje de ‘Sentido y sensibilidad’. Por esa época se estaba deteriorando su relación con Kenneth Branagh y yo me convertí en una especie de apoyo para ella. Bueno, en realidad, la cosa fue mutua: preparábamos los papeles juntas, charlábamos... es algo que, por suerte, no hemos perdido.
F: ¿Le consultó a ella cuando le propusieron trabajar en ‘Titanic’?.
KW: Naturalmente. Hice una lectura con Emma y ella reaccionó igual que yo: no pudo evitar llorar. Luego me dijo: “Nena, debes hacerla.” Y yo le dije: “Lo sé, lo sé.”
F: Con Kenneth Branagh coincidió en su ‘Hamlet’, el primer film para el que no tuvo que pasar por una audición. ¿Considera este film como un punto de inflexión en su carrera?
KW: Sí, y no solo porque Ken me llamase sino también por todo lo que aprendí. Fue una experiencia fuerte, no tanto en lo referente a las horas de trabajo como por el maravilloso cast que me rodeaba. El primer día me paseé por la sala de ensayo y allí estaban Ken, Julie Christie, Derek Jacobi... Pensé: “Dios mío, todos le tienen pillado el tranquilo al tema, saben lo que significa cada palabra y dominan sus partes del diálogo.” Esto es muy duro para una recién llegada, y puso a prueba mi fortaleza y autoconfianza.
F: Y luego... ‘Titanic’. ¿No le dio miedo saltar a un proyecto tan monumental?
KW: No tengo la sensación de que haya ocurrido todo demasiado pronto porque aprecio cada minuto, cada cosa que me ocurre. No soy del tipo: “Bravo, esto que he hecho es brillante y ahora me voy a preparar para subir mi siguiente escalón... No, yo no tengo una agenda con mi carrera proyectada. Nunca la he tenido. Desde fuera parece claro que con ‘Titanic’ he dado un gran paso, de lo pequeño a lo grande, pero yo no lo siento así. Me ofrecieron ‘Titanic’, leí el guion y pensé: “Quiero trabajar en esta película sin tener en cuenta para nada que se trata de un proyecto gigantesco del cine americano. Me obligaba a verlo de este modo y, afortunadamente, he sido capaz de no perder de vista mis raíces y seguir tomándomelo todo como un trabajo.
F: Un trabajo bastante duro: siete meses a una media de 20 horas de rodaje diarias...
KW: El motor de todo era Cameron. Es un genio y un maniático. Un genio en el sentido de visionario; un maniático porque solo da como buenas las cosas cuando son exactamente tal y como él las quiere. Pero esto es admirable, porque tener el control total de algo tan grande es casi increíble. Por momentos me sentía frustrada y un poco dolorida porque no podía seguir su ritmo y él no aflojaba. Había días en los que me despertaba y pensaba: “Dios mío, me quiero morir.” Hasta que me di cuenta que, durante dos años, en su cabeza no había existido otra cosa que ‘Titanic’.
Pasión y Tai Chi
F: Este film, más que la recreación de una catástrofe, es un alegato a favor de la pasión. La pasión de Cameron, la pasión de los protagonistas... ¿también la suya?
KW: Naturalmente. Me sentí cómoda en el papel porque soy muy temperamental. Recuerdo que cuando rodaba ‘Sentido y sensibilidad’, Ang Lee me recomendó que bajara un poco las revoluciones y que me centrase haciendo tai chi (risas). Pero es que soy total mente incapaz de esconder cualquier emoción. Las medias tintas no van conmigo. Mis sentimientos hacia las cosas son instantáneos, aunque procuro que mi corazón esté siempre, siempre bien a cubierto.
F: Las condiciones de trabajo en ‘Titanic’ fueron especialmente complicadas. ¿Llegó a temer por su integridad física?
KW: No, porque ahora en el cine todo es increíblemente seguro. Había trampillas de seguridad en los techos y guías que evitaban que mis zapatos se enmarañasen con el vestido y me hiciesen caer. Sin embargo, sí que recuerdo que había una escena en la que Leo y yo estábamos atrapados entre dos puertas de hierro y que, teóricamente, no iba a ser difícil atravesar. Pero, toma tras toma, se me enganchaba en ellas el abrigo que llevaba, lo cual obligaba a Leo a actuar y, a la vez, estirar de la prenda. En esa situación no sabía si ponerme a reír o a gritar.
F: ¿Cómo fue rodar con Leonardo DiCaprio?
KW: ¿Leonardo? Pero si nadie llama así a Leo... (risas)
F: De acuerdo, ¿cómo fue rodar junto a Leo?
KW: Él es muy divertido y siempre está bromeando. En un proyecto de la magnitud de ‘Titanic’ puedes leer un libro entero entre toma y toma. Sin embargo es necesario mantenerte siempre a tope, no enfriarte, de manera que no parábamos. Éramos como dos críos traviesos, cantándonos canciones horteras, tomándonos el pelo mutuamente... Nos lo pasamos realmente bien.
Mi hermano del alma
F: ¿Y qué me dice de las escenas más románticas? ¿Es consciente de que los millones de fans de Leo se la tienen jurada?
KW: Sí, sí (risas). Pero ahora en serio, Leo, Jim y yo trabajamos muy duro toda la historia de amor. Cuando miro esas escenas me veo muy dulce, serena, calmada, realmente enamorada... aunque la realidad era bien diferente: en la escena en la que hacemos el amor en el coche estábamos embutidos allí dentro, los asientos eran demasiado mullidos, y además teníamos toda esa glicerina para simular que estábamos sudando. Fue realmente horrible. Al final de cada toma yo tenía su maquillaje marrón en mi cara y él el mío blanco en la suya. Además, a esas alturas del rodaje nos conocíamos tanto que estar piel con piel junto a él era algo en lo que no quería pensar. Para mí no era como un amante, sino como un miembro de mi familia.
F: Hace bien en aclararlo, porque a DiCaprio siempre le rodean rumores sobre romances con sus compañeras de reparto...
KW: Es que nuestra relación ha sido muy estrecha, casi de hermanos, pero en la que no hubo nada de flirteo. AI principio pensé que la cosa no podría funcionar, porque me decía: “Cuidado, es imposible trabajar con este hombre; voy a acabar enamorándome de él”. Pero eso nunca pasó. Ahora me lo encuentro y solo me viene a la cabeza: “Qué gran tío. ¡Realmente es un tipo excelente!”
F: Y como actor, ¿qué piensa de él?
KW: Es uno de los grandes actores de su generación. Hay muy pocos en el mundo que realmente tengan el don que tiene él: no podría ser un mal actor ni aunque lo intentase.
F: Leo DiCaprio tiene fama de noctámbulo y juerguista. ¿Cómo ha encajado usted en esta nueva generación de actores americanos que han convertido sus paseos por el lado salvaje en una seña de identidad?
KW: Pues la verdad es que de ninguna manera. Una vez Leo me propuso salir por allí con un grupo de amigos, pero a mitad del plan yo ya estaba hecha polvo. Creo que se enfadó conmigo (risas). Tampoco me va el tema de las drogas. No las he probado nunca. Puede sonar repelente o poco cool, pero tengo bastante con mis cigarrillos, mi café y ocasionalmente coger alguna borrachera, perder el control y levantarme al día siguiente sintiendo lástima de mí misma.
F: Tampoco parece encajar en el arquetipo que físicamente vende Hollywood de sus mujeres.
KW: Bueno, hay gente que por naturaleza es muy delgada. Pues yo, por naturaleza, soy rechoncha. Y me siento feliz tal como soy, aunque sé que no entro dentro de las normas físicas de lo que se entiende como una star de Hollywood. Mientras preparábamos ‘Sentido y sensibilidad’, Emma me comentó: “Si pierdes peso para hacer esta película me pondré furiosa. Y yo hago todo lo que dice Emma (risas). Creo que mi responsabilidad como actriz es decir a todas esas chicas jóvenes obsesionadas por su peso que la vida es corta, y está aquí para ser vivida sin atormentarse.
F: Vamos, que las clínicas de adelgazamiento pueden ir olvidándose de usted.
KW: En mi caso sí, pero que cada cual haga lo que quiera. La cirugía estética y los implantes están bien si lo deseas, si eso te hace sentir mejor. Pero creo que todo esto convierte a la gente, y especialmente a los actores en figuras de fantasía adecuadas para un mundo de fantasía. Y actuar para mí es ser real, ser honesto. El público no te quiere necesariamente por m cuerpo, te quiere por la honestidad del interior de tu alma.
F: ¿Se ha planteado qué hará tras ‘Titanic’?
KW: He recibido muchos proyectos, pero lo más inmediato que quiero hacer, aparte de rodar ‘Hideous Kinky’, es tener tiempo para mí misma, pintar unas cuantas paredes de mi piso y vagabundear con mi familia.
F: ¿Se enfadará si le pregunto por qué ha hecho tantos films de época?
KW: Vaya, una pregunta que no me han planteado nunca (risas). La verdad es que no lo sé porque, sinceramente, no tengo nada en contra de las historias contemporáneas. Además, estoy un poco harta de corsés, aunque solo sea porque me están haciendo polvo las costillas.