''Tyler Rake 2' ha llegado a Netflix y ha subido las apuestas en todo. Cuando ves una secuela bien hecha, la fórmula parece obvia y hacerla bien parece fácil. Solo tienes que hacer lo mismo otra vez pero más y menos. La historia del cine nos ha enseñado que no es tan fácil como parece. De hecho, cuesta ponerse en la piel de Sam Hargrave, antiguo extra de acción convertido en director, y pensar cómo podía ir más allá repitiendo la fórmula. Lo mismo podemos decir de Chris Hemsworth, que cada vez llega más lejos como héroe de acción, pero también de una Golshifteh Farahani que no se queda atrás ni mucho menos.

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Netflix

Como ya hemos dicho en nuestra crítica de 'Tyler Rake 2', esta secuela es más y mejor. Pero no hay una muestra más clara que el plano secuencia más largo de la película. La primera entrega destaco por sus coreografías de acción en largos planos secuencia. Sin embargo, toda la película se dedicaba a esa "Extraction" que da nombre originalmente a la cinta. El más largo de la primera entrega duraba nada menos que 12 minutos a través de callejones y patios. Aquí, en 'Tyler Rake 2', no solo dura 21 minutos si no que tiene elementos realmente complicados, se recorre muchísima distancia en varios vehículos y hay todo tipo de explosiones. Todo para poner en un solo plano la "extracción" que Tyler Rake tiene que llevar a cabo en esta película.

Este auténtico prodigio técnico ha sido definido por los Russo (productores de la cinta) y Hargrave como la secuencia de acción más loca de la historia del cine. Comienza en el minuto 26 de la cinta, y no acaba hasta el minuto 47. Pero estamos acostumbrados a que un plano secuencia se mueva más o menos por la misma zona, al fin y al cabo, se hace por continuidad. Sin embargo, en estos veinte minutos, los personajes comienzan a escapar de la cárcel georgiana huyendo varios pisos; se separan, viven varias luchas; atraviesan un patio en el que hay una pelea colosal con decenas de personas implicadas; se suben a un jeep y viven una persecución llena de explosiones, choces y vehículos volcados; se montan a un tren en el que luchan por el aire con dos helicópteros y dentro con bastantes enemigos. Antes del corte, el tren se estrella y seguimos viendo en el mismo plano desde el principio como Hemsworth sale disparado.

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Jasin Boland/Netflix

La escena, por supuesto, conllevó meses de preparación y todos los departamentos y equipos de la película se involucraron para lograrlo. Chris Hemsworth, de hecho, no usó ningún doble en la cinta, incluido la escena que veis en la imagen. 30 veces tuvieron que prenderle fuego al actor para lograr la escena tal y cómo querían.

No hemos visto nunca nada igual, eso es cierto. Pero la dificultad del plano secuencia no solo se haya en su recorrido y en los elementos que muestra, si no en su capacidad para enfocar lo necesario en cada momento. Más allá de la realización técnica, el plano destaca por ir pasando de un actor a otro, de un personaje a otro, de manera fluida y natural. Todos tienen sus peleas, sus reacciones, sus muertes en la cara. Por supuesto, con el cine analógico quedó la verdadera dificultad del plano secuencia. Ya no hay que disfrazarlo cada diez minutos porque se acaba el rollo como en 'La soga'. Y tampoco hablamos de una película entera en plano secuencia como 'El arca rusa'. De hecho, al tratarse de cine digital lleno de efectos, pese a que se planificase para rodarse dele tirón, podríamos estar viendo trozos de varias tomas unidas y no nos enteraríamos. Sin embargo, la sensación que logrado Hargraves para su segunda extracción es, gracias a esta secuencia, realmente alucinante.

Headshot of Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática. Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes. Tras 8 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino.  Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación.  Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.