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Si en el año del reality de 'El juego del calamar' alguien menciona una lucha a golpes a lo largo de un pasillo y no pensamos inmediatamente en 'Oldboy', quizás sea porque los tentáculos (ea, ese guiño) de la película de Park Chan-wook han encontrado hogar en otros hits de nuestra cultura pop, ya sean la serie de 'Daredevil' o la versión estadounidense con Josh Brolin uno de tantos remakes de Hollywood innecesarios), productos desde los que seguir retorciéndonos entre el asco, la fascinación y un inesperado romanticismo.
La obra de Park Chan-wook, perpetrador de la "virguería" que es 'Decision To Leave' (la crítica, aquí), cumple veinte encorsetada en la Trilogía de la Venganza, junto a 'Sympathy for Mr. Vengeance' (2002) y 'Lady Vengeance' (2005), una de las sagas canónicas de la cinefilia actual, a pesar de que según el propio cineasta dialoga mucho mejor con 'Joint Security Area' (2000), thriller que rompió todos los récords de taquilla y propulsó la carrera de Song Kang-ho, inolvidable mucho antes del éxito en los Oscars de 'Parásitos'.
Para celebrar el aniversario, repasamos los referentes trágicos y noir de la película, las diferencias con el manga original, los aplausos desde su estreno en el Festival de Cannes, qué dijo la crítica de Fotogramas entonces y de dónde surge tal arrebato de violencia. ¿Empezamos?
El argumento: entre el noir, la tragedia y el manga
A los treinta minutos de metraje, Oh Dae-su ya ha salido de su encierro. A la hora, ya hemos descubierto la cara de "Evergreen", su captor. A la hora y media exacta, se aclara el motivo del encierro. Quedan aún treinta minutos. La película de Park Chan-wook empieza y acaba como un noir al uso, con un personaje que se ha dejado hipnotizar por los impulsos ingrávidos y amorales de la ciudad, en cuyas tripas se interna hasta descubrir la atrocidad de la red en la que se ha visto enmarañado y que debe hacer un sacrificio para empoderarse como héroe con gravedad propia, uno que pueda escribir su historia sin que le tiemble el pulso: "Sé que no soy más que una bestia pero... ¿acaso no tengo derecho a vivir?".
Sin embargo, 'Oldboy' poco nos recuerda a las noches de gabardinas y arquetípicos Marlowes a las que miraba el manga en el que se basa, una serie corta escrita por Garon Tsuchiya e ilustrada por Nobuaki Minegishi de 1996 a 1998. La 'Oldboy' japonesa, hoy mucho más desconocida que su adaptación, partía de un hilo argumental muy similar ("un hombre es encerrado durante largo tiempo y, a su liberación, debe descubrir el por qué"), aunque, algún que otro flequillo a parte, difería sustancialmente en dos aspectos. Primero, el reparto tenía un porte mucho más arreglado (un detective taciturno, una chica dulce, un villano sin mucho más), un clasicismo del que la película se alejaba para parecerse mucho más, en estética e hiperexpresividad, a lo que solemos entender por manga.
Y segundo, el final era trágico, pero no *extremadamente trágico*. Oh Dae-su, cuya pronunciación se ha comparado con el nombre de Edipo, el antihéroe griego por excelencia, se corta la lengua como el Rey de Tebas se quitaba los ojos. De hecho, podría agüirse que, si la cinta ha tenido el impacto cultural del que goza hoy, es porque supo llevar sus particularidades a una frecuencia que, como las tragedias griegas, superó el paso del tiempo. Nadie olvida ese final fácilmente.
Cómo 'Oldboy' se convirtió en una película de culto
Hay algunas decisiones buenas, y otras no tanto. Cuando 'Oldboy' se presentó en Competición del Festival de Cannes, hace veinte años, Quentin Tarantino estaba de presidente de un Jurado Oficial compuesto por nueve personalidades, entre las que hoy recordamos a Tilda Swinton o Kathleen Turner.
Pues bien. Naturalmente, a Tarantino la película le entusiasmó y miembros del equipo de Park Chan-wook han explicado que llegaron a verle en tres pases diferentes a lo largo del festival. Sin embargo, parece que la mayoría de su jurado encontró más pertinente entregar la Palma de Oro a 'Fahrenheit 9/11' de Michael Moore y uno de los documentales más polémicos de la historia. Suponemos que, por proximidad temporal a los atentados, la decisión entonces se vería como "necesaria".
En todo caso, permitieron a Tarantino y el resto de partidaries de Park entregar el Gran Premio del Jurado a 'Oldboy', erigiéndola igualmente en el primer título coreano en merecer el galardón. Y claro, el tiempo ha visibilizado cuán importante sería dentro del paradigma del cine comercial marca Corea, que aunó ese 2003 tres joyas fundacionales: junto con la de Park, 'Memories of Murder (Crónica de un asesino en serie)', de Bong Joon-ho y 'Dos hermanas', de Kim Jee-woon, una de las películas de terror asiáticas que dan miedo de verdad.
'Memories of Murder' y 'Oldboy' fueron las más populares, en este orden y con la de Bong convirtiéndose en la más taquillera de la historia del país. En la taquilla internacional 'Oldbboy' recaudó unos 15 millones de dólares entre 2003 y 2005, y en su relanzamiento en Estados Unidos, este agosto, superó rápidamente los números del estreno dos décadas atrás. Podemos decir sin titubear que 'Oldboy' es una película de culto, aun sin olvidos injustos ni grandes peajes históricos.
En España la película llegó de la mano de Mediatres Estudio, distribuidora especializada en thrillers coreanos, camello casi exclusivo de Takeshi Kitano y dulce hogar del live action asiático, quienes lanzaron una cuidada edición coleccionista en Blu-Ray aún disponible en Amazon y similares. Para la remasterización, Park Chan-wook quiso tocar los colores del original para acomodarlos a la estética limpia de su cine actual, pero el negativo ya había sido tratado químicamente así que la película se verá para siempre tan granulada y verde como cuando se estrenó... Aunque eso no le quite pizca de alma.
La crítica de Fotogramas de 'Oldboy'
La crítica de 'Oldboy' de Sergi Sánchez, fechada del día del estreno en España (el 28 de enero de 2005), recetaba la película "para paladares sensibles y estómagos de hierro", en un oxímoron en la línea del corazón romántico de su lírica, a pesar de la violencia general. Dice Sánchez: "'Old Boy' es una película que necesita ser vista con los ojos bien fríos: de lo contrario, es posible que la violencia de su poética (...) nos confunda y nos haga sospechar que detrás del Apocalipsis no hay más que el ruido de fondo de una broma extraordinariamente formalista".
La compara con otro clásico instantáneo de la época, una de las mejores películas de David Fincher, llamando a la de Park "una montaña rusa visual y narrativa que deja anticuados los logros de los oscuros y fundacionales títulos de crédito de 'Seven'", y triangulándola junto con 'El Club de la Lucha' y 'Nana', para formar una constelación "de vertiginosos círculos concéntricos que parecen resolverse siempre en el mismo punto, la confrontación moral entre lo que hicimos y lo que deberíamos haber hecho".
Y remata, en un final que nos entusiasma, declarando que "ya no estamos ante una oda al caos contemporáneo, porque detrás del improbable catálogo de atrocidades que propone el cineasta coreano existe un elogio del amor (disfuncional e incestuoso) como principio y fin de todas las cosas, rematado por una imagen de un lirismo que hubiera hecho las delicias del Friedrich del cuadro El mar de hielo". Por textos como este amamos nuestro oficio.
Corea, años ochenta a dos mil: 'Oldboy' en contexto
En The Hollywood Reporter, dedican un reportaje extenso a 'Oldboy' por su reestreno y trazan una base biográfica para el carácter inesperado y violento de la filmografía de Park Chan-wook, con 'Oldboy' por bandera. Park estudió Filosofía en la Universidad de Songang en los años ochenta, durante las revueltas estudiantiles contra la dictadura de Chun Doo-hwan, cuyo régimen trató de aplastar las protestas que se sucedían en el campus: "Todas las cosas que iban sucediendo me hacían sentir cada vez más como un cobarde", dice Park, avergonzado por su inactivismo incluso ante la detención de compañeres y colegas.
El cineasta se ha reconocido interesado en "ese sentimiento personal de odio y rabia, y en cómo eso nos afecta internamente y provoca el colapso de nuestro yo interno", un sentimiento de rabia y de venganza a medio masticar que comparte, declaradamente, con cineastas de la talla de Bong Joon-ho, según este reportaje de The New York Times.
En una conversación con Ryan Johnson, Bong comentaba: "Viví en una sociedad que pasó por tantos cambios y tribulaciones. Es casi como si hubiera sentido lo absurdo de mi propio cuerpo al crecer en este país, y estoy expresando naturalmente lo que experimenté. Y creo que es por eso que cuando el público ve estas películas, en unos segundos, está expuesto a todos estos tonos diferentes. Del natural, así eran nuestras vidas".
Hoy el cine de Park Chan-wook desfila lejos de la sangre y los pulpos vivos. Limpio, abrazando otros romances amorales y apasionantes a la manera de un Hitchcock: erótico, pulcro, casi aristocrático, aunque sea filmando con un iPhone. Choi Min-sik actuó en la película de Park cuando ya estaba en la cúspide de su carrera, sosteniendo el star system coreano junto a Song Kan-ho. Comenta el director, para Roger Ebert, que siempre les compararon: "Si Song Kang-ho es helado y moderno, Choi Min-sik es fuego y clásico. En apariencia es un héroe, pero al mismo tiempo parece un bromista. No tiene una personalidad calculadora. Es una persona apasionada que seguirá adelante, contra viento y marea, si cree que algo está bien. Esto significa que él es así de puro". Dualidad, pureza, y mucho cine.
Especialista en películas de estreno y series de actualidad, festivales internacionales y todas las novedades de cine de autor. Se graduó en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra, en el área de Análisis y crítica.
Lleva seis años escribiendo reseñas y cubriendo noticias en Fotogramas, es la firma semanal de cine en Tot és Comèdia de SER Catalunya y Va de Cine de Radio 4, y colabora regularmente en Gara, El Cultural y SensaCine desde el festival de Cannes, Venecia y Berlín. Se ha colgado la medallita por ser la segunda persona de España en recibir el distintivo Berlinale Talents como periodista.
Le apasionan las series (habla de ellas en Plaça Tísner de Betevé) y el anime, del que escribe en Serielizados y al que da vueltas en el podcast Sopa de Miso, de la misma revista. Podréis leer sus artículos sobre videojuegos indie en la revista LOOP, de GameReport, y ha publicado un capítulo en el libro “Pier Paolo Pasolini. El grito que no cesa” (Semana Internacional de Cine de Valladolid y Caimán, cuadernos de cine, 2022).
Es parte del comité de programación del Festival l’Alternativa de cine independiente de Barcelona, para quienes también lleva la prensa. Desde el año pasado, programa películas sobre vino en el Festival Most. Le veréis como participante y coordinando actividades educativas alrededor del cine, en colaboración con ciclos, festivales y escuelas como La Casa del Cine o ESCAC. Hoy se gana el sueldo, también, como docente de Narrativa Audiovisual en el Grado de Videojuegos de la Universitat Politècnica