- Las mejores películas originales de Netflix, ordenadas
- Películas 2024: los mejores estrenos y las más esperadas
- Películas Netflix 2024: los mejores y más esperados estrenos
'Lift: un robo de primera clase' es el nuevo atraco de Úrsula Corberó en Netflix tras 'La casa de papel'. Pero más allá de significar un nuevo paso en Hollywood para la estrella española, la película liderada por Kevin Hart es otro ambicioso añadido al género de grupos de ladrones (cada uno con su rol) que elaboran los planes más locos inimaginables para birlar tesoros inexpugnables. Un subgénero, o más bien una premisa, que tiene muchos seguidores y que siempre asegura un buen rato. No por nada tenemos una lista de las 15 mejores películas de atracos en Netflix. Una de las claves de este género es crear un elaborado plan, hacer parecer que algo ha salido mal, solo para descubrir al final el verdadero plan (todavía más complicado) que en verdad ha salvado a los protagonistas y les ha hecho salirse con la suya.
A estas alturas, el girito final de las películas de bandas de ladrones es tan esperado como la revelación del asesino en una novela de Agatha Christie. Sabes que va a llegar al final, pero eso no lo hace menos satisfactorio. 'Lift: un robo de primera clase' no es una excepción a la regla y, como tal, puede que haya despistado a más de uno con su sorpresa final. Pero para recapitular todo ello estamos nosotros.
Esto es lo que ocurre en 'Lift: un robo de primera clase' (Netflix)
La banda del ladrón de arte Cyrus comienza la película haciéndose con un NFT en Venecia. Para ello, roban un Van Gogh, compran el NFT de manera legal y, con la aparente desaparición del artista, disparan el precio y venden cuatro veces el valor solo unas horas después. El cabo suelto era ese Van Gogh, y la inspectora de la Interpol Abby (Gugu Mbatha-Raw) los tiene pillados. Antes de que los detenga, un compañero de la Unidad Antiterrorismo de la Interpol, Huxley (Sam Worthington) le pide a Abby la colaboración de Cyrus. No les detendrán siempre que les ayuden a hacer desaparecer 500 millones de dólares en lingotes de oro, durante un vuelo Londres-Zúrich, con los que el magnate Jorgensen (Jean Reno) va a pagar a una poderosa organización de hackers llamada Leviathan. El objetivo de Jorgensen es piratear las presas europeas creando inundaciones y sequías, y enriquecerse manipulando la Bolsa. Un plan maléfico que obliga a Abby a ceder y ofrecerle el trato a un Cyrus al que, además de ganas de atrapar, le tiene rencor tras una semana de amor que pasaron en París sin conocer la identidad el uno del otro.
El plan de Cyrus es bastante complicado. La hacker Mi-Sun (Yunjee Kim) crea un dispositivo para piratear la señal del avión. La piloto Camila (Úrsula Corberó) llevará otro avión hasta esa misma posición y soltará un dron con la nueva señal. Un controlador aéreo sobornado hará el resto, y el cambiazo de avión durará lo justo para que Magnus (Billy Magnussen) abra la caja fuerte y el oro acabe en manos de la Interpol.
Pero este elaborado plan parecía no haber tenido en cuenta que en el avión habría varios matones armados de Jorgensen que no dudarían ni un instante en disparar en una cabina presurizada con tal de defender el oro de su jefe. La cosa rápidamente se tuerce, y los protagonistas acaban en el segundo avión, con el oro, y secuestrados a punta de pistola dirigiéndose ahora a la Toscana, donde Jorgensen se ha reunido con Leviathan para el pago.
'Lift: un robo de primera clase': final explicado
Huxley está tan decidido a parar a Jorgensen que incluso ordena que derriben el avión del oro a pesar de que su compañera está a bordo. Por suerte, los protagonistas consiguen utilizar la pantalla LED del avión para advertir de que hay civiles a bordo y que la OTAN cancele el ataque muy a pesar de Huxley. Aunque los protagonistas consiguen, a base de lucha, "bajar" a todos los matones del avión, la verdad es que acaban aterrizando en la casa de Jorgensen. Sus matones no tardan en detenerlos y arrebatarles el oro. El bueno de Cyrus incluso miente al decir que el agente de la Interpol es él en lugar de Abby, ganándose el corazón de la policía del todo.
Pero los carabinieri llega justo a tiempo, justo para ver como las cámaras y pantallas del avión, usando la misma tecnología del NFT robado al principio de la película, reflejan como Jorgensen cometió un asesinato minutos antes (contra la enviada de Leviathan) y detenerle. Por supuesto, aunque la cosa parece haber salido bien para la Interpol, Abby se va con su nuevo novio delincuente tras pegarle un puñetazo a Huxley y renunciar. Al fin y al cabo, un compañero estaba dispuesto a dar su vida por ella y al otro no le importaba matarla para cumplir la misión.
El giro final, que por supuesto que lo hay, es que el oro que estaba en juego ni siquiera era real. Sin decírselo a Abby, la banda preparó una falsificación y tiró el verdadero Oro del avión hacia un lago en los Alpes. Con Abby ya formando parte de la banda, este grupo de ladrones libre de todo delito tras cumplir su trato de robarle el oro a Jorgensen tiene, además 500 millones de dólares que gastar. Desde luego, Cyrus y Abby se van a poder pegar una buena Luna de miel. Aunque nos extrañaría que, después de que Camila visite a su familia en Madrid, no vuelven a las andadas, aunque sea por diversión.

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.
Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.
Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino.
Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación.
Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.