La autodestrucción puede ser un proceso lento y meticuloso que desnuda los mecanismos más íntimos del ser humano cuando sus sueños se convierten en pesadillas. Partiendo de esta premisa, el séptimo arte ha funcionado en innumerables ocasiones como el espejo de las adicciones, de los deseos rotos y de la fragilidad de las expectativas individuales en su su expresión más descarnada y radical.

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requiem por un sueno
Lauren Film

A comienzos del nuevo milenio, el realizador Darren Aronofsky sorprendía a la audiencia con el estreno de la polémica ‘Requiem por un sueño’ (2000), donde retrata la caída en picado de cuatro personajes atrapados en diferentes tipos de adicciones. La película, basada en la novela de Hubert Selby Jr., se convirtió en un referente absoluto del cine independiente contemporáneo, obteniendo una nominación en los Premios de la Academia en la categoría de Mejor actriz de reparto por el impresionante trabajo de Ellen Burstyn que también se ve recompensado con otra nominación a los Globos de Oro en la misma categoría. El filme, cosechó elogios por su innovadora propuesta estética y narrativa y un reparto perfectamente elegido que incluye a Jared Leto, Jennifer Connelly y Marlon Wayans, además de la ya mencionada Burstyn. La película, que construye un retrato demoledor sobre la destrucción personal, se encuentra actualmente disponible en el catálogo de Movistar Plus+.

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La aproximación visual de Aronofsky revolucionó los códigos narrativos tradicionales. El director concibió la película como un montaje de hip-hop, utilizando una técnica de edición que multiplica exponencialmente los cortes ya que mientras que una película convencional de unos 100 minutos de duración suele contener entre 600 y 700 cortes, ‘Requiem por un sueño’ supera los 2.000 cortes. Esta estrategia visual busca transmitir la sensación de adicción, fragmentación y pérdida de control, convirtiendo cada una de las secuencias en un ataque sensorial que desestabiliza al espectador.

Para preparar su papel, Jared Leto sometió su cuerpo y su método interpretativo a una transformación radical para dar vida a Harry Goldfarb. El proceso en el que se sumergió Leto le llevó a perder más de 10 kilos y a adentrarse en el submundo de los adictos a la heroína en Brooklyn, conviviendo con verdaderos toxicómanos para comprender los mecanismos psicológicos de la adicción. Su preparación no fue únicamente física, sino un viaje de inmersión total que le permitió construir un personaje absolutamente verosímil y desgarrador, transmitiendo a la perfección la degradación progresiva del ser humano.

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Además, el filme supera la simple descripción de las adicciones para convertirse en una obra maestra sobre la fragilidad de los sueños americanos. Aronofsky construye un universo visual donde la esperanza y la destrucción se entremezclan de manera armónica, utilizando recursos como la repetición, la fragmentación y la distorsión temporal para generar una experiencia cinematográfica única. Cada personaje representa una forma diferente de adicción: a las drogas, a la televisión, al éxito o a la juventud, dibujando un mapa devastador de la sociedad contemporánea.

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