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"Alguien tiene que salvar a este país, y ese es Hugh Grant". Así rezaba la petición que firmaron muchos británicos después del Brexit para que el actor ocupara el puesto de primer ministro. Ya lo habíamos visto en el 10 de Downing Street en su célebre papel en 'Love Actually', y sabemos que baja las escaleras como se deben bajar –aunque tal vez eso no sea suficiente–. También hemos comprobado que pronunciando discursos estaría más que a la altura del cargo, como demostró en la reciente Cena del Gobernador, donde rindió homenaje a Richard Curtis, guionista de sus comedias más memorables: 'Cuatro bodas y un funeral', 'Notting Hill', 'Bridget Jones' y la mencionada 'Love Actually'. "Todas ellas fueron enormes éxitos, pese a tener entre sus protagonistas al actor equivocado", dijo con su tan británico sarcasmo.
"Estoy muy orgulloso de algunas de las comedias románticas que he hecho, no de todas, y es fantástico que hayan sobrevivido hasta ahora y que la gente las siga viendo. Pero me arrepiento de no haber tenido entonces una carrera paralela haciendo personajes chungos y retorcidos", contaba a FOTOGRAMAS en una entrevista que mantuvimos con él en su última visita a Madrid. En favor de quienes nunca lo llamaron para interpretar ese tipo de papel hay que decir que la mera idea de verlo en la piel de alguien detestable resultaba poco verosímil en un tipo como él. Hasta cuando se inventaba que tenía un hijo para ligar con madres separadas en 'Un niño grande' (P. y C. Weitz, 2002) resultaba encantador.
Cuando es malo es (casi) mejor
Han tenido que pasar los años para que descubramos que ese poder de seducción de Hugh Grant (Londres, 1960) lo puede utilizar también para el mal, como hace en 'Heretic (Hereje)', una historia de terror religioso donde interpreta a un teólogo manipulador. "En realidad no es mi primera película de miedo, hice una en los años 80 con Ken Russell", apunta para los poco conocedores de sus comienzos. En esos primeros años de carrera tenemos que situar también 'Remando al viento' (Gonzalo Suárez, 1988), donde interpretaba a Lord Byron compartiendo reparto con José María Pou y Bibiana Fernández. No sabemos si la incluye en "esas películas europeas imposibles de ver que hacía antes de 'Cuatro bodas y un funeral'", que mencionaba en ese discurso para Richard Curtis. Esperemos que no.
El éxito en Estados Unidos de aquella película, icono de ese charm británico que tanto admiran los americanos, le abrió las puertas de Hollywood. Aunque el intento de replicar el modelo de pareja que se pelea pero se desea, dejaba bastante que desear en 'Nueve meses' (C. Columbus, 1995) junto a Julianne Moore, él había encontrado ya su lugar en el mundo: la comedia romántica. Para ofrecer pruebas hemos tirado de hemeroteca y recuperado la entrevista que publicamos en esta revista en diciembre de 1996, con motivo de su estreno: "Estoy harto ya de hacer Arte, con mayúsculas, que nadie va a ver. Prefiero hacer comedias. Creo que ya he hecho mi cuota de arte y ensayo y me parece fascinante hacer algo donde lo importante es que el público vaya a verla. Algo popular y no una película que parece un mensaje cifrado". Eso de lo que estaba ya tan harto podría incluir títulos como 'Maurice' (J. Ivory, 1987), 'Lunas de hiel' (R. Polanski, 1992) o 'Una insólita aventura' (M. Newell, 1994).
La maldición de la romcom
Pero la vida ha sido dura (si es que se puede aplicar la palabra en estos casos) para quienes eligieron por un tiempo ser héroes y heroínas de la comedia romántica de los 90 y los primeros 2000. Julia Roberts, con quien compartió reparto en 'Notting Hill', Renée Zellweger, en 'Bridget Jones' o Sandra Bullock, en 'Amor con preaviso' tuvieron que esforzarse en otros géneros para ser reconocidas como grandes actrices. "Hay un cierto esnobismo en torno a la comedia romántica, por alguna razón no se le reconoce lo difícil de hacer que es, y la verdad es que lo es. Resulta muy complicado sostener el romance y la comedia, requiere mucho talento por parte del director y el guionista", nos contaba con cierta frustración. Concretamente el caso de Sandra Bullock le resulta especialmente cabreante.
"No creo que nadie pensara de Julia que no era buena actriz, como no creo que lo dijeran sobre Renée. Pero tal vez sí sobre Sandra y estaban muy equivocados. Lo demostró ganando el Oscar por 'The Blind Side (Un sueño posible)'. Me dieron ganas de decir: Lo sabía, estaba convencido de que era buenísima. Además, ¿cómo puedes menospreciar a Sandra Bullock por hacer comedia romántica cuando es absolutamente brillante? Posee un talento extraordinario, para mí mucho más que el de quien es capaz de llorar y hacer todas esas cosas que a la Academia le encantan. Lo que hace ella es mucho más extraordinario". Por cierto, todas ellas han conseguido ya su Oscar (por llorar y hacer esas cosas que gustan a la Academia), le recordamos. ¿Qué tendría que hacer él para conseguir el suyo? "Ni idea, la verdad", confiesa. No parece muy preocupado por ello.
Estiró esa etapa todo lo que pudo, pero hasta él tuvo que buscar la manera de reconvertir ese encanto inmaduro en carisma de veterano. Y descubrió que los tipos algo tarados se le daban muy bien. "Cada actor tiene su método, pero si analizo los personajes oscuros que he hecho en los últimos ocho años, veo que tienen algo en común: ellos creen que son majos. Es importante el matiz porque hay una gran diferencia entre el que cae bien al público y el que cree que cae bien, como este Mr. Reed de 'Heretic (Hereje)'". Ya empezó a experimentar en 'El atlas de las nubes' (T. Tykwer, L. y L. Wachowski, 2012) en la que interpretaba a seis pesonajes diferentes. De hecho, los directores de 'Heretic (Hereje)', Scott Beck y Bryan Woods, afirman que pensaron en él precisamente por esa interpretación. Pero el proyecto que inauguró oficialmente esta nueva etapa de personajes poco amables, que después se han ido haciendo más y más radical, fue la serie 'Un escándalo muy inglés' (S. Frears, 2018), donde interpretó al político Jeremy Thorpe. "Pensé: ¿Televisión? Yo no hago eso. Siento un poco de nostalgia por el viejo glamour del cine. Pero luego me di cuenta de que todo el mundo lo hace, y el guion era tan bueno que tenía que aceptarlo".
¿Y un 007?
Se ha apuntado al bombardeo de travesuras de Guy Ritchie ('Operación U.N.C.L.E.', 'The Gentlemen: Los señores de la mafia' y 'Operación Fortune: El gran engaño'), al de 'Wonka', interpretando a un Oompa- Loompa y al de 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones'. Sin embargo, nunca al de una franquicia británica. "Para 'Harry Potter' me propusieron algo, pero no estaba disponible. Sin embargo, 007 nunca llamó a mi puerta, en ninguna forma", admite. Nunca es tarde (ni siquiera para una nueva Bridget Jones, que está a la vuelta de la esquina, aunque sin la mano de Richard Curtis). Tampoco para que se cumpla lo que pidió al guionista al terminar su discurso homenaje: "Necesitamos volver a hacer una película juntos antes de que nos tiren a la basura del cielo". Eso, o que se presente a primer ministro.
Laura es crítica de cine y periodista cultural. La primera vez que fue al cine vio ‘E.T. el extraterrestre’, y eso no se olvida nunca. Ha escrito sobre teatro, música, arte, fotografía, arquitectura y gastronomía en ‘Elle’ y ‘Harper’s Bazaar’. En ‘Fotogramas’ se especializa en lo que podríamos llamar ‘cine de autor’, aunque toca todos los palos.
Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en el conflicto en Irlanda del Norte en la Queen University of Belfast. Lo que le llevó a verse ‘Agenda Oculta’ (Ken Loach, 1990), ‘En el nombre del padre’ (Jim Sheridan, 1997), ‘Bloody Sunday’ (Paul Greengrass, 2002) y todas las películas que tuvieran que ver con el IRA.
Viajó a Cuba para estudiar en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión) de San Antonio de los Baños, donde vio mucho cine latinoamericano y bebió demasiados mojitos. También rodó un documental en la isla lleno de personajes maravillosos. Uno de sus primeros trabajos fue en el canal de televisión ‘Cineclassics’, donde coescribió el documental ‘El cine durante la Guerra Civil Española’.
Adora ‘El imperio del sol’ (Steven Spielberg, 1987), ‘Drácula de Bram Stoker’ (Francis Ford Coppola, 1992), ‘Thelma & Louise’ (Ridley Scott, 1992) y ‘La edad de la inocencia’ (Martin Scorsese, 1993). Pero, en general, siente predilección por las películas pequeñas que cuentan historias en las que nadie se fijaría si se las cruzara por la calle. Le gusta ese cine que vive más allá de los márgenes del entretenimiento.
Ha coescrito el libro ‘Cine y Moda’ (Ed. Pigmalion Edypro) y a lo largo de su carrera ha entrevistado a intérpretes y cineastas como Helen Mirren, Al Pacino, Jessica Chastain, Isabelle Huppert, Juliette Binoche, Julianne Moore, Hirokazu Koreeda, Sam Mendes, Jonathan Glazer, Margot Robbie, Ryan Gosling, Jude Law o Hugh Jackman.