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Tiene Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981) vis cómica, ese preciado don para bordar los personajes de comedia, como el que protagoniza en 'Un funeral de locos', que estrena ahora, o antes en 'Tres bodas de más', 'Primos' o 'Te quiero, imbécil'. Esta cualidad amplía su registro interpretativo más allá de sus papeles de mayor profundidad dramática, como los de 'Ventajas de viajar en tren', 'Cuerpo en llamas' o 'Los últimos días'. Con 44 años, recién cumplidos el 27 de marzo, el actor vive un momento profesional dulce, con dos títulos más en cartel: 'Al otro barrio' y 'Los aitas', y una envidiable estabilidad personal junto a su mujer, la modelo Paula Willems, y sus dos hijos, Bru (Bruno, en catalán), de tres años, y Gael, de pocos meses.
¿Cree que sus hijos podrían llegar a encontrarse en el futuro con alguna sorpresa como su personaje en 'Un funeral de locos'?
Imagino que alguna cosa sí, pero no tan escandalosa y exótica como en el film. Tengo una relación fantástica con mi padre, y hace poco comentábamos algunos aspectos de sus padres, mis abuelos, desconocidos para él. Concluimos que en este terreno siempre te llevas sorpresas, aunque, claro, no de ese calibre. ¿Qué podría ser en mi caso? Aunque lo pudiese intuir jamás lo contaría en una entrevista (risas).
¿Qué le atrajo de esta película?
Vi la original británica 'Un funeral de muerte' hace años, pero he preferido no volver a verla. Me pareció una comedia disparatada, brutal, en la que el humor no radicaba tanto en los gags como en los giros de la historia. El guion de Yolanda García Serrano mantiene justo eso, la estructura y los giros. Al leerlo por primera vez, en casa, me sorprendió. No me pareció en absoluto un remake. No siempre encuentras comedias como esta, que funciona como un tiro.
El humor exige un ritmo, una complicidad en el reparto que está muy lograda, ¿influye en esto la confianza entre los actores?
Un poco, sí. Es una labor muy coral. Con algunos, Inma Cuesta, Ernesto Alterio, ya había rodado; con otros, Belén Rueda, Antonio Resines, no. Con Ernesto he coincidido en muchas películas, pero hasta ahora nunca habíamos podido interaccionar tanto como en esta. En todas se daba un impedimento físico o electrónico que no lo permitía. Ernesto es un grandísimo actor. Cuando hice mis primeras comedias, machaqué los DVD de sus películas para, si no copiarlo, sí inspirarme en su comicidad. Para mí fue un referente y siempre es un placer coincidir con quien has admirado, como en este caso.
Sus personajes, y recuerdo como modelo 'Anacleto: Agente secreto', suelen esconder una energía interior que ellos mismos ignoran, hasta que se abre paso por sorpresa.
En este caso, coincido. A mí el personaje inglés no me interesó demasiado. Lo hablé con Manolo [Gómez Pereira, el director] para que tuviera un carácter más fuerte que en el original. Quise que a pesar de su complejo con respecto a su hermano, estuviera situado a una altura similar, para que así el conflicto tuviera mayor interés al enfrentarse los dos. De ahí la sorpresa por el talento oculto que él ignoraba tener y que aflora al pronunciar su discurso, cuando habla desde las entrañas.
Ahora que se ponen tan en cuestión los límites del humor, en sus comedias se tocan temas delicados, pero se mantienen dentro de un humor blanco.
¿Prefiero hacer humor blanco o me gustaría más meterme en camisa de 11 varas? Eso es algo que no depende tanto de nosotros, los actores. Hay un tipo de cine que va dirigido a un público que lo prefiere así. ¿Cómo se consigue el tono? Con mucho cuidado. Se trata de dedicarle muchas horas de mesa italiana [lectura del guion en voz alta por los actores sentados alrededor de una mesa con el director] y ahí está Manolo para crear un tono común y que rememos todos en el mismo sentido.
Cuando iba a nacer su segundo hijo, Gael, hace unos meses, lo anunció, de modo excepcional, en las redes sociales con un mensaje muy tierno y poético que concluía: "¡Qué suerte tengo!"
Soy muy afortunado de siempre, lo que pasa es que yo no formo parte de esa clase de gente que comparte sus vivencias a diario en redes. Tengo mis retos personales y mantengo mis debates conmigo mismo sobre cómo conciliar mi vida de padre con mi actividad profesional, que es un terreno en el que creo que hay que mantener cosas sin contar.
¿Ha influido el azar en su vida?
La suerte juega siempre un papel importante, pero me parece complicado sentarse a esperarla. Prefiero el trabajo, el esfuerzo personal. Ir a terapia, si lo necesitas. Meditar, si es preciso. El autoconocimiento. Apagar un poco el móvil y escucharse más a uno mismo.
¿Practica la meditación?
Sí, pero no lo cuento mucho. También he ido a terapia y no me incomoda nada reconocerlo. Me parece importante y necesario de la misma forma que vamos al fisioterapeuta cuando hace falta. Todo el mundo sabe, por la información futbolística, lo que es el ligamento cruzado, sin embargo, conocemos muy poco los mimbres que nos van por dentro, esos que nos condicionan en todo.
Dedica más parte de su tiempo que otros actores a la moda, fue imagen, por ejemplo, de Givenchy, ¿qué le atrae de ese campo?
Tengo buenos amigos en ese mundo. Es fascinante sentarse con esa persona que diseña ocho colecciones al año y ver de qué fuentes artísticas bebe, de qué se nutre. En otro momento estuve más implicado, ahora mucho menos. Me gusta la estética, en general. Sigo leyendo sobre arte contemporáneo y arquitectura. Me mueve el mismo interés que me llevó a estudiar Humanidades y a hacer el ciclo de Historia del Arte y Filosofía, cuando iba a la universidad.
Interrumpió su carrera para estudiar, ¿no confiaba lo suficiente en su vocación o consideró que era el momento de formarse?
Todo surgió en paralelo. Hice una primera serie a los 12 años. Paré después, porque estaba harto, y empecé Humanidades a la vez que estudiaba teatro. Mi idea no era hacer televisión ni cine, sino empezar este oficio desde lo más puro, desde la escena. Lo que pasa es que las cosas salen a tu encuentro. Me eligieron para una serie de televisión. La hice, tuvo repercusión y el tipo de teatro que deseaba hacer no acababa de arrancar. Ir a la universidad no fue falta de confianza, fue la misma voluntad de continuar formándome que mantengo aún. Sigo buscando modos de generar ingresos que no tengan que ver con ser actor (risas). Es algo que requiere este trabajo, también por salud mental. No quiero que la interpretación sea la única fuente de mi estabilidad económica.
Empezó muy fuerte en el cine, con un Goya como Actor Revelación por 'Azuloscurocasinegro', ¿eso es algo que puede desorientar al principio sobre la dureza de la profesión?
A mí lo que me despistó fue la calidad del guion de esa película. Después de hacerla rechacé varias ofertas porque me pareció que los guiones no estaban a la altura. Lo que descubrí a la postre fue que el guion de Daniel [Sánchez Arévalo] era excepcional, que puede aparecer uno así, con suerte, cada muchos años. Esa lección la aprendí con dolor.
Sus personajes, con sus dudas y picardías, resultan tan naturales que da la impresión de que es usted así, de que surgen de modo espontáneo, sin esfuerzo, ¿supone esto un hándicap para valorar su trabajo e incluso para que lo consideren en los premios?
Curro mucho para sentirme muy libre en el rodaje y me gustaría pensar que el público percibe así esa facilidad o flexibilidad que mencionas. Es tan variado lo que unos y otros pueden pensar sobre ti que solo me fío de la opinión de muy poquita gente a mi alrededor y de la mía propia. Soy crítico en extremo conmigo mismo.
Tres décadas dedicado a informar de cine, mi pasión. La imagen en movimiento fue la última de las Bellas Artes en surgir, la séptima, pero fue la primera que nació con la vocación maravillosa de ser disfrutada de modo mayoritario y en igualdad. Gente como John Ford, Alfred Hitchcock, Billy Wilder, François Truffaut, García Berlanga, Vittorio de Sica o Steven Spielberg, maestros de la imagen y, por encima de todo, grandes narradores, lo comprendieron e hicieron películas para todos. He tenido la fortuna de poder contarlo en Fotogramas, Onda Cero y El Mundo, entre otros medios; y en libros como 'Hollywood al desnudo' y 'Crónica negra de Hollywood'. Miembro de la Academia de Cine (desde 2006).