FICHA BÁSICA

Quién es: Director italiano que modeló el panorama del cine europeo durante gran parte del siglo XX. Su paso del neorrealismo a un estilo barroco, onírico y personalísimo acredita su filmografía como una de las más arrolladoras y exigentes de todos los tiempos.

Señales de estilo: Fueron evolucionando a cada nueva película, pero hay constantes que estuvieron ahí desde su periodo de aprendizaje bajo las alas de Roberto Rossellini: compromiso político, depresión, psicoanálisis, sueños, cultura popular, sexo, sátira circense (dirigida, sobre todo, contra la alta sociedad), surrealismo, autorreferencialidad, catolicismo, nostalgia y una cierta visión de Italia (y Roma en particular) como abstracción extravagante.

Principales colaboradores: La actriz Giulietta Masina, el actor Marcello Mastroiani, el compositor Nino Rota, el productor Angelo Rizzoli, el guionista Ennio Flaiano, el montador (y hermanísimo) Ruggero Mastroiani.

Frase que puedes decir delante de cinéfilos: “El autorretrato metatextual e inmisericorde de sus fantasías de poder masculinas alumbró una alambicada vía expresiva sin la que quizá no existirían Woody Allen, Bob Fosse o Charlie Kaufman".

Frase que NO puedes decir delante de cinéfilos: “El musical ‘Nine’ es un buen homenaje a su universo, ¿verdad? Ey, ¿por qué estáis rompiendo esas botellas de cerveza contra la barra y acercándolas a mí?”.

CINCO PELÍCULAS QUE DEBES VER

1) 'La strada' (1954): Película-puente entre su pasado neorrealista y la fantasía lírica que estaba por venir, este drama circense está lleno de símbolos amargos (el caballo sin jinete que pasa por delante de la cándida Gelsomina en una escena clave), referencias culteranas a la commedia dell'arte e incluso un toque de herencia católica, especialmente en las conexiones entre San Francisco de Asís y su personaje protagonista. Chico, y qué protagonista: Giulietta Masina se ganó su puesto privilegiado en la historia del cine con su angelical cruce entre Harry Langdon y Harpo Marx. Incluso el aparentemente irredimible Zampano (Anthony Quinn) se derrumba cuando se entera de su trágico final.

2) 'Las noches de Cabiria' (1957): Mírate 'Almas sin conciencia' ('Il bidone') antes si lo consideras necesario, pues 'La strada' y 'Las noches de Cabiria' forman con ella una suerte de trilogía de la soledad. Fellini y Masina subieron un peldaño más por encima de los estudios a nivel de calle, haciendo un vuelo por la ciudad completa (entendida como ente absurdo e hiperbólico) que prefigura sus siguientes obras. Ella es una prostituta que, tras ser empujada al Tíber por su último novio, inicia un periplo por las zonas menos nobles de Roma: el tono de estos mini-episodios fluctúa entre la sátira feroz y la melancolía desesperada. Todo se mantiene unido gracias al acordéon de Nino Rota, el toque delicado que Il Maestro ya empezaba a dominar como nadie y, bueno, una de las tres mejores actrices que han pasado por la pantalla.

3) 'La dolce vita' (1960): El cineasta alcanza un pico de creatividad casi cegador con esta parodia inclemente de la bella gente de Via Veneto y alrededores. Por inventar, la película incluso invento el término 'paparazzo', pero su auténtico mérito reside en el cinismo con el que Fellini disecciona una ciudad que, tras haber servido como Hollywood fuera de Hollywood en 'Creemos en el amor' y 'Vacaciones en Roma', se había quedado prendada del fulgor de las estrellas. Ya era hora de que alguien levantase la alfombra y descubriese la amoralidad y el vacío existencial que subyacía tras todo ello... Se le acusó de comunista, deshonesto y traidor a la patria; en realidad, Fellini se había ganado la libertad creativa...

4) '8½' (1963): ...y esta fue su forma de cobrar ese cheque. Una de las películas más relevantes de los años sesenta, esta alucinación intertextual ambientada en un balneario del alma ha sido tan imitada desde entonces que cuesta comprender su poder transgresor original. Mastroiani reemplaza al propio director en sus fantasías surreales sobre el bloqueo del artista, la infancia que vuelve para morderte, la cabalgata de mujeres a las que ha decepcionado (o decepcionará), las inseguridades, la buena comida, el suicidio, la música y la certeza absoluta de que la vida es un circo. Todo Fellini (salvo, quizá, su fijación por los payasos) está en esta suerte de codex para descifrar no sólo su obra, sino también toda la modernidad en el cine.

5) 'Amarcord' (1973): Aunque él siempre lo negó, su última etapa creativa estuvo caracterizada por los estudios autobiográficos, tocados por una nostalgia tan mágica (y, al mismo tiempo, tan punzante) que parecen más bien películas soñadas. Aquí, el maestro tuvo la sabiduría de fijarse en el trabajo de uno de sus discípulos (Woody Allen y su 'Días de radio') para componer una panorámica similar por un pueblo costero, Battipaglia, que sustituye al Rimini de sus recuerdos. En realidad, se trata de un microcosmos que representa a toda Italia, con sus contradicciones políticas, amorosas, sexuales, religiosas y educativas muy presentes. Puede que sea su película más personal. Desde luego, es la más elegíaca.

DOS TRABAJOS OPTATIVOS PARA SUBIR NOTA

- 'Giulietta de los espíritus' (1965): No era su primera película en color (ya lo había probado en su fragmento para 'Boccaccio '70'), pero sólo la Hammer le sacó un partido tan expresivo y avasallador en su década. Se trata de un caleidoscopio proyectado sobre la psique de una mujer de mediana edad (Masina) que está atravesando una crisis mística. ¿No le encuentras sentido? Es que esta película está reservada para los que entienden el cine como alucinación.

- 'Satiricon' (1969): Se dice que la verdadera esencia de un genio suele estar en sus trabajos más fallidos e incoherentes, así que por qué no echar un vistazo a esta orgía autoindulgente que, entre otras cosas, vincula a Petronio con ese amor libre sesentero que Fellini ya creía tan condenado a extinguirse como las buenas juergas de Nerón.