'El padrino': ¿Cómo eran las películas de mafia antes de su estreno en 1972?
De Howard Hawks y Michael Curtiz, a John Huston y Elia Kazan. Rescatamos del olvido cinéfilo los mejores exponentes de aquel cine que todavía no enviaba cabezas de caballo con nocturnidad, alevosía y fría venganza.

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Un punto de inflexión. Uno de los pocos que, a lo largo de la historia del séptimo arte, cambia la trayectoria de un género cinematográfico, que revitaliza su marco teórico y estético, y asienta un nuevo canon para largometrajes venideros, aquellos que bebieron de la "humanización" del mafioso, del antihéroe envuelto en sombras, del italoamericano en torno a una mesa asediada de platos de pasta y cannolis. Un nuevo punto de partida. Eso significó 'El padrino'. Más allá del mito de Brando, más allá incluso de un legado que todavía hoy resuena en la contabilidad de empresas turísticas que organizan recorridos por la Sicilia de los Corleone, la obra maestra de Francis Ford Coppola marcó un antes y un después en la concepción que la industria tenía de las películas protagonizadas por gángsters.
El monólogo inicial de Bonasera, dos minutos de icónico e inolvidable zoom out que lapidan el sueño americano en mitad de una habitación iluminada por el tenebrismo cinematográfico de Gordon Willis (una especie de Caravaggio en la dirección de fotografía), introdujo a 'El padrino' en la órbita del Nuevo Hollywood y lo situó a la vanguardia de una corriente rupturista que, en palabras de Mireia Mullor en su reportaje para FOTOGRAMAS sobre el legado de la película de Coppola, "convertía el clasicismo en algo radicalmente moderno." Aquel padre que clamaba contra la impune violación de su hija, animal herido en manos de un capo de la mafia, encendería la mecha que iluminó la carrera de numerosos artistas y directores: "Sin 'El padrino' no existirían películas como 'El precio del poder' de Brian de Palma, 'La noche es nuestra' de James Gray, 'Una historia del Bronx' de Robert de Niro, 'Camino a la perdición' de Sam Mendes y, por supuesto, 'Uno de los nuestros' de Martin Scorsese. Su sombra es alargada", comenta Mullor.
Pero, ¿cómo era el cine de gángsters antes de que Vito Corleone y su sonrisa de media naranja revolucionaran las películas que abordaban los entresijos del crimen organizado? El hampa del celuloide en blanco y negro, término acuñado por los clásicos previos a 'El padrino', destilaba otros aires y construía su imaginario mafioso en base a otras narrativas, ambientaciones y personajes. Con motivo del especial que FOTOGRAMAS está celebrando por el 50 aniversario del estreno de 'El padrino', nuestra revista echa la vista atrás, a las décadas previas a ese 1972 que vio nacer la primera parte de la trilogía de Coppola, para rescatar del olvido cinéfilo los mejores exponentes de aquel cine que todavía no enviaba cabezas de caballo con nocturnidad y alevosía.

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática. Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes. Tras 8 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.
Se perdió una mañana de instituto para ver el final de ‘Perdidos’ y, aunque la leyenda cuenta que está en FOTOGRAMAS por sus tortillas de patata, la realidad es que lleva en la revista desde 2016 como “el chico de los vídeos”. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, un día se cansó de vivir entre muggles y, antes de que ‘Cinema Paradiso’ y ‘El espíritu de la colmena’ despertaran su fascinación por el séptimo arte, decidió (no) crecer imaginando su infancia entre hobbits y jedis. Vive enamorado de Emma Watson y Michael Scott, y está convencido de que su cima en la vida ha sido, es y será decirle a Viggo Mortensen en un ascensor que todavía guarda una figura de acción de Aragorn.

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