No es la primera vez que Rooney Mara (Nueva York, 1985) y Carey Mulligan (Londres, 1985) compiten. Al parecer la británica se había presentado ante David Fincher para el papel de Lisbeth Salander en la versión americana del best seller de Stieg Larsson. Pero se quedó sin papel, igual que Scarlett Johansson, aunque por otros motivos (Scarlett fue descartada por sexy). Y no es de extrañar, ya que el aire de gélida y misteriosa belleza gótica que se da Rooney Mara casaba mucho más con el papel. El mohín de chica normal, de vecina de la puerta de al lado, con el que se distingue la británica no pegaba en absoluto.

En realidad, Carey Mulligan, recién casada con el cantante Marcus Mumford (del grupo Mumford & Sons) deja el proyecto de la próxima película de Spike Jonze por un conflicto de agendas, pues le llueven las ofertas: de la versión de El Gran Gastby que rodará Baz Luhrmann a Inside Llewyn Davis, de los hermanos Coen.

Rooney tampoco se queda corta. Ahora mismo se encuentra rodando junto a Jude Law y a las ordenes de Steven Soderbergh The Bitter Pill, y Terrence Malick, nada menos, cuenta con ella para rodar Lawless, un film en el que compartirá planos con Ryan Gosling, el protagonista, precisamente, del film-trampolín de la Mulligan (Drive).

Tienen la misma edad, son de diferentes nacionalidades y presentan, sobre todo, perfiles radicalmente diferentes. Todo el mundo se pregunta cual prefiere.

En cuanto al proyecto de Spike Jonze, poca cosa se sabe más allá de lo anunciado, que será una sátira sobre líderes mundiales enfrentados a una crisis, y que Samantha Morton, Amy Adams y Joaquim Phoenix siguen a bordo.