A Marlowe le sienta bien el luto. “No, no es que no tengas razón”, contradice con una desarmante sonrisa Nikolaj Coster- Waldau a quien esto escribe. “Sí que hay algo de historia detectivesca (mi personaje, Max, es investigador en una agencia de seguros) en Suicide Tourist: el buscar a alguien desaparecido, mujeres fatales y las interacciones de este detective con un grupo heterogéneo de personas... Pero no es El largo adiós de Raymond Chandler, aunque la película va de adioses, de despedidas: habla de la muerte... o mejor, habla de despedirse de la vida. No es cine negro. Yo la veo como un drama existencial con fugas hacia lo fantástico, hacia lo extraño. ¿Viste La cura del bienestar (Gore Verbinski, 2016)? Pues es algo así, pero con la cadencia triste que no podemos quitarnos de encima los daneses y los nórdicos. ¡Somos un aburrimiento muy de autor!”
Un tipo normal
El Jaime Lannister de Juego de Tronos parece disfrutar con romper su imagen de sex symbol. En Suicide Tourist, con su bigotón y aspecto de funcionario apático (y enfermo), desafía a sus fans televisivos ¿o no? “Lo ideal es que esos seguidores olviden a Jaime y vean a Max, a mi personaje aquí. ¿Sabes? No me creo mucho lo de la etiqueta de tío superguapo” (lo dice él. Nota del periodista). “¡Pero si en Juego de Tronos soy un pobre mutilado!” Cierto, y en una de sus incursiones en Hollywood, No hay dos sin tres (2014), era humillado por un trío de exnovias ofendidas: “Quedaré para la posteridad en Hollywood como el tío aquel de la diarrea en una película de Cameron Diaz”, ríe el actor. “Cuando me ofrecieron el proyecto me dije: ‘Hey, Nick Cassavetes de director, esto promete’... Pues no, a veces los hijos no salen a los padres”.
Cuando Bergman encontró a Lynch
Tras negar, por activa y por pasiva, en todas sus comparecencias públicas durante el pasado Festival de Sitges, que Suicide Tourist fuera una reflexión (a favor o en contra, según quien lo mire) sobre la eutanasia, su director, el danés Jonas Alexander Arnby, que hace unos años sorprendiera con su debut, Cuando despierta la bestia (2014), una cinta de terror malsano, que se presentó en Cannes, cierra el tema gracias a FOTOGRAMAS: “¡Menos mal que alguien ha visto que lo del suicidio asistido es lo de menos, que es una mera excusa! Lo que me interesa es ese viaje íntimo del protagonista, que sí, tiene que ver con la muerte, pero nada más. Lo de la organización detrás, el hotel solo es una coartada fantástica para llevar a Max de una introspección vital muy Ingmar Bergman a un universo surrealista, oreja cortada incluida, muy David Lynch”.
Este artículo aparece publicado en el número de junio 2020 de la revista Fotogramas