Dirección: Jan De Bont
Reparto: Angelina Jolie, Gerard Butler, Noah Taylor, Djimon Hounsou, Til Schweiger, Ciarán Hinds
Título en V.O: Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life
Nacionalidad: USA, Alemania, Gran Bretaña, Japón, Holanda Año: 2003 Fecha de estreno: 29-08-2003 Duración: 130 Género: Acción Color o en B/N: Color Guión: Dean Georgaris Fotografía: David Tattersall Música: Alan Silvestri
Sinopsis: Desde que hace siglos un terremoto azotó la isla de Santorini, el Templo de la Luna, construido por Alejandro Magno, ha permanecido sepultado bajo las aguas. Lara Croft será la primera en llegar y descubrir sus tesoros. Atraída especialmente por una esfera misteriosa, la aventurera arqueóloga pronto descubrirá que no está sola y tendrá que salvar su vida llevándose sólo un medallón. más tarde descubre que la esfera que no pudo coger en el templo es un mapa que conduce a la Caja de Pandora. Afortunadamente, el medallón en su poder es la llave para descifrarlo. Fecha de estreno: 29/08/2003
Crítica
Douglas Preston y Lincoln Child redescubrieron, en el ámbito de la literatura de consumo, las mixturas del pulp y del serial cinematográfico: reliquias legendarias, leyendas milenarias, unidas a la alta tecnología de un Doc Savage, travestido de Angelina Jolie, cualquiera. La Lara Croft del cine, y más acusadamente en esta secuela, poco tiene que ver con el icono masturbatorio para adolescentes con acné de los videojuegos: es un anacronismo (con cara de palo, pezones erectos y ficha opositoria a embajadora de la UNICEF) aventurero a quien le gustaría ser Indiana Jones. Este insuficiente deseo deviene un buen propósito que surge de un argumento demencial con posibles (los entrañables y casposos monstruitos del final), una, orgullosa de serlo, serie Z no respetada, lástima, en el tratamiento final. Jan de Bont también se apunta gustoso a la vieja estética funcional del cine de episodios con una entregada, aunque ausente, dirección de las escenas de acción: lo mejor de una película llena de diálogos imposibles, situaciones ridículas, turísticas localizaciones desaprovechadas y uno de los villanos más pazguatos (la razón última de sus planes de extender la enfermedad en el mundo) que recuerdo. Pero no todo es de derribo en esta quiero y no sé/no puedo segunda aparición de la intrépida arqueóloga: hay ocasiones en las cuales su tono de relato folletinesco de aventuras incluso da el pego muy bien. Hablo del, involuntario o no, hálito a narración africana misteriosa y pseudopanteísta de H. Rider Haggard en determinados instantes donde uno rememora La diosa de fuego o Las minas del rey Salomón. Hace 20 años, esta película la hubiera producido la Cannon, Melody Anderson hubiera sido la heroína, Richard Lynch el malvado, y todos, pero todos, nos lo hubiéramos pasado requetebién. Otra vez será.Para fetichistas de Lara y del serial. Lo mejor: el psicotrónico enfrentamiento con el tiburón. Lo peor: sus tediosos diálogos y escenas de transición.