cartel el reinopinterest
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Dirección: Rodrigo Sorogoyen
Reparto: Antonio de la Torre, Mónica López, Josep Maria Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Bárbara Lennie
Título en V.O: El Reino
Nacionalidad: España Año: 2018 Fecha de estreno: 28-09-2018 Duración: 122 Género: Thriller Color o en B/N: Color Guión: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen Fotografía: Álex de Pablo Música: Olivier Arson
Sinopsis: Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale indemne. Manuel es expulsado del reino, señalado por la opinión pública y traicionado por los que, hasta hace unas horas, eran sus amigos. Aunque el partido pretende que él cargue con toda la responsabilidad, Manuel no se resigna a caer solo. Con el único apoyo de su mujer y de su hija, y atrapado en una espiral de supervivencia, Manuel se verá obligado a luchar contra una maquinaria de corrupción que lleva años engrasada, y contra un sistema de partidos en el que los reyes caen, pero los reinos continúan.

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Lo mejor: su endiablado ritmo y un Antonio de la Torre capaz de comerse el mundo.
Lo peor: un final obvio y endeble, que verbaliza las tesis de la película.

Ser político debe de parecerse a vivir en un after hours constante, donde no hay diferencia entre el día y la noche,el cansancio y el placer, lo privado y lo público, los amigos y los amables desconocidos. No es casual, entonces,que Rodrigo Sorogoyen haya elegido imponer los ritmos de la música electrónica a la deriva laberíntica de su protagonista, Manuel López-Vidal (extraordinario trabajo de Antonio de la Torre),uno de esos hombres de partido que podría salir en la lista de imputados del caso Nóos, Gürtel, Púnica y etcétera, y cuyo nombre se mezcla en el espeso magma de la corrupción hasta que se convierte en un beat más de una banda sonora que, en su velocidad ensimismada, devora identidades y declaraciones de buena voluntad reconvertidas en traiciones a puerta cerrada. El techno anfetamínico que atraviesa el metraje proyecta a este político ambicioso, capaz de pactar con el diablo para salvar sus privilegios, a un movimiento perpetuo.

Sorogoyen filma ese movimiento como una condena, que, a la vez que provoca taquicardia en el espectador, y lo mantiene tan alerta como a López-Vidal, sirve para definir la esencia de lo que ocurrió en la España del pelotazo:quien hiciera amago de dejar de bailar,caería redondo en medio de la pista.Tal vez habría que reprocharle a Sorogoyen haber dado un paso en falso en el clímax final, subrayando todo lo que la huida hacia delante de su antihéroe había dejado más que claro. Es una mancha sin importancia en el expediente de un thriller impecable, que se arriesga a humanizar a un corrupto obligándonos a identifcarnos con su sensación de acorralamiento.

Así las cosas, no es tan importante la denuncia dela podredumbre endémica de los estamentos políticos sino entender que un canalla como López-Vidal ha hecho el mal sin ser consciente de ello. En esa ambigüedad moral, tan del gusto del autor de Stockholm y Que Dios nos perdone, su viaje acaba desembocando en el angustioso dominio del thriller polanskiano,aquel que demuestra que al fnal no hacemos más que escapar de nuestra propia sombra.

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