Dirección: Zack Snyder
Reparto: Jackie Earle Haley, Billy Crudup, Matthew Goode, Patrick Wilson, Malin Akerman, Jeffrey Dean Morgan, Carla Gugino, Stephen McHattie, Matt Frewer, Danny Woodburn
Título en V.O: Watchmen
Nacionalidad: USA Año: 2009 Fecha de estreno: 06-03-2009 Género: Fantástica Color o en B/N: Color Guión: David Hayter, Alex Tse Fotografía: Larry Fong Música: Tyler Bates
Sinopsis: 1985. El mundo teme a una guerra nuclear y a los superhéroes, los nuevos proscritos. Rorschach (Jackie Earle Haley), uno de ellos, investiga la muerte de un compañero y da con una conspiración. Los héroes vigilan a la Humanidad, pero... ¿quién vigila a los Watchmen?
Crítica
A FAVOR, por Jordi Costa
Pocos cineastas deben de haber sufrido la presión a la que ha estado sometido Zack Snyder a la hora de adaptar Watchmen: quizá no está claro quién vigila a los vigilantes, pero sí que el cineasta ha sufrido la inclemente vigilancia de una legión de lectores obsesionados por salvaguardar la fidelidad a toda costa a una obra que, como bien señala su cocreador Alan Moore, es, esencialmente, inadaptable. El resultado parece somatizar estas tensiones: 163 minutos de enfermiza (y engañosa) fidelidad que, en el fondo, no es más que competente ilustración y sesgada lectura, pues ni los juegos metalingüísticos del original, ni sus sutilezas ideológicas han sobrevivido al salto a la gran pantalla.
Por fortuna, Snyder se ha liberado de las servidumbres del fotocopiado literal que embalsamó la expresividad de 300 y el resultado parece, al menos, algo razonablemente próximo a lo que tendría que ser una película. Eso sí, una película excesiva, abrumadora, inflexible con los no iniciados y sólo capaz de volar libre cuando el director se libera de la partitura para improvisar algo tan estimulante como su secuencia de títulos de crédito: allí es donde se atisba la posibilidad de ese Watchmen que podría haber sido dentro de este Watchmen que, no nos engañemos, es casi todo lo bueno que puede ser.
EN CONTRA, por Sergi Sánchez
De la novela gráfica más valerosa y visionaria ha nacido la película más cobarde y ciega. Cobarde porque Zack Snyder ha temido la respuesta de los fanáticos del cómic de Moore y Gibbons, y se ha pegado a la letra y al dibujo como un parásito que tiene miedo de cambiar de huésped. Ciega porque no ha sabido entender que la fidelidad podía asesinar las ambiciones políticas y morales de una obra maestra del cómic que no sólo pretendía deconstruir la figura del superhéroe sino también poner al filo del abismo los conflictos de la era Reagan y la pre Perestroika.
Si Snyder hubiera sido menos miedoso, habría intentado adaptar la idiosincrasia crepuscular de esta pandilla de superhéroes venidos a menos, jubilados por un Richard Nixon que ha ganado gracias a ellos la Guerra del Vietnam, a los presentes tiempos de crisis. Al no hacerlo, la película momifica el pesimismo del cómic, y la sirve en frío, sin un gramo de distancia o sentido de la ironía. Watchmen funciona a trompicones: desgraciadamente, los hermosos títulos de crédito y los espléndidos backgrounds de Rorschach y el doctor Manhattan conviven con la hortera estancia de este en Marte, que parece sacada de uno de los viajes astrales de Hugh Jackman en La Fuente de la Vida, o con un clímax apocalíptico que coquetea con un monumentalismo de cartón piedra.
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