Dirección: Richard Phelan y Will Becher Título en V.O: A Shaun the Sheep Movie: Farmageddon País: Reino Unido Año: 2019 Fecha de estreno: 31-10-2019 Género: Animación Color o en B/N: Color Guion: Mark Burton y Jon Brown Fotografía: Charles Copping Música: Tom Howe
Sinopsis: Unas extrañas luces planean sobre el cielo del tranquilo Mossingham anunciando la llegada de visitantes de una lejana galaxia, pero en la granja Mossy Bottom la oveja Shaun y el resto del rebaño siguen haciendo de las suyas…muy a pesar de Bitzer, su perro pastor.
Los de la factoría Aardman aman apasionadamente el cine, no únicamente el de animación. “Evasión en la granja” (2000) esculpía su trama sobre el molde de “La gran evasión” (1963). “¡Piratas!” (2012) compendiaba todos los hallazgos de un género de aventuras, de Curtiz a Polanski. “Wallace & Gromit”: La maldición de las verduras” (2005) rendía homenaje al cine de terror de la Hammer. Ahora, el segundo largometraje consagrado a la simpática oveja Shaun toma la ciencia ficción como eje de la historia, con citas a “2001: Una odisea del espacio” (1968), “Encuentros en la tercera fase” (1977) y muchas más, especialmente “E.T. El extraterrestre” (1982), de la que de hecho viene a ser un remake, con Shaun ejerciendo inopinadamente de Elliott.
Que la película va a ser otra joya aardmaniana queda claro desde los primeros minutos: un encadenado de gags brillantes donde Shaun y sus colegas, con muchas ganas de pasárselo bien, desafían la autoridad del estoico perro guardián de la granja, lo desarman (o “desaardman”). Con la llegada de la nave espacial y el extraterrestre, empieza la gran aventura, de ritmo imparable, vertiginoso. No alcanza la sublimidad de la precedente “La oveja Shan: La película” (2015): la escena del supermercado, por ejemplo, es divertidísima y está llena de “slapstick” de buena ley, pero no puede compararse con la excepcionalidad de la del restaurante, con las tres ovejas disfrazadas de señoras, del primer largometraje. Pero lo que ofrece es mucho para nuestra felicidad: humor inteligente (y puntualmente referencial: el cameo de Rocky, el gallo piloto y fanfarrón protagonista de “Evasión en la granja”), un genuino sentido de la narración y absoluta (y artesanalísima) precisión en cada plano. Aquí manda el cine puro: no hay diálogos, todo se explica en imágenes. Magia y poesía a espuertas.