Dirección: Sam Mendes
Reparto: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Mark Strong, Colin Firth
Título Original: 1917
País: Reino Unido Año: 2019 Fecha de estreno: 10-01-2020 Género: Bélico Color o en B/N: B/N Guion: Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns Fotografía: Roger Deakins
Sinopsis: En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
Se ha contado la guerra desde todas las perspectivas posibles y, aun así, el género bélico no ha parado de ofrecer obras significativas que han permitido una evolución constante a través del personal prisma de los directores que lo han abordado. Ahora, Sam Mendes da un paso más allá a la hora de introducir al espectador en el campo de batalla proponiendo una experiencia inmersiva en una película que utiliza la técnica para adentrarse de la manera más veraz posible en las emociones de los personajes.
Una toma única. La gran hazaña sobre la que se sustenta 1917 es, sin duda, la complejidad que supone rodar toda la acción a través de un plano secuencia que sigue a los personajes para introducirnos desde su perspectiva en un entorno de muerte y destrucción. En tiempo real acompañamos a dos soldados (estupendos los jóvenes George MacKay y Dean-Charles Chapman) en una peligrosa misión: entregar una orden a un batallón que no sabe que el ejército enemigo le ha tendido una trampa.
En sus manos tienen la vida de miles de personas, pero no hay sombra de heroísmo en sus acciones. Los personajes se mueven entre la responsabilidad y el pánico a la hora de enfrentarse a esa fina línea que separa la vida de la muerte en cada instante. Por eso, cada episodio de su itinerario se vive con un nudo en el estómago. El elemento visceral se cuela en cada una de las escenas, hasta el punto de poder sentir el hedor de los cadáveres en descomposición, apilados en charcos de barro y pringue en medio de un paisaje que entre brumas espectrales se percibe como una bajada a un infierno plagado de ratas, sangre y miedo, elementos que aproximan la propuesta de Mendes a un film de terror y supervivencia. Héroes anónimos. En realidad, se trata de un trayecto en el que no hay lugar para la épica. El suyo es un camino sin honores ni medallas, son héroes anónimos que ni siquiera buscan la gloria sino volver a ver a sus seres queridos.
En una época plagada de espectáculos visuales y efectos especiales, Mendes reniega de todo eso y reivindica la cámara como único elemento generador de emociones a través de la puesta en escena y la propuesta formal y estilística. En algunos momentos, este virtuosismo está a punto de ahogar la narración, pero ahí está la extraordinaria fuerza de las imágenes para compensar este pulso narcisista que se marca un director dispuesto a demostrar su talento.