póster oficial de "padre no hay más que uno 2 la llegada de la suegra"
Atresmedia Cine

Dirección: Santiago Segura Reparto: Santiago Segura, Toni Acosta, Leo Harlem, Silvia Abril, Loles León, Martina D’Antiochia, Calma Segura, Luna Fulgencio, Carlos G. Morollón y Sirena Segura Título Original: Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra País: España Año: 2020 Fecha de estreno: 29-07-2020 Género: Comedia Color o en B/N: Color Guion: Santiago Segura, Marta González de Vega Fotografía: Pablo Rosso Sinopsis: Con el triunfo de la asistente virtual 'Conchy', Javier (Segura) se ha convertido en líder del chat de madres y todo marcha sobre ruedas. Parece tenerlo todo bajo control, pero la noticia inesperada de la llegada de un nuevo bebé lo pone todo patas arriba… y para rematar, llegará la suegra.

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Lo mejor: Loles León en plan la Ethel Merman de El mundo está loco, loco, loco, loco (Stanley Kramer, 1963).
Lo peor: algunas tramas secundarias quedan al final sin resolverse.

La sencillez y belleza que encierra una pompa de jabón, más si te estalla jocosamente en la cara, como un puro explosivo de una historieta de la editorial Bruguera, o si resulta ser una delatora y divertida mucosidad en la nariz de una figura paterna a ridiculizar con cariño, definen, como bien apuntaba Santiago Segura en la/su crítica de Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra del pasado número a esta encantadora comedia. A la comedia en general. Todo en esta superior secuela, esta La familia y uno más del convulso pero necesitado de risas siglo XXI, apela a no dejar que el espectador aprecie las costuras (el milimétrico guión de Marta González de Vega y el propio Segura, ya sin el corsé del remake que tan bien desajustaron en el film previo), la complejidad de todo artefacto cómico que se precie. Sea chino o suizo, o sea de aquellos relojes ful que los personajes de Pepe Isbert, Tony Leblanc, Gila o Venancio Muro trataban de colocar, en el Rastro madrileño, en los mejores títulos de nuestro humor cinematográfico costumbrista, la precisión de la película pasa por su invisible y trabajado armazón, por su cercanía, naturalidad. Su sencillez. Su belleza.

Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra pocas quejas generará en el consultorio de nuestro Belvedere. Él será el primero en saludar el espíritu clásico del film. No sólo de las incruentas pesadillas conyugales, familiares y paternales de Bob Hope, Fred MacMurray o Dean Jones, sino de Alfredo Landa o Juanjo Menéndez a merced de suegras tan carismáticas y destroyers como Rafaela Aparicio o Mari Carmen Prendes en películas que han terminado siendo, amén de icónicas en su humor incombustible, radiografías de aquella España desarrollista de los años 60 y 70. Muchos de los usos, pecados, tonterías, maneras y tics de hoy están en estas nuevas peripecias familiares de Javier, Marisa y sus increíbles hijos. Ningún acercamiento presuntamente realista o neorrealista podrá capturar la verdad que encierra una comedia que es capaz de unir a Los Cazafantasmas, Baby Yoda y las acampadas albóndigas con un retrato de la clase media nacional digno tanto de la televisiva Mira lo que has hecho obra de Berto Romero y Enric Pardo, como de Roma (Alfonso Cuarón, 2018) o de Parásitos (Bong Joon-ho, 2019).

Con todo, lo que sorprende (o no) más de Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra es el dominio de las reglas del juego del género a cargo del Santiago Segura director. Nada nuevo para quienes hemos defendido sus Torrente desde siempre, pero sí para otros no conversos a sus talentos. Desde la asimismo notable Sin rodeos (2018), Segura parece tratar de controlar el caos, ordenar el caos de la comedia para hacerlo más accesible, menos exabrupto vitriólico paródico y más para todos los públicos. Sin embargo (afortunadamente) el caos (el alma de la comedia) persiste en esta familiar reunión de slapstick, esgrima verbal, ocurrencias del universo Instastories y la debilidad estilística del director por John Landis (los cameos amiguetiles y la amabilidad implacable del absurdo).

Ojalá que este clan pudiera seguir acudiendo, cual los americanos Griswold ochenteros, anualmente a nuestras carteleras para refrescarlas cual un cubito de hielo o un copo de nieve. Una pompa de jabón sencilla y bella. Pompas como las de la fiesta de la espuma en la apoteosis final (y ojo al final de Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra) de El guateque (Blake Edwards, 1968). Quién sabe si el Hrundi V. Bakshi encarnado por Peter Sellers llegó a formar una familia tan edwardsiana como la de Santiago Segura aquí.

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