Dirección: Michael Mann
Reparto: Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard, Billy Crudup, Channing Tatum
Título en V.O: Public Enemies
Nacionalidad: USA Año: 2009 Fecha de estreno: 14-08-2009 Duración: 143 Género: Acción, Drama Color o en B/N: Color Guión: Michael Mann, Ronan Bennett, Ann Biderman Fotografía: Dante Spinotti
Sinopsis: La cinta cuenta la historia del legendario bandido de la época de la Gran Depresión, John Dillinger (Johnny Depp), el carismático atracador de bancos que se convirtió en el objetivo número uno del recién creado FBI de J. Edgar Hoover y de su mejor agente, Melvin Purvis (Christian Bale), y en un héroe popular para el sufrido pueblo. La película está basada en una novela Bryan Burrough.
Crítica
Dillinger (1945), de Max Nosseck, se abría en una platea, donde el público, tras contemplar un noticiario sobre el atracador, escuchaba el relato oral del padre del forajido: recreación (comprimida) de la exagerada vida de quien, bajo el rostro de Lawrence Tierney, se revelaba gélida bestia parda en movimiento unidireccional hacia su destrucción. Ese prólogo cerraba en círculo una historia que hallaba su desenlace, precisamente, a la salida de un cine y sugería que John Dillinger fue un pionero bandido mediático, autoconsciente de su propia leyenda, idea que ahora es el fundamento de la extraordinaria Enemigos públicos.
Entre una y otra película, el Dillinger (1973), de John Milius, funcionaba como perfecta película-puente, entre la herencia crepuscular del western y esa vocación de (eso sí, impuro) realismo que Nosseck desestimó para que la verdad no diluyera los trazos de su aguafuerte.
Tradición modernizada
Gomorra (2008), de Matteo Garrone, marcó una ruptura con la tradición del cine de gánsters al abolir toda épica con mirada hiperrealista y un relato ramificado en múltiples direcciones. Enemigos públicos dialoga con la tradición de manera no menos radical, aunque Mann aboga por refundar un mito (inflamando su dimensión romántica) y volver, pues, a una cierta épica. Su planteamiento formal (agresivo, virtuoso) pulveriza la nostalgia y proporciona al espectador una inédita experiencia inmersiva en un universo noir que deja de ser artificio para afirmarse eficaz simulacro de su referente real (el Chicago de los 30: en el fondo, otro artificio, otra estilización).
En un arriesgado eco de Heat (1995), Enemigos públicos describe el viaje interior de dos polos opuestos (Dillinger y su perseguidor, Melvin Purvis) que son, a la vez, imágenes especulares, buscándose en ese laberinto donde se desintegra lo viejo (la figura romántica del héroe forajido, los principios éticos del defensor de la ley) para dar paso a lo nuevo (la asepsia: el crimen organizado de las redes de apuestas; el control científico del orden). Mann ha firmado uno de los títulos mayores de su carrera, lleno de inagotables estímulos para el análisis: un clásico instantáneo tan susceptible de ser discutido como llamado a permanecer.