Dirección: Denis Villeneuve
Reparto: Maxim Gaudette, Mélissa Désormeaux-Poulin, Rémy Girard, Lubna Azabal
Título en V.O: Incendies
Nacionalidad: Canadá Año: 2010 Fecha de estreno: 11-03-2011 Duración: 130 Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: Denis Villeneuve, Valérie Beaugrand-Champagne Fotografía: André Turpin Música: Grégoire Hetzel
Sinopsis: Cuando el notario Lebel (Rémy Girard) hace a los gemelos Jeanne y Simon Marwan (Mélissa Désormeaux-Poulin y Maxim Gaudette) la lectura del testamento de su madre Nawal (Lubna Azabal), se quedan atónitos al ver que les hace entrega de dos sobres, uno destinado a un padre que ellos creían muerto y el otro a un hermano cuya existencia ignoraban. Jeanne ve en este enigmático legado la clave del silencio de Nawal, encerrada en un mutismo inexplicable en las últimas semanas antes de su muerte y decide viajar de inmediato al Próximo Oriente para exhumar el pasado de una familia de la que no sabe prácticamente nada...
Crítica
El virtualmente interminable conflicto (en puridad, la sucesión de ellos) que ensangrienta Palestina, Líbano e Israel ha dado de sí innumerables piezas del horror contemporáneo, a la que se viene a agregar ahora esta, una suerte de bucle monstruoso que comienza, para dos hermanos que quedan huérfanos, como todas las pesadillas, con un pedido aparentemente inocente (en realidad, una orden imposible de soslayar), y que acaba con un descubrimiento escalofriante. Entre medio, Denis Villeneuve desarrolla con sibilina precisión un drama familiar que deviene, en puridad, en la envolvente imagen de un conflicto sin final posible.
Tiene el film una fuerza arrolladora, la solvencia de esos dramas que hurgan en las entrañas, allí donde más duele, ayudado por la solvencia de unos (excelentes) actores; pero también tiene, ay, algunas trampas que en teatro (que fue su primer origen) pueden pasar, pero que en cine quedan demasiado al aire: no es menor el por qué del mismo encargo de la madre, que ya conocía previamente lo que sus hijos encontrarían. Pero estamos ante un film robusto, que no ahorra a su espectador momentos terribles (lo es, por ejemplo, la espeluznante secuencia de la quema del autobús), pero de visión tan necesaria como, en el fondo, muy lógicamente incómoda.