Dirección: Mark Romanek
Reparto: Carey Mulligan, Andrew Garfield, Keira Knightley, Sally Hawkins, Charlotte Rampling, Domhnall Gleeson, Andrea Riseborough
Título en V.O: Never Let Me Go
Nacionalidad: Reino Unido, USA Año: 2011 Fecha de estreno: 18-03-2011 Duración: 105 Género: Comedia, Drama, Fantástica Color o en B/N: Color Guión: Alex Garland Fotografía: Adam Kimmel Música: Rachel Portman
Sinopsis: Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Andrew Garfield) y Ruth (Keira Knightley), pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés aparentemente idílico donde descubren un tenebroso e inquietante secreto acerca de su futuro. Cuando dejan atrás el refugio que les brinda el colegio y se aproximan al devastador futuro que los aguarda en su edad adulta, tienen también que hacer frente a los profundos sentimientos del amor, los celos y la traición que amenazan con separarlos.
Crítica
Basada en la reputada novela homónima de Kazuo Ishiguro, Nunca me abandones nos sumerge en un melancólico universo de colores apagados y ritmos mortecinos, un mundo en el que una misteriosa estirpe de eternos púberes blanden al viento su trágico destino. Y es que, educados en una suerte de orfanato georgeorwelliano, estas criaturas asociales comparten con los replicantes de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o los ciudadanos de La fuga de Logan (Michael Anderson, 1976) la consciencia de su caducidad. Sobre esta interesante premisa, Mark Romanek construye un preciosista ejercicio de ciencia-ficción naturalista que hace de la alegoría y el romanticismo sus principales armas.
Del enfático lirismo de la puesta en escena a las embestidas melódicas de la banda sonora, Romanek no deja de insistir en su condición de estilista audiovisual, manifestando una cierta inseguridad respecto a los límites del gélido distanciamiento con el que aborda el equilibrado guión de Alex Garland. En todo caso, la película mantiene en pie el asordinado manto de crueldad que cubre su distopía y, como la novela que la inspira, consigue articular ese gran interrogante que late fuera de campo: ¿cómo puede una sociedad tolerar el asesinato encubierto de algunos de sus habitantes en nombre de un supuesto bien común?