‘Robot Dreams’, la nueva película del bilbaíno Pablo Berger, se presenta al espectador como un derroche de nostalgia. En su abordaje al icónico paisaje urbano de Manhattan, la película despliega una colección de souvenirs de los años ochenta, de los videojuegos arcade a las cabinas telefónicas, de la moda del break dance a la prehistoria del audiovisual que hoy representan aparatos como el radiocasete o el formato VHS (aunque, desde la perspectiva actual, lo más chocante de aquellos recordados años 80 es el reposado fluir de la vida lejos de los dispositivos móviles). Berger añade a este cóctel memorístico un toque patrio gracias a la aparición de un bolso decorado con la inestimable figura de nuestro Naranjito mundialista. Pero, claro, toda mirada al pasado, por muy naif que sea, lleva incorporada un cierto halo de melancolía, que en ‘Robot Dreams’ cuaja en la imagen ilustrada del skyline neoyorkino, de la que emergen, imponentes y dolientes, las Torres Gemelas.

Con ‘Robot Dreams’, Berger prosigue su trabajo en torno al mutismo, que tomo una forma enérgica en la expresionista ‘Blancanieves’. Aunque, en su nuevo film, el autor de ‘Torremolinos 73’ apacigua su tendencia al exceso para adaptar, con mimo y sosiego, la novela gráfica de Sara Varon, en la que un perro solitario decide alegrar su día a día adquiriendo un robot de compañía. Esta premisa permite imaginar múltiples películas, desde el drama sobre la alienación urbana (a la manera de ‘Air Doll’ de Hirokazu Koreeda, o de los films de Michelangelo Antonioni) hasta el buddy film de aires ochenteros (el robot, en su ingenuo abordaje a la gran urbe, trae a la memoria el imaginario de Tarzán, en la versión absurda de ‘El hombre de California’). A la postre, la amable y gozosa ‘Robot Dream’ se sitúa en un punto intermedio entre ambas posibilidades, y además incorpora esa pulsión surrealista tan característica de la obra de Berger y que aquí cuaja gracias al guiño recurrente a la historia de ‘El mago de Oz’.

Concebida como un festín de humor blanco, con unas pocas pinceladas de mala leche (que llegan, sobre todo, tras la separación ¿temporal? entre el perro y el robot), ‘Robot Dreams’ transcurre pausada y fluidamente. Los encuadres fijos rinden tributo a las ilustraciones de Varon, aunque Berger se permite alguna licencia meta, como la “salida” del robot del encuadre-viñeta, un giro que habría hecho las delicias de Chuck Jones o Tex Avery. En cuanto al tono, ‘Robot Dreams’ encuentra acomodo en el seno de la comedia deadpan, ese humor que se beneficia de la limitada expresividad de sus protagonistas. Una apuesta por el distanciamiento que, sin embargo, acaba implicando con fuerza al espectador gracias al fulgurante empleo del tema ‘September’ de Earth, Wind and Fire, o mediante la atenta observación de cada acción y reacción de los personajes. De hecho, esa podría ser la apuesta más audaz de la delicada ‘Robot Dreams’, no solo porque la pausa sea un ingrediente secundario en la obra previa de Berger, sino porque el sosiego puede llegar a percibirse como una anomalía en un mundo, el actual, vampirizado por el frenesí.

Para los amantes del cine con aroma a viñeta

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Lo mejor: La capacidad del film para maximizar la fuerza emocional de cada gesto de los personajes.
Lo peor: la apuesta por lo naif aparece como una rareza en el panorama del cine actual.

Ficha técnica

Dirección: Pablo Berger País: España Año: 2023 Fecha de estreno: 6–12-2023 Género: Animación Guion: Sara Varon Duración: 90 min.

Sinopsis: Basada en la popular novela gráfica de Sara Varon. DOG es un perro solitario que vive en Manhattan. Un día decide construirse un robot, un amigo. Su amistad crece, hasta hacerse inseparables, al ritmo del Nueva York de los ochenta. Una noche de verano, Dog con gran pena, se ve obligado a abandonar a ROBOT en la playa. ¿Volverán a encontrarse?

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Arcadia Motion Pictures
Headshot of Manu Yáñez

Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.

Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros. 

En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.