El doble movimiento de la filosofía de Martin Heidegger (la exploración del ser en el tiempo y a su vez de los tiempos del ser) encuentra, en 'El Árbol de la Vida', un hermoso reflejo en su estructura bipolar, que tiende a igualar los flujos entre lo íntimo y lo cósmico. En su época de estudiante universitario, Terrence Malick dejó inacabada su tesis doctoral sobre Heidegger, y parece que ha invertido 30 años en rematarla en forma de poema vagamente metafísico sobre los orígenes del tiempo, o sobre lo que significa empezar a explicar una historia cuando apenas hay luz que nos saque de la oscuridad.

Es probable que la desmesurada ambición de la película, que nació con la etiqueta de obra maestra grabada en la frente, perjudique sus objetivos. Cuando '2001: Una Odisea del Espacio' (1968) emprendía un viaje astral hacia el futuro cabalgando sobre los lomos de la trascendencia, el estilo glacial de Kubrick conseguía congelar sus pretensiones en un misterio insondable. Las bellas imágenes del segmento melancólico-místico de 'El Árbol de la Vida' no logran cristalizar en ningún enigma, no saben existir por sí mismas sin depender en exceso de su manifestación terrenal, que es donde Malick pone toda la carne en el asador.

Es más fácil contar la historia de Dios que convencer a los ateos de que Dios existe. Y probablemente Malick consigue convencernos de ello con la sencilla historia de una familia típicamente americana en la era Eisenhower, narrada a partir de los ojos de un niño en trance de crecer. Hay pocas sorpresas en el relato (el autoritario patriarca es en realidad un fracasado que no sabe relacionarse con el mundo, la madre es un refugio cálido y eterno, los ritos de iniciación siguen los patrones clásicos), pero, sin embargo, Malick sabe explicarlo como si fuera nuevo, escuchando las voces de la conciencia de sus personajes como si fueran las de su propia memoria, desterrando a la nostalgia de su mirada hacia el pasado, apostando por una agresiva, ditirámbica discontinuidad para organizar los versos de un mundo que se encierra en su siniestra belleza.

La gran virtud del Malick manierista es que el lirismo de su estilo nace de una sinceridad abierta en canal, no hay ni un gramo de impostura en él. El problema de 'El Árbol de la Vida' es que cree que hay que viajar al tiempo sin tiempo para explicar lo frágiles que somos, cuando lo que está demostrando Malick, panteísta convencido, es que Dios existe más que nunca en la hierba y las hojas de los árboles, que contemplan cómo nos equivocamos una y otra vez.

Para los que se preguntan sobre el sentido de la vida

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Lo mejor: El bellísimo retrato de familia, entre lo idílico y lo opresivo
Lo peor: La idea del Cielo según Malick, muy New Age

FICHA TÉCNICA

Dirección: Terrence Malick Reparto: Brad Pitt, Sean Penn, Jessica Chastain, Fiona Shaw, Kari Matchett, Joanna Going Título original: The Tree of Life País: EE.UU. Año: 2011 Fecha de estreno: 16-09-2011 Género: Drama Guión: Terrence Malick Duración: 139 min.

Sinopsis: Una historia impresionista de una familia del medio-Oeste americano en los años cincuenta, que sigue el transcurso vital del hijo mayor, Jack, a través de la inocencia de la infancia hasta la desilusión de sus años de madurez, en su intento de reconciliar una complicada relación con su padre (Brad Pitt). Jack (como adulto, interpretado por Sean Penn) se siente como un alma perdida en el mundo moderno, en busca de respuestas para el origen y significado de la vida, a la vez que cuestiona la existencia de la fe. A través de la imaginería singular de Malick, vemos cómo, al mismo tiempo, naturaleza bruta y gracia espiritual construyen no sólo nuestras vidas como individuos y familias, sino toda vida.

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