Dirección: Zack Snyder
Reparto: Henry Cavill, Amy Adams, Russell Crowe, Christopher Meloni, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Diane Lane
Título en V.O: Man of Steel
Nacionalidad: Canadá, Reino Unido, USA Año: 2013 Fecha de estreno: 21-06-2013 Duración: 148 Género: Acción, Aventuras, Fantástica Color o en B/N: Color Guión: David S. Goyer Fotografía: Amir M. Mokri Música: Hans Zimmer
Sinopsis: Krypton está en peligro, y por eso los padres (Russell Crowe y Ayelet Zurer) de Kal-El le envían a la Tierra, donde lo encuentran los Kent (Kevin Costner y Diane Lane), que le llaman Clark. El joven descubrirá que tiene superpoderes que trata de esconder... hasta que otro kryptoniano, el general Zod (Michael Shannon), amenaza con destruir nuestro mundo si el ya adulto Kar-El (Henry Cavill) no muestra quién es realmente.
Crítica
A favor, por Noel Ceballos
Planeta moribundo. Científicos desesperados. Última esperanza. Pareja bondadosa. El guionista de cómic Grant Morrison sintetizó así el origen de Superman, tan arraigado en nuestro inconsciente colectivo como los mitos del mundo antiguo. El prólogo de El Hombre de Acero opta por la estrategia opuesta: dilatar las cuatro frases, expandir la matriz del personaje como si fuera la primera vez que alguien cuenta su historia. Si esta obertura épica contrasta con el hiperrealismo de otros pasajes es porque estamos ante una película contradictoria y poseedora de varios padres. De Nolan ha heredado su sofisticación estructural; de Goyer, su olfato para resumir décadas de evolución en papel con la vista puesta en el gran público; de Snyder, su imbatible pulso para la épica y su capacidad para convertir planos en potenciales iconos del cine contemporáneo. En suma, nada más lejos de la inerte sinfonía retro de Bryan Singer: esta quizá no sea la historia sobre Superman definitiva, pero reconfigura el mito de Siegel y Shuster para unos tiempos en los que vuelve a ser necesario.
En contra, por Jordi Costa
En el combate entre Marvel y D.C. por la conquista del blockbuster, parece definirse, cada vez más, un pulso entre lo lúdico y lo grave, que podría ser una de las muchas formas del duelo entre lo dionisíaco y lo apolíneo si no estuviéramos ante dos colosos barrocos y desbordados y, por tanto, igualmente dionisíacos en esencia. En El Hombre de Acero, el factor Nolan se inyecta a lo bestia sobre las venas de gañán tecnológico de Zack Snyder y el resultado es una película monstruosa y contradictoria, un texto fundacional que funde en una pieza de artillería hardcore el Superman (1978) de Richard Donner y la secuela que cayó en las iconoclastas manos de Richard Lester. Las debilidades están a la vista y pasan por el engolamiento del tono y el afán de trascendencia, aunque quizá lo más grave sea el exilio cósmico al que ha sido condenado todo sentido del humor -es inevitable añorar la chispeante, libre e irreverente Superman III (1983)- y la rotunda falta de carisma del conjunto. En el haber, el esfuerzo de Snyder por dar legitimidad hiperrealista, a golpe de reencuadre de corresponsal de guerra, a sus sobrecargados fotogramas, hipérboles hilarantes a su pesar.