Dirección: Ethan Coen, Joel Coen
Reparto: Oscar Isaac, Carey Mulligan, John Goodman, Garrett Hedlund, Justin Timberlake, F. Murray Abraham
Título en V.O: Inside Llewyn Davis
Nacionalidad: Francia, USA Año: 2013 Fecha de estreno: 01-01-2014 Duración: 105 Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: Joel Coen, Ethan Coen Fotografía: Bruno Delbonnel
Sinopsis: "A propósito de Llewyn Davis" describe la vida de un joven cantante de música folk durante una semana mientras recorre el barrio de Greenwich Village y la escena musical de 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac), guitarra en ristre, se enfrenta a un despiadado invierno neoyorquino y a una serie de obstáculos aparentemente insuperables, algunos creados por él mismo. Sobreviviendo gracias a la generosidad de amigos y extraños, y trabajando donde puede, las desventuras de Llewyn le conducen a una odisea desde los cafés del Village hasta un club vacío en Chicago con la esperanza de realizar una prueba para algún magnate de la música.
Crítica
No es la primera vez que los hermanos Coen se ponen mitológicos. Ulises se paseaba por la América de la Depresión (O Brother!); Orfeo quería volver de los infernos del folio en blanco para recuperar la imagen de una mujer en la playa (Barton Fink), y Sísifo, en A propósito de Llewyn Davis, es castigado por los dioses a cantar como los ángeles, a morder la manzana del éxito y escupir su veneno y a tropezar siempre con la misma piedra, o el mismo gato. Los Coen aprovechan la escena del revival folk neoyorquino de principios de los años 60 para grabar una suerte de cara B del Sueño Americano, que suena a pesadilla diseñada por un Kafka transformado en bohemio nómada. No esperen, sin embargo, un documento sobre el periodo ni una película musical, aunque las sentidas interpretaciones de Oscar Isaac calen hondo en la memoria. Hay un interés histórico en el flm, una atmósfera sepia y humeante que la fotografía de Bruno Delbonnel crea a partir de los claroscuros, entre el flm noir y la Nouvelle Vague, de una cultura que estaba ansiosa por venderse a una futura revolución. No obstante, la Historia es sólo un marco para reinventar la poética del loser que cierto cine americano (desde John Huston a John Cassavetes) cultivó desde un realismo que los autores de Fargo (1996) tienden a estilizar.
Pocos cineastas como los hermanos Coen saben ocultar sus rígidas, perfectas arquitecturas narrativas bajo la apariencia de un relato que, orgánicamente, se desmadeja de forma natural para dibujar una tragicomedia hilarante a la vez que devastadora. La implacable circularidad de su última obra maestra (que recuerda poderosamente la de ¡Jo qué noche! de Martin Scorsese, rodada en 1985) sirve para defnir la esencia del héroe coeniano, cuya torpeza atávica lo condena a ser vapuleado por la fatalidad mientras su genio sabe que es víctima de la estupidez humana, de la suya propia y de la de los demás. Es el discurso que, desde Barton Fink (1991) hasta Un tipo serio (2009), ha alimentado su flmografía, pero, con excepción de El Gran Lebowski (1998), nunca había cristalizado en un personaje tan rico y a la vez tan enigmático, tan arquetípico (Davis es el clásico colega que coloniza sofás y deja embarazadas a las novias de sus amigos) y tan imprevisible. Oscar Isaac se maneja, con insólita soltura, en la música y en el texto, en el narcisismo prepotente y en la amarga desesperación, codeándose con una galería de secundarios (John Goodman, Justin Timberlake y F. Murray Abraham están especialmente memorables) que coprotagonizan su sísifco entierro en vida, ese arte ignorado que, en su perturbador eterno retorno, nos hace añorar todas las grandes canciones que nunca escucharemos.