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No era desorientado imaginar que, tras la iniciativa de adaptar el mítico videojuego de horror y supervivencia homónimo, no había mucho más que el vago intento de colarnos el 'slasher' de siempre sin otro objetivo que presentar a un puñado de intérpretes jóvenes y fibrosos en continuo corre que te pillo y, con suerte, inaugurar una franquicia rentable, en un momento en el que dichas reformulaciones viven un momento fructífero tras las adaptaciones de 'The Last of Us' (2023-Actualidad), 'Five Nights at Freddy's' (E. Tammi, 2023) y la reciente y exitosa 'Una película de Minecraft'(J. Hess, 2025).
La simpatía que despertaron 'Shazam' (2019) y su inferior secuela de 2023, ambas firmadas por David F. Sandberg, aquí mago de Oz tras la cortina, auguraba, pese a todo, posibles alegrías inesperadas. Al fin y al cabo, el horror era el territorio natural del cineasta, en el se había explayado a sus anchas en sus cortometrajes, y películas como 'Nunca apagues la luz' (2016) o 'Annabelle: Creation' (2017), ambas olvidables y anodinamente circunspectas, podían verse, con la perspectiva benévola del tiempo, como pecadillos de juventud que más nos valdría enterrar sin pompa ni ruido tras el reseteo que había supuesto su juguetona dupla inserta en el universo extendido de DC.
Un videojuego no deja de ser un mundo inabarcable y extensible que con mucha dificultad puede equiparse a la experiencia cinematográfica. Más en estos momentos en el que el mundo jugable se expande y ramifica con energía e imaginación, y el acontecimiento cinematográfico, en su registro más genérico, parece acotado por todo tipo de aranceles y señales rojas. Más aún en un juego como 'Until dawn' que, entre otras muchas cosas, destaca por su capacidad de representar una experiencia lúdica, traviesa y sensorial, con múltiples experiencias y opciones, incluyendo una aproximación a la lubricidad genuinamente adolescente que, oh sorpresa, ha quedado del todo fuera de la película… o reducida a una breve banda de gemidos reproducidos en un televisor. La sana desfachatez y libertad del videojuego de 2015 resultan, a la postre, imposibles de trasladar a un género que hoy se arrastra, excepciones aparte, esclavo del homenaje mal entendido, la atonía, la cobardía y el algoritmo.
No es nada mamá, solo un juego. El problema del guion de Gary Dauberman, que procede, más ancho que largo, de las dos entregas de 'It' (Andy Muschietti, 2017; 2019) y de las sagas de 'Annabelle' y 'La monja', y de Blair Butler, dela que recordamos la simpática 'La invitación' (Jessica M. Thompson, 2022), no es su falta de riesgo ni la muy discutible fidelidad a la fuente primigenia, de la que tan solo toma el planteamiento y adereza el conjunto con detalles referenciales que a menudo actúan como perezosas interferencias y que solo avivarán aún más el cabreo de los incondicionales… o tal vez no, pues tan impredecibles resultan ser las más de las veces. Su código, con una ligera limpieza de ínfulas, podía haber funcionado con la aletargada eficacia de 'Tarot' (Spenser Cohen, Anna Halberg, 2024) o 'Juega o muere' (Eren Celeboglu, Ari Costa, 2023), por nombrar dos rutinarios 'slashers' recientes no especialmente brillantes. Sin embargo, la mayoría de las decisiones argumentales parecen haber sido tomadas en la mesa de mezclas de un dédalo de despachos, lo que hace que su azaroso desarrollo carezca del corazón del cinéfago rompepistas y devorapizzas, pero tenga todos los inconvenientes del suma y sigue desbocado del producto posmo, acumulativo e inconexo.
Un recorrido artificiosamente cómplice que, en su mezcla desparramada, y algo desastrada, de los espacios y los tropos del mismo 'slasher', el 'body count' y el cine de casas encantadas fagocita con entretenida, limitada gracia y, lo peor, nulo sentido de la ironía, monstruos y sustos de ayer y hoy, que son los mismos ahora que hace cuarenta años; elementos dela saga de Amityville (el reloj de arena, una de las claves del videojuego, como reemplazo del carrillón de la entrega de Tony Randel), la mina de 'San Valentín sangriento' (G. Mihalka, 1981), el terror metereológico de las primeros títulos de Peter Weir, referencias pilladas por los pelos que van de Lovecraft a Blackwoody, claro, ese King que está hasta en la sopa, e, incluso, palabras mayores, el 'loop' bueñeliano de 'En la boca de miedo'(John Carpenter, 1994) como tecla de toque para el equivalente del efecto mariposa que se convirtiera en una de las novedades más características de su festiva fuente. Y con todo, hay sustos funcionales y efectos gore efectivos, propios de la pringosa influencia de las artes de Art el Payaso y el 'Poohniverse', y el grupo de jóvenes y jóvenas multiculturales lucen bien en cámara y corren y gritan como es debido, pues poco más se les permite.
Perdidas las primeras esperanzas, la película flaquea de verdad en su esfuerzo de hacer justicia al espíritu del videojuego de Supermassive Games cubriendo el artefacto con una capa de postizo metalenguaje, a la que, de forma inexplicable, se despoja de cualquier asomo de humor, con lo bien que le habría sentado un toque a lo Christopher Landon. Es entonces cuando la trivial, pero hasta cierto punto simpática, galería de tópicos y torpes tentetiesos aspira a jugaren la misma y exigente liga de 'Cabin Fever' (E. Roth, 2002), 'La cabaña en el bosque' (D. Goddard, 2011) o 'Las últimas superviventes' (T. Strauss-Schulson, 2013). Y el metacine, cariño, no basta con explicarlo, hay que sentirlo; más, sí los horrores y las vísceras están en juego. Con estos mimbres, ni las pavisosas presencias de Ella Rubin y Michael Cimino ni la incombustible veteranía de Peter Stormare, ya presente en el 'Until Dawn' jugable, logran un resultado valioso más allá de su condición de fugaz matarratos; y es que su delirio, lejos de sublimarse o escalar, acaba convirtiéndose en fórmula descascarillada y estéril. Lo peor de haber sido testigo de una función de muñecos sacrificables y casi equivalentes (personajes monigote definidos en dos o tres notas de boli a pie de página) es la sospecha de que a los mandos tal vez se encuentre otro muñeco, con piloto automático y alma de calculadora. Señor Sandberg, esto va por usted.
Para jugones reincidentes sin más expectativas que una parranda ligera de sangre y sustos
Lo mejor: Las contundentes explosiones corporales.
Lo peor: Lo pobremente aprovechados que están sus ingredientes meta.
Ficha técnica
Dirección: David F. Sandberg Reparto: Ella Rubin, Michael Cimino, Odessa A'zion, Peter Stormare País: Estados Unidos Año: 2025 Fecha de estreno: 25-04-2025 Género: Terror Guion: Blair Butler, Gary Dauberman Duración: 103 min.
Sinopsis: Un año después de la misteriosa desaparición de su hermana Melanie, Clover y sus amigas se dirigen al remoto valle donde desapareció en busca de respuestas. Explorando un centro de visitantes abandonado, se encuentran acechadas por un asesino enmascarado y asesinadas horriblemente una a una... sólo para despertar y encontrarse de nuevo al principio de la misma noche. Atrapados en el valle, se ven obligados a revivir la pesadilla una y otra vez, sólo que cada vez la amenaza asesina es diferente, cada vez más aterradora que la anterior.
Perdedor con encanto que solo gana cuando se equivoca. Disidente por defecto. Ferris Bueller de Hacendado. Escritor de medio pelo, guionista mal y fan del Nestea. Hooligan de Adam Sandler. Suele vérsele por el Instagram @muypococool, donde expone sus orgullos y vergüenzas. Insiste en no responsabilizarse de lo que piensa y escribe.