Dirección: Spike Jonze
Reparto: Nicolas Cage, Tilda Swinton, Meryl Streep, Chris Cooper, Brian Cox, Litefoot
Título en V.O: Adaptation
Nacionalidad: USA Año: 2002 Fecha de estreno: 21-03-2003 Duración: 114 Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: Charlie Kaufman, Donald Kaufman Fotografía: Lance Acord Música: Carter Burwell
Sinopsis: Spike Jonze es el único que puede escribir la sinopsis de este inclasificable film: Trata de un inculto coleccionista de orquídeas de Florida, John Laroche (Chris Cooper), que se autodefine como el hombre más listo que conoce; una periodista del New Yorker, Susan Orlean (Meryl Streep), que escribe un libro sobre él; y un guionista, Charlie Kaufman (Nicolas Cage), que lucha por intentar adaptar este libro de no-ficción y acaba por ser protagonista de su propio guión. Añadan unos cuantos personajes e ingredientes periféricos y se harán una idea del nuevo delirio de los responsables de "Cómo ser John Malkovich": Donald Kaufman, el hermano gemelo de Charlie Kaufman (Cage otra vez), autor de un guión sobre asesinos en serie que hará las delicias de Hollywood, drogas verdes y relajantes, cocodrilos, flores exóticas y un gurú de los guiones.
Crítica
Es difícil recordar el día en que el cine, sobre todo el de los últimos años, ha tratado al espectador como un compañero de juegos, como otro degustador de pasatiempos que participa y se divierte al mismo nivel que el propio autor. Tal vez deberíamos remontarnos a Cómo ser John Malkovich, pesadilla pynchoniana que descubrió al dúo Jonze-Kaufman como perfecto relevo del dúo Wilder-Diamond, para evocar la sensación de ser a la vez público y creador. El ladrón de orquídeas amplifica esa complicidad entre texto y lector que los especialistas en metaficción literaria convirtieron en paradigma de la novela posmoderna norteamericana y que no había tenido correspondencia cinematográfica hasta ahora mismo. Podría considerarse a El ladrón de orquídeas como su propio making of, como la historia de dos artistas en busca de su propia historia, como la odisea de un adicto al solipsismo que encuentra el amor a través de la ficción, como una sátira oblicua y afilada del Hollywood actual, como una burla a las normas no escritas para escribir un guión; como, en fin, una compleja, originalísima reflexión sobre nuestra insólita capacidad para reinventarnos y convertirnos en puro argumento. El ladrón de orquideas no es solo una comedia surreal e imprevisible, sino también un drama sobre la angustia del folio en blanco. Una película con anverso y reverso, como si un espejo se pudiera mirar por los dos lados: a la izquierda está Charlie Kauffman y su gemelo, Donald (ambos interpretados por un mesurado Cage), y a la derecha está Susan Orlean (contenida Streep) y su objeto de estudio, John Laroche (espectacular Cooper), un buscador de orquídeas, el rastreador de belleza entre la mala hierba. Las simetrías entre las dos líneas narrativas, entre el original y su adaptación, entre el work in progress y el trabajo acabado, son infinitas, y el modo en que Jonze y Kauffman juegan con ellas, obligándolas a converger y divergir según les convenga, revela finalmente el verdadero objetivo de este relato sobre la imposibilidad de adaptar una novela al cine: reivindicar la protección de las especies en extinción, cuidar las flores que crecen bajo el asfalto, celebrar la existencia de los creadores cuya obra no está sometida a las leyes del cliché, sino a la pasión de vivir.Para todos los aguafiestas que crean que en cine todo está inventado. Lo mejor: su inagotable inventiva. Lo peor: está a un paso de caer en la autoindulgencia.